Seis años después de haber inaugurado el festival con Los idus de marzo, George Clonney vuelve a competir por el León de Oro con la divertida Suburbicon. Lean on Pete de Andrew Haigh y la israelí Foxtrot entran en algunas quinielas de favoritos. Fuera de concurso, Robert Redford y Jane Fonda recogieron sendos Leones de Oro honoríficos por sus carreras.

Suburbicon, de George Clooney

Es una combinación explosiva: George Clooney como director, un guión escrito por el mismo Clooney junto con los hermanos Coen y Grant Heslov, y Matt Damon y Julianne Moore por partida doble como protagonistas con Oscar Isaac de secundario destacado. El resultado es Suburbicon una divertida comedia negra ambientada en 1959, en uno de esos barrios suburbiales que proliferaron en los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, llenos de viviendas unifamiliares y jardines inmaculados. El mundo de Eduardo Manostijeras o de El Show de Truman.

La película arranca con un spot en el que nos venden Suburbicon. Con la presentación de ese paraíso en la tierra en el que viven los Lodge, padre, madre e hijo. Un paraíso que se ve sacudido cuando se muda al otro lado de la calle una familia de afroamericanos. Unos hechos que podrían parecer sacados de otra época, pero que hace unas semanas Charlottesville nos demostró que siguen siendo plenamente actuales.

Suburbicon nace de la unión de un guión de los hermanos de Coen escrito en los años 80 con un proyecto en el que Clooney y Heslov trabajaban sobre los incidentes de Levittown, Pennsylvania, lo que ocurrió en uno de esos paraísos de los suburbios cuando en los años 50 llegó la primera familia afroamericana. Y se notan demasiado esos dos orígenes. Si bien las dos tramas funcionan por separado, la trama a lo Fargo de la familia Lodge a la que nadie mira y las protestas en contra de la presencia de una familia de color en el barrio que centra todas las miradas, su relación es muy leve (la amistad entre los dos chavales) y no afectaría prácticamente en nada a ninguna de las dos que la otra fuera distinta o desapareciera.

Clooney utiliza un estilo de puesta en escena específico para cada una de las tramas: más ágil y juguetona para la trama de engaños y violencia familiares y cada vez más realista para las protestas en contra de la presencia de los afroamericanos. Y si bien el Clooney director consigue que desde un punto de vista de puesta en escena Suburbicon funcione de forma coherente como una película, es evidente que el ensamblaje de ambas tramas en el guión se queda corto.

Lean on Pete, de Andrew Haigh

Al británico Andrew Haigh lo conocimos hace unos pocos años gracias a Weekend. En 2015 confirmó su talento con 45 años, película que se llevó ambos premios de interpretación de la Berlinale para Charlotte Rampling y Tom Courtenay. Entre tanto, produjo, dirigió y escribió la serie de HBO Looking. Y con Lean on Pete debuta en la competición de la Mostra de Venecia.

En ella adapta la novela homónima de Willy Vlautin, en la que sigue a Charley Thompson (magníficamente interpretado por Charlie Plummer), un adolescente de 15 años a la búsqueda de un hogar, de un lugar en el que echar raíces y poder actuar como alguien de su edad (ir al instituto, jugar a fútbol en un equipo…), algo que con la temporalidad del trabajo de su padre es difícil de conseguir.

Recién llegado a Portland, se encontrará con el submundo de las carreras de caballo de segunda y allí conocerá a un entrenador con pocos escrúpulos (Steve Buscemi) que le dará trabajo, a una jockey (Chloë Sevigny) y a Lean on Pete, un caballo de carreras con el que entablará una relación especial.

Lean on Pete

En esta ocasión Haigh se traslada al oeste de los Estados Unidos para rodar un western moderno singular, esta original road-movie a pie, pero no pierde ni la delicadeza, ni el estilo sutil que caracteriza sus películas anteriores. Charley se moverá por ambientes sórdidos, conocerá a personas poco recomendables, pero Haigh nunca carga las tintas. Tampoco a la hora de reflejar la relación de amistad entre el caballo y el joven. Haigh evita los tan socorridos momentos tiernos de complicidad y carantoñas entre animal y humano. Su mirada parece distante, pero es sensible, honesta y respetuosa. Huye del sensacionalismo o el sentimentalismo. Lo suyo es emoción honda y sincera.

Destaca en Lean on Pete la interpretación de su actor protagonista, Charlie Plummer (que interpretaba al hijo adoptado de Steve Buscemi en Boardwalk Empire) que es capaz de dotar a su personaje de toda la vulnerabilidad y determinación que demanda y se convierte desde ya en el favorito para el premio Marcello Mastroianni al mejor actor joven de la Mostra.

