8.5

Rose Glass comenta en una entrevista a La Vanguardia “siempre supe que quería que fuera algo sexy, sudoroso y violento”. Una declaración de intenciones que a todas luces se ha conseguido.

Sexy

Todo es sexy en esta película. Desde las escenas más explícitas hasta las miradas cómplices que se dedican las protagonistas. Hay mucha química entre Kristen Stewart y Katy O’Brian. Siempre que están juntas en pantalla la película crece, y precisamente la parte en la que están un tiempo separadas, se resiente. Stewart es una actriz que ha crecido mucho después de trabajar en muchos proyectos interesantes. Tiene un personaje de aspecto frágil y nervioso pero al mismo tiempo agresivo y con un potencial para la frialdad violenta. Su compañera es casi lo contrario, con un aspecto contundente, esencial para el personaje, pero emocionalmente vulnerable. Una decisión de casting muy complicada que ha salido bien. O’Brian tiene un rostro dulce y un cuerpo brutal, físicamente es perfecta para el papel. Pero es que además está a la altura como actriz.

En muchos aspectos, la película tiene una fisicidad palpable. Podemos tocar y oler. Recuerda mucho al cine de Verhoeven -no hay nada más sexy, sudoroso y violento que Verhoeven- tanto en la manera de mostrar el sexo, como en la fuerza de su violencia y en la firmeza de sus planos. También en lo dispuesta que está en entrar en lo hortera con la cabeza bien alta. En la misma entrevista Glass explica que les propuso a los actores que vieran Showgirls, entre otras, y lo cierto es que su influencia es notable. Incluso en el argumento de la chica violenta pero insegura y con un pasado complicado que viaja a Las Vegas para triunfar. Pero sobre todo en la estética hortera y en la rotundidad de la sexualidad.

Que alguien te mire como le mira Kristen Stewart a Katy O’Brian

Un pantalón cortísimo como de gladiadora americana y chaqueta de táctel rosa ochentera. Una cuerpo vigoroso y femenino. Glass juega mucho con el fetichismo. La macrofilia, el deseo por la mujer gigante. Puede haber varias razones por las que se produzca esta filia, una de ellas es la idea de la fantasía de ser rescatado por una mujer gigante, que encaja aquí perfectamente. En su juego a medio camino entre el fantástico y la alegoría juega primero con dimensiones súbitamente desproporcionadas en la habitación cuando se produce la primera furia. Aunque no en exceso, casi como para dudar. Antes ya hemos visto en una tele la película de Gulliver. El final se convierte claramente en una fantasía erótica cuando el fantástico deriva a una postal de amor entre dos mujeres que corren de la mano, empoderadas por la manera en las que se han protegido entre ellas. Es una Thelma & Louise cercana al fantástico, furiosa pero optimista a su manera.

Que el personaje de O’Brian sea sexy es una declaración de intenciones. Lo habitual, especialmente en la época de las películas que le influyen, es que las mujeres hipermusculadas fueran un bicho raro o incluso la villana (como en Doble impacto). Mientras los cachas Stallone y Schwarzenegger reventaban la taquilla y la camiseta. Esta categorización de freak y/o malvado, en aquella época también estaba, en menor medida, reservada para las lesbianas. De algún modo, este personaje es una venganza, o una compensación, ante tanta imagen negativa. Jackie es físicamente descomunal, pero ni es la villana ni una freak, es una lesbiana sexy y deseada por su compañera. Esta es una historia de venganza, pero también es en sí misma un ajuste de cuentas.

Decía Almodóvar en 2019 que echaba de menos que las películas de superhéroes fueran sexys. “[…] la sexualidad no parece existir para sus personajes; están reprimidos y sólo importa la aventura”. Podría parecer la ocurrencia de un director provocador, pero aunque estamos acostumbrados a esta situación, no siempre ha sido así. Recordemos a catwoman de Batman Vuelve casi salida de un sex shop, o en algo más inocente como el icónico beso al revés del Spiderman de Raimi. Por supuesto que había espacio para el erotismo también en ese género. Incluso en el Superman clásico, de una manera mucho más ingenua, había cierta tensión sexual entre Lois y Clark. En los cómics de Wonder Woman -aunque no en sus recientes adaptaciones cinematográficas- la protagonista tenía una carga de sensualidad incluyendo bondaje y sumisión, que está muy relacionada con el personaje de esta película, vigorosa, fuerte, feminista, dominante y donde también la vemos atada en una ocasión.

En las producciones actuales todos son muy guapos y tienen cuerpos extremadamente normativos pero como en el resto de los aspectos emocionales, la sensualidad es plana. Son películas asépticas. Sangre en los labios es en cierto modo una peli de superhéroes. Sin querer entrar al detalle pero quién la ha visto entenderá por dónde voy. En cualquier caso, es todo lo contrario a aséptica. Es sucia, es húmeda. Hay dolor y placer. Hay sudor. Un cuerpo nada normativo pero igualmente sexy. La tiranía de la neutralidad, de la nada que son muchos blockbusters de los últimos años, puede estar llegando a su fin. Obviamente esta es una película más pequeña, pero creo que empieza a cambiar esta tendencia, a fuerza de que el público se aburra de que no le agarren ni de las tripas ni de la genitalia.

I’m your transformer
Call me Marlene
Call me Gino

Nice Mover. De Gina X Performance, grupo alemán lesbian chic de los 70. Suena en la película.

