Tap, tap, tap, tap…. ñiiiiiiium… tap, tap, tap, tap… [añadir música tenebrosa]… miauuuuuuu… [un poco de niebla para que no se vea bien] psssssssssh clonck, clonck, clonk…
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¡¡¡PUM!!!
Es probable que el guión de Cementerio de animales fuera más o menos así, basado en los ruidos más que en los diálogos o la trama. Partiendo del clásico homónimo de Stephen King que ya fue adaptado en 1989 a la gran pantalla (en una película que tampoco es especialmente memorable), Cementerio de animales desaprovecha una premisa potente y el relato sobre la muerte y su aceptación como parte del ciclo de la vida se convierte en una película de sustos cada vez más previsibles.
La película cuenta la historia de la familia Creed formada por un matrimonio (Lou y Rachel), sus dos hijos (Ellie de ocho años y Gage de dos) y el gato (Church). Se han mudado desde Bostón al pequeño pueblo de Ludlow a una casa muy grande, apartada, con un gran bosque junto al jardín trasero. Muy de película de terror, sobre todo cuando nos enteramos de que junto a la casa hay un cementerio de animales en el que la gente del pueblo suele enterrar a las mascotas cuando se mueren. Muchas atropelladas por los camiones que circulan a toda velocidad -algo de lo que nos enteramos por un sonoro susto- por la carretera que pasa junto a la casa. En el cementerio hay un muro de ramas que nos enteramos que no hay que pasar porque el vecino, típico señor malhumorado que sabe más de lo que parece, nos lo cuenta tras aparecer dándonos el susto sonoro de rigor con un «¡Ahí no se puede subir!» surgido de la nada. Todo con el mismo valor cinematográfico que una corriente de aire que cierra una puerta por sorpresa y nos sobresalta.
A partir de aquí, y sin mayor presentación ni desarrollo de personajes -¿para qué pudiendo usar ruiditos y niebla?- la película se convierte en una sucesión de cosas que pasan porque tienen que pasar. Evidentemente todos los personajes hacen lo que no tienen que hacer, van donde les dicen que no tienen que ir y siguen todos los clichés del género de ir temerosos hacia el ruido amenazante donde, oh sorpresa…. ¡¡¡LES ESPERA UN SUSTO!!!
Si la semana pasada escribí un artículo destripando lo que creo que quiere decir la película Nosotros, con esta no puedo extenderme más. Porque no tiene nada más, ni personajes, ni suspense, ni arco argumental… solo un cambio respecto a la novela original que ha servido para crear polémica (una polémica publicitaria, me temo) y que en una película con guionistas podría haber dado juego; pero que esta sucesión de sobresaltos sonoros no tiene demasiada importancia.
Mi consejo, si queréis ver una buena película de terror id a ver Nosotros.
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