Human flow, de Ai Wei Wei

El polifacético artista chino Ai Wei Wei ha presentado también a concurso Human Flow, un documental en el que recorre 40 campos de refugiados de más de 20 países diferentes recogiendo los testimonios de sus habitantes y mostrando las condiciones de vida de los mismos.

A Ai Wei Wei le pierde su ambición. Intenta hacer la película definitiva sobre el problema de los refugiados, pero le falta la sensibilidad adecuada para tratar un tema como éste y le sobra ego para saber cuándo su presencia en la pantalla juega en contra de su película. Porque estaría justificado que lo hiciera en su función de entrevistador en las numerosas entrevistas de la película, pero lo vemos haciéndose selfies, intercambiando el pasaporte con uno de los refugiados o haciendo cualquiera de las ocurrencias que en el momento de la grabación se le ocurriera.

Human Flow

El resultado es un documental con imágenes espectaculares (aunque con tendencia a abusar de las tomas aéreas), superficial (su discurso llega a que los refugiados también son personas como nosotros y poco más) y didáctico (cada vez que aparece un nuevo campo de refugiados en la película unos textos en la pantalla los contextualizan) a mayor gloria personal del que acaba siendo su verdadero protagonista: Ai Wei Wei. Human Flow parece una película sobre Ai Wei Wei haciendo un documental sobre los refugiados.

Foxtrot, de Samuel Maoz

Otro director que parece empeñado en hacer notar su presencia en la película, si bien no mostrándose en pantalla, pero sí por sus decisiones de puesta en escena es el israelí Samuel Maoz. Tras ganar el León de Oro en 2009 con su ópera prima, Lebanon, vuelve a competir por el premio máximo del festival veneciano con su siguiente película: Foxtrot.

El núcleo de Foxtrot es la relación entre un padre y un hijo y la forma en la que a pesar de los kilómetros de distancia que los separan, las acciones de uno afectan al otro y viceversa. El padre es un arquitecto de éxito, hijo de una superviviente del Holocausto. El hijo es un soldado destacado en un puesto de control en medio de la nada.

Foxtrot se estructura en tres actos claramente definidos. El primero arranca con la llegada al domicilio familiar en Tel Aviv de unos militares israelíes anunciando el fallecimiento del hijo. Ante la imposibilidad de encontrar consuelo en su entorno, de gestionar su propio sentido de culpa y obligado a lidiar con el frío protocolo militar para este tipo de desgracias, su única respuesta parece ser el encerrarse en sí mismo. A pesar de la gravedad de lo que cuenta, Maoz opta por una mirada distante, basada en una planificación muy elaborada, en la que priman lo visual y los ‘encuadres perfectos’ que desvían el foco de atención de la propia historia hacia la artificiosidad de sus excesos autorales.

Foxtrot

Este estilo visual, en el que prima la distancia y cierto cinismo, resulta más adecuado en el segundo acto, en el que Maoz se centra en el hijo y en su labor como vigilante en un puesto de control en medio de la nada, dando lugar a divertidos gags visuales que subrayan lo absurdo de la situación.

Pero es en la tercera parte, en la catarsis, en la que Maoz se la juega y sus señas autorales resultan más evidentes y excesivas, desarmando en parte la gravedad y la profundidad del conflicto planteado. Maoz parece más empeñado en que ‘Foxtrot’ sea bonita y sofisticada que en que sea emocionante y reveladora.

Nosotros en la noche, de Ritesh Batra

Con la excusa de promocionar el estreno en Netflix del telefilm Our Souls At Night (Nosotros en la noche) -en la que el indio Ritesh Batra adapta la novela de Kent Haruf– Robert Redford y Jane Fonda se han acercado a Venecia para recibir sendos Leones de Oro honoríficos a su carrera.

El arranque de Nosotros en la noche recuerda al reverso afectuoso y llevado a la tercera edad de otra película de Robert Redford: aquella Una proposición indecente en la que un multimillonario ofrecía un millón de dólares a una pareja por acostarse con la esposa. En ésta, es el personaje de Jane Fonda el que hace una propuesta muy decente a Robert Redford, ambos viudos: pasar las noches juntos a cambio de compañía y la solución a sus problemas de insomnio. A partir de ahí se sucederán una serie de pequeños conflictos, de acuerdos y desacuerdos tratados siempre de forma amable y complaciente en una película tan pequeña en lo cinematográfico, como indiscutibles los méritos de ambas estrellas para recibir sus respectivos Leones de Oro.