Mientras seguimos siendo testigos y padeciendo el deriva de la carrera de Atom Egoyan, la australiana Shannon Murphy, segunda mujer directora aspirante al León de Oro de esta edición, ha presentado con división de opiniones su ópera prima Babyteeth, una comedia en torno a una adolescente con cáncer terminal y el chino Lou Ye una película clásica de espías ambientada en el Shanghai de los días previos a la ocupación de los asentamientos occidentales por parte de los japoneses y el bombardeo de Pearl Harbor.

Guest of Honour

Uno de los misterios de las programaciones de los festivales de cine los últimos años es por qué siguen contando con las nuevas películas del canadiense Atom Egoyan. Es innegable que hace 25 años era uno de los directores más interesantes del panorama mundial. La época de El Dulce Porvenir, El liquidador o Exótica. Pero en los últimos 15 años su carrera está llena de cintas fallidas y de pequeños desastres que curiosamente siguen encontrando su sitio en las competiciones de festivales como el de Venecia, Cannes o San Sebastián.
La película que ha presentado en esta Mostra es Guest of Honour que gira en torno a la relación entre un padre, un inspector de sanidad metódico y meticuloso que encuentra un placer extraño en cerrar restaurantes que sólo un actor con el talento de David Thewlis es capaz de hacer creíble, y su hija, una profesora de música traumatizada por un hecho trágico de su infancia que lucha por superar.

La película arranca con la muerte del padre y la conversación preparatoria del funeral que mantiene su hija con el cura. Más por conveniencia del Egoyan guionista que por verosimilitud, esta conversación se convierte en una sesión de psicoterapia, que da lugar a un flashback que revelará la vida y la personalidad del protagonista, un hombre solitario y derrotado por la vida que encuentra consuelo en el control que le da sobre la vida de los demás la posibilidad de poder arruinársela cerrando el negocio del que viven. Dado que él tuvo que cerrar su restaurante, ahora se dedica a hacer cerrar los de los demás.

Guest of Honour se estructura como un encadenamiento de conversaciones que dan lugar cada una a su correspondiente flashback, aunque el guión no se preocupe demasiado en aclarar las razones por las que el narrador conoce esa información en cada caso, ni el sentido que pueda tener la propia conversación entre esos interlocutores, más allá de la conveniencia del guionista para mantener informado al espectador.

A medida que va avanzando la película, Egoyan irá haciendo entrega en forma de conversaciones supuestamente reveladoras de las distintas piezas del rompecabezas necesarias para que el espectador descubra los secretos de esta familia. Y quedará a las claras que Guest of Honour es en realidad un culebrón extremo y bastante pasado de vueltas, contado con una sofisticación falsa cuyo único objetivo parece ser disimular lo rocambolesco de su historia.

Babyteeth

La segunda y última película con una directora que aspira a llevarse el León de Oro de esta edición es Babyteeth, el salto a la dirección del largo de la australiana Shannon Murphy, tras una larga y premiada carrera como directora de teatro, cortos y series de televisión.

Su punto de partida resulta extrañamente familiar: una comedia con drama o un drama con comedia sobre una adolescente con cáncer que conoce a un chico que le ayuda a darse cuenta de lo maravillosa que es la vida. Una historia con aromas de cine independiente / Sundance a la que su guionista, Rita Kalnejais, y su directora consiguen dotarle de una personalidad propia, alejada de la fórmula Sundance, un tono ligero y algo extravagante, pero sin restarle dramatismo a la situación.

Murphy muestra a Milla (interpretada por Eliza Scanlen que no sería de extrañar que se llevara el premio oficial Marcello Mastroianni a la interpretación más prometedora), una joven que en el momento en el que debía empezar a vivir su vida, en el momento del paso de la niñez a la madurez, debe enfrentarse a su propia muerte. Pero la irrupción de Moses, un joven varios años mayor que ella que se dedica a trapichear con drogas, en su vida le llevará a salirse del camino previsto.

La tranquila vida de Milla se ve interrumpida por un personaje imprevisible y sin reglas y supondrá la mecha que le llevará a buscar un cambio radical en su forma de afrontar la vida y aprovechar al máximo lo poco que le queda. Dos personajes que por distintas razones no tienen nada que perder y deciden vivir de acuerdo con sus propias reglas. Murphy hace evidente esta ruptura con la vida ordenada y previsible que Milla llevaba hasta ese momento, a base de oportunas digresiones en forma de textos o piezas musicales que estructuran la película como un encadenado de capítulos de escasa duración y tonos a menudo discordantes. Unos representan la vida tal y como es, otros como le gustaría a Milla que fuera. La llegada de Moses es la gota que colma el vaso de la situación desesperada de sus padres ante la pérdida de su hija. ¿Tiene sentido dar consejos u órdenes sobre cómo vivir su vida a una adolescente con una enfermedad terminal? Esta desesperación, esta dificultad para afrontar la situación, lleva a que sea el propio padre, psiquiatra de profesión, quien trate a la madre.

Babyteeth recorre caminos trillados, pero sabe encontrar en ellos algo original y fresco, una personalidad propia, poniéndose a la altura de los personajes y centrándose en los aspectos más humanos y vitalistas, que la aleja de la fórmula del drama bienintencionado para adolescentes, a pesar de algún desliz como el epílogo final cuyo principal objetivo parece ser es que salten las lágrimas en la platea. Y a juzgar por lo visto en la sesión en la que la vimos, con éxito.

Saturday Fiction

El chino afincado en Europa, Lou Ye, acompañado de Gong Li ha presentado Saturday Fiction, una sólida película de espías de estilo clásico ambientada en el Shanghai de los días anteriores a los ataques japoneses a los enclaves occidentales de la ciudad china y al mucho más conocido a Pearl Harbor en Hawaii.

Rodada en blanco y negro, cuenta el regreso de una estrella de la interpretación a Shanghai para protagonizar la obra de teatro que dirige su examante. Pero allí se encontrará con su exmarido, con el padre que nunca tuvo y un grupo de agentes de los servicios de inteligencia, que desatará un intricado juego de lealtades y afinidades en el que en un principio no acabará de estar del todo claro qué intereses mueven a cada uno de los personajes, ni para ellos, ni para el espectador, en un juego en el que se mezclarán la realidad, el teatro representado y la realidad simulada por los espías.

A pesar de esta aparente confusión que parece reinar sobre todo en la primera mitad de Saturday Fiction, Lou Ye rueda con buen pulso las idas y venidas de los personajes por las calles, teatros y hoteles de Shanghai y saca partido a un exquisito diseño de producción. Pero es en su resolución, a medida que el juego de lealtades e intereses se va aclarando, cuando la película alcanza sus mejores momentos a pesar de algunas decisiones de montaje cuestionables.