- Sus series favoritas: The Wire, Wild Wild Country, The Terror
- Su nueva película, Blackwood
- Sobre Netflix y las salas: «Creo que hay tortilla para todos«.
Fotos: Irene Mariscal
Dentro del recién estrenado festival de series, Crossover, tenemos la oportunidad de hablar con el director Rodrigo Cortés. Hablamos de series, claro. Aunque también nos cuenta un poquito sobre su próxima película, Blackwood, con Uma Thurman. No mucho, que aún no ha empezado la promo. También aprovechamos para tocar el tema de Netflix, que en El Contraplano hemos tratado con detalle. Cortés habla con inusitada precisión, como si tuviera escrito y analizado lo que va a responder, le preguntes lo que le preguntes. La seriedad de su reflexión contrasta con el punto de humor. Viene a dar una charla en el festival con sus compañeros del podcast Todopoderosos, a hablar de narrativa en serie aunque me confiesa “Cuando hablamos nosotros no sabemos de lo que vamos a hablar, lo averiguaremos sobre la marcha”.
Hasta ahora no te has estrenado con las series, ¿te interesa?
Sí, me interesa porque cualquier historia que suceda en un rectángulo en principio tiene un interés equivalente, a cambio de que en realidad lo tenga. Con las series me preocupa más el modo de producción. El modo en que muchas veces, si es demasiado torrencial o discursivo, el director en realidad no tiene verdadero poder. Y desde luego, me interesa poco, a priori, hacer el capítulo 6 de la temporada 4 de una serie por motivos estrictamente alimenticios. Otra cosa es que haga una serie con vocación más personal en pocos capítulos, o tener la oportunidad de desarrollar la filosofía visual de una serie haciendo el piloto, o los dos primeros capítulos o algo parecido.
Como Sorrentino con El joven papa, que en el fondo hace otra de sus películas pero de forma seriada y dividiéndola en capítulos. Y la forma de producción me genera más recelos cuando el poder último está en manos de la cadena más que en la productora y hay determinados servilismos que hacen que la expresión sea más compleja.
¿Cuáles son las diferencias narrativas entre el cine y las series?
De forma simplista y generalista, lo cual lleva a necesarias injusticias y confusiones, pero diría que de algún modo la serie está en un camino intermedio entre el cine y la literatura y que tiene algunos elementos que son más cercanos a la literatura, incluso al folletín sin usar el término de forma peyorativa. Una película es más un viaje contenido o es una subida a la vagoneta de una montaña rusa y hacer un periplo de dos horas, y en cambio en una serie, como sucede con la lectura de un buen libro, lo que cuenta es el viaje, qué le sucede ahora al protagonista, qué le pasará después, con quién se encontrará… Creo que su naturaleza es más torrencial, más discursiva, no importa tanto la naturaleza de la acción como las cuitas del personaje y también se puede profundizar más a cambio en su psicología.
¿Cuáles son tus series favoritas?
The Wire fue muy importante para mí cuando la viví en su momento y aún ahora. De alguna manera me llevaba al policíaco de los 70 más psicológico, áspero y callejero, aunque paradójicamente, no esencialmente cinematográfico. Me recordaba a las pelis de Sidney Lumet como El príncipe de la ciudad. Y me gustaba mucho esa cocción lenta que a muchos les generaba rechazo por razones fáciles de entender. El hecho de que la serie no arrancara de verdad en términos canónicos hasta el capítulo 7 es algo que me resultaba muy atractivo, paradójicamente.
¿Qué te gusta de lo que estás viendo?
Si me voy a una serie documental, Wild Wild Country es de las series más interesantes que he visto en años. Y si hablamos de ficción pura, The Terror me está interesando mucho, con esa vocación de exploración de atmósfera y cómo permite profundizar en los personajes de forma lenta, y colocando a estos hombres en un lugar perdido. Gente que es de otra pasta y necesitan valerse por sus propios medios de forma inaudita. Y cómo esa presencia terrorífica en el fondo no deja de ser una alegoría de su propia descomposición y la descomposición del grupo cuando las cosas se ponen feas. Y la enfermedad exterior es la misma que su enfermedad psicológica y es la misma que el envenenamiento de plomo. Todo se retroalimenta. Y que nuevamente confía también esa cocción lenta pero con un sentido del cine, de las ópticas, de la luz…
Hablando de ópticas y de luz, ¿crees que a ese nivel las series pueden competir con el cine?