Sudorosa

Sangre en los labios es, ante todo, una película sobre el cuerpo, tanto en el sentido físico como en el concepto de irracional, animal. Cómo ya he comentado, es una película que se puede palpar. Los planos de detalle del cuerpo nos muestra la piel a reventar, a veces de forma impactante, recordando un poco al estilo estremecedor de Darren Aronofsky (quizá también por la música de Mansell). Podemos oler el sudor mezclado con anabolizantes y sentir el cansancio y el dolor de los músculos. Glass es minuciosa y concienzuda para conseguir este impacto de varias maneras. Usa trucos de sonido con transiciones donde unos huevos revueltos se confunden con el crepitar de unos músculos en expansión. Las transiciones y el montaje en general están muy conseguidos.

Hasta tal punto lleva al límite la explotación del cuerpo que se podría decir que juega con el body horror, emparentando con una directora a la que admira, Julia Ducournau y especialmente por su segunda película, Titane. Con aquella comparte no solo la intensidad corporal sino también una ambigua androginia y redefinición de la sexualidad y el género. El body horror está viviendo un buen momento gracias a las muchas mujeres que se han incorporado a la dirección y que por lo que sea, tienen un especial interés en el tema. Hay otros géneros de terror que también se mezclan en la película, no hay que olvidar que la directora viene de Saint Maud.

En las escenas de entrenamiento del gimnasio vemos unos carteles motivacionales que dicen cosas como “el dolor es la debilidad abandonando el cuerpo”. La veneración del dolor, el esfuerzo, el sudor. También hay algún rótulo acerca de controlar el destino. Unos mensajes que encajan perfectamente con el momento de impulso del neoliberalismo y que han llegado hasta hoy más vigentes que nunca entre los streamers cachas como Llados que te garantiza una vida de éxito si te levantas a las cinco de la mañana para hacer burpees. El esfuerzo por el esfuerzo, ya ni siquiera hablamos de estudiar duro, simplemente hacer ejercicio de manera disciplinada y por arte de magia el dios neoliberal te dará lo que mereces. Y por supuesto, el contrapunto: si fracasas es porque no te has esforzado lo suficiente. Jackie empieza durmiendo en la calle la primera noche, viene de la precareiedad más absoluta de la que espera salir a través del esfuerzo individual. También usa su capital femenino para conseguir un trabajo follándose a un indeseable. Heteropatriarcado y liberalismo salvaje. Todo unido. Precisamente el hijo de ese machito repugnante aparece un momento fugaz con una careta de Reagan, afianzando el ambiente cultural que se estaba construyendo en ese momento y que ha enraizado en discursos de políticos y youtubers hoy en día. Por si queda alguna duda, vemos la caída del muro de Berlín.

Jackie no solo tiene un cuerpo construido por sí misma con esfuerzo, ella es especialmente corporal. Lou Sr., el personaje de Ed Harris es su némesis. Esto ya lo explicó Shyamalan en El protegido, la némesis de un superhéroe debe ser opuesta conceptualmente. Lou Sr. es poca cosa a nivel corporal y confía su fuerza al metal -la pistola- que Jackie considera innecesaria, pues es su cuerpo el que la defiende. Lou Sr., que como buena némesis también tiene algo de mentor, le regaña porque antes de matar a alguien hay que pensar bien en los detalles. Lou Sr. es la manipulación fría y calculada, cruelmente racional. Jackie es la respuesta refleja, irreflexiva. Solo escucha a su cuerpo, el cual le dice qué es lo correcto. Se deja llevar. Es pura emoción irracional. Ella es cuerpo. Él es mente, y su hija, Stewart, que se llama como él, Lou, ha heredado esa capacidad de control y cálculo. Vemos la confrontación cuerpo – mente entre Jackie y Lou Sr.; y el complemento cuerpo – mente entre Jackie y Lou hija. 

El cuerpo de Jackie reacciona de manera física a la injusticia contra las mujeres y especialmente al dolor de su amada. Lou hija llega a la ética a través de la reflexión, escapando de los impulsos oscuros de su cuerpo, representados por la adicción de su cuerpo al tabaco que la conecta con su pasado criminal. Jackie llega a la ética a través del cuerpo, de una intuición irracional. La propia película está concebida desde el cuerpo, como las de Verhoeven. El feminismo es visceral, no discursivo. La lectura neoliberal se siente más que entenderse. Las explicaciones sobran. Esto la diferencia, y la sitúa por encima, diría, de otras obras contemporáneas que parecen extraídas de un programa electoral.

Life to death, weak to strength
Cash a check, change your sex

Transformation de Nona Hendryx, activista LGTB. Suena en la película.

Violenta

El género que vertebra la historia es el neonoir. Algo al estilo de los Coen (Fargo, Sangre fácil) y que ha tenido respuestas más recientes con películas como Blue Ruin o Frío en Julio. América profunda de carreteras solitarias y cadáveres abandonados. Estructura de neonoir pero con anabolizantes. Y por eso el villano, el maravilloso Ed Harris, tiene un aspecto que parece sacado de una de Brian de Palma. Como las protagonistas, Harris es un acierto de casting. Eso sí, Nicolas Cage habría lucido el peinado igual de bien y se habría comido el bicho de verdad, como ya hizo voluntariamente para