Crónicas del Festival de Cine de San Sebastián, día 1

Durante muchas semanas, meses incluso, mucho se ha dudado de si esta edición del Zinemaldia se iba a poder celebrar. Poco a poco el Festival iba tomando forma, se iban anunciando películas y las nuevas normas, pero la incertidumbre seguía ahí. Hasta hoy, en que con el estreno mundial de Rifkin’s Festival, la nueva película de Woody Allen, ha comenzado el 68 Festival de Cine de San Sebastián. Con la sensación de que, pese a ciertos desajustes en los protocolos que han ido mejorando a lo largo del día (y esperemos que mañana se ajusten del todo), el Festival es un entorno tan seguro como lo ha sido ir al cine estos últimos meses.

Rifkin’s Festival

Ya decíamos en las recomendaciones previas al Zinemaldia que decir que Rifkin’s Festival es la nueva película de Woody Allen deja casi todo dicho. A estas alturas, y viendo sus últimas películas, nadie espera otra obra maestra del genio neoyorquino. Al leer la sinopsis suponíamos que la película iba a girar en torno a las ideas y obsesiones típicas de Allen y así ha sido, quizá incluso más de lo esperado. Con la publicación de sus memorias y la realización de esta película da la sensación de que el director de Manhattan está obsesionado con hacer un repaso y balance de su vida. Lamentándose de sus errores y, cómo no, riéndose sobre ellos.

Es una pena que cada vez le guste menos dirigir y se haya vuelto más perezoso porque Storaro, el director de fotografía, ha tomado las riendas en lo visual hasta extremos insospechados. Sí, Storaro ha hecho auténticas virguerías como Apocalýpse Now, Novecento o Rojos; pero no es menos cierto que a veces cae de lleno en el horterismo más cursi y que sus últimas colaboraciones con Woody Allen parecen sacadas de la galería de filtros de Instagram. Es una pena, decía, porque aunque el guion esté lejos del mejor Allen, sigue teniendo ritmo, fondo y cierta gracia, pero ni el reparto ni la dirección le ayudan a brillar.

Ah, y por supuesto, dicen continuamente lo bonita que es San Sebastián, lo bien que se come y lo agradable que es para vivir. Y sí, es bonita, incluso con el exceso de luz ambar. Os dejo con la crítica de Iñaki.

Rifkin’s Festival: una comedia crepuscular

18/09/2020 - Iñaki Ortiz Gascón

6 Al final de Desmontando a Harry, el personaje principal, es decir Woody Allen, decide que va a escribir una historia sobre un tal Rifkin. La mayoría de las películas de Allen tienen mucho de su vida, pero aquella era una de las que más. Un recorrido por su vida, sus problemas, su intimidad, imitando […] Leer más

Nuevo Orden

Michel Franco presentó Nuevo Orden en la Mostra de Venecia y ganó el Gran Premio del Jurado. También generó división de opiniones que es algo habitual en el director de Chronic y Después de Lucía.

La película tiene un arranque espectacular con Michel Franco dando lo mejor de si mismo tanto en la dirección como en la escritura, gestionando la información, manejando las elipsis, los fuera de campo y el ritmo. La historia, que gira en torno a una revuelta de las clases más humildes frenta a las más ricas, avanza en un contenido crescendo el primer tercio de la película, hasta que alcanza un clímax, que se ve superado por otro clímax y más tarde por otro… Michel Franco se regodea en la parte más violenta y escabrosa de la historia provocando cierta insensibilización, porque cuando has llegado a cierto punto estás tan saturado de violencia y maldad que nada te impresiona. Una pena, porque la película tiene una interesante lectura. Sobre todo si entendemos que viene desde México y cuál es la situación en aquel país. Os dejo con el texto de Carlos desde Venecia.

Venezia 2020: Lo mejor para el final

11/09/2020 - Carlos Elorza

Tanto la mexicana Nuevo Orden de Michel Franco, como la azerbaiyana In Between Days de Hilal Baydarov, como la esperadísima Nomadland de la china-estadounidense Chloé Zhao están entre lo mejor que se ha podido ver estos días en el Lido.  Leer más

El prófugo

Alguien me dijo que giallo argentino parecía una incoherencia. Imagino que se refería a que un género que se basa en la atmósfera y los sonidos no parece lo más asociable a un cine que se suele identificar con personajes que hablan y hablan sin parar. Pero sí, El prófugo bebe claramente del giallo y tiene un ligero toque al Brian de Palma de Impacto.

El cine de terror dirigido por mujeres nos está dando muchas películas interesantes en los últimos años. A través del género ahondan en temas sociales que les afectan directa y especialmente. Voces y enfoques diferentes para denunciar diferentes formas de opresión y problemas a los que se enfrentan la mujeres. En el caso de El Prófugo, su directora y guionista Natalia Meta, habla de relaciones insanas gestadas bajo marcados roles de género y familiares. Para hacerlo, Meta juega con los géneros y salta del fantástico al humor con la misma facilidad con la que vuelve al drama. Lástima que el último tercio de la película el juego se le vaya de las manos y la idea se acabe diluyendo cuando se toma demasiado en serio a si misma. Cuando más loca y más juguetona es la película más brillante resulta. La actriz Érica Rivas está brillante. También se luce, como suele ser habitual Daniel Hendler.

Rizi (Days)

Cualquier espectador no se enfrenta a una película que dura poco más de dos horas, que se compone de tan solo 46 planos y que, además, apenas tiene diálogos (y por orden del director no van subtitulados). Por mucho que te digan que detrás está Tsai Ming-Liang, uno de los cineastas más importantes de Taiwan, habitual en los grandes festivales y, también, conocido por su cine contemplativo y de lenta cadencia. Tampoco ayuda a muchos espectadores, a otros todo lo contrario, que desde que en 2013 presentará Stray Dogs en la Mostra de Venecia, Tsai Ming Liang solo hubiera presentado varios cortos y dos trabajos en realidad virtual. Es decir, que estuviera dirigiendo su carrera más hacia los museos y las instalaciones que hacia las salas de cine. Sin embargo, con este regreso regreso al largometraje narrativo, a los espectadores que estén dispuestos a tener la paciencia y la actitud que Tsai Ming-Liang les pide, les esperan grandes momentos de cine.

Days
6.7

Days no ofrece otra cosa que la sublimación y el refinamiento de las características del cine de Tsai Ming-Liang: la pausa, el minimalismo, la reflexión y el poder narrativo de una imagen. Todo se cocina con pausa, con una tranquilidad que llega a ser exhasperante en los primeros minutos, pero que poco a poco empieza a penetrar y en el momento en que todo encaja la emoción escapa de la pantalla. Es entonces cuando un simple abrazo, una caja de música o unos ojos vidriosos pueden romperte el corazón. Queda la duda de si se podría llegar al mismo sitio acortando un poco el viaje, pero a Tsai Ming-Liang no le interesan los atajos.

El Videoblog de Iñaki