Pueden hacerlo, y solo lo hacen en algunos casos. Por varias razones, también porque el poder es el del showrunner que es el del guionista-autor. Muchas veces el realizador tiene una labor secundaria. Solo sucede en las series en las que el realizador tiene un verdadero peso. Sucede por ejemplo en la primera temporada de True Detective. Es de los pocos ejemplos de verdadera dirección cinematográfica sin complejos, muy fina, de narración vertebrada de una forma muy precisa. Eso solamente lo veíamos de forma parcial en series como Breaking Bad en su momento que a veces estaba más cercana a los Coen en cuanto a su caligrafía fílmica pero que otra veces era más cercana a la televisión en su eficiencia y velocidad. Muy pocas veces se llega a esa figura. En el caso, por ejemplo, de The Night of sí que hay esa figura y ese uso de la luz muy particular, con una caligrafía muy seca pero muy precisa. Pero lo habitual es estar a dos caminos porque en las series es aún mucho más importante lo que se cuenta que cómo se cuenta.
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Pronto estrenas nueva película, Blackwood.
Se estrenará en agosto y es lo que me ha ocupado los dos últimos años. Es una aventura interesante porque responde a presupuestos que a priori no son los de mis intereses evidentes y que sin embargo me ha intrigado mucho. Es la primera película que hago destinada primordialmente al público adolescente, por ejemplo, y sin embargo he tratado de imprimirle otra elegancia, tratando de bucear más que en sagas recientes, en el sentido de la perversión de Polanski o en el sentido de la sensualidad de Peter Weir. Así que vamos a ver lo que sale de esta mixtura entre el young adult sobre un pequeño clásico juvenil de los 70 y esta visión más europea.
Sueles moverte en terrenos cercanos al thriller. ¿Te has planteado hacer una comedia?
Mi próximo proyecto no tiene nada que ver con el thriller, pero prefiero no hablar de él porque los proyectos solo son interesantes cuando dejan de serlo y que existan de forma efectiva. Por otro lado, de una forma muy oscura y difícil de identificar, tengo la impresión de que no he hecho otra cosa que comedias. Tengo la impresión de que Buried tiene mucho que ver con una comedia, es una especie de comedia kafkiana sobre las compañías telefónicas.
Hablemos de Netflix ¿Te interesaría hacer una película con ellos aunque no fuera a estrenarse en salas?
Depende del tipo de proyecto. Sí, si de repente es una historia muy personal o de una naturaleza tan extraña y fuera de guión que no se adscribe al contexto cinematográfico actual pero que merezca ser contada, no sería un problema con tal de hacerlo con los medios adecuados y sabiendo desde el primer momento que ese es su camino. Ahora estamos en una época de transición un poco extraña en la que la distribución busca su camino y le cuesta mucho invertir determinadas cantidades en la promoción cuando resulta que cada vez es más difícil asegurar que eso sea rentable. Y eso hace que algunas películas destinadas al mercado cinematográfico acaben en plataformas por razones por razones espurias y no previstas. Pero hay grandes creadores haciendo trabajos para Netflix y me parece un lugar interesante, no como forma de competir con el otro medio sino como plataforma que tiene su propia naturaleza y que permite desarrollar historias que no son posibles en otros lados, del mismo modo que las series permitieron contar determinadas historias que en el cine era difícil.
¿Pueden convivir Netflix y las salas de cine?
Sí, claro, sí que lo creo. Creo que hay tortilla para todos. En el fondo todas deberían ayudarse, unas dependen de las otras. El poder de Netflix también surge de la vieja fascinación de las películas que siguen marcando determinado marchamo de calidad y tamaño. Y a su vez permite hacer determinadas historias que el cine ya no se permite hacer porque el consumidor potencial de esas historias ha huido de las salas. Así que creo que debería crearse un nuevo equilibrio, que llevará un tiempo, y que tan pronto como se cree se alterará de nuevo con otro elemento y habrá que volver a empezar y esa es la definición exacta de la vida.
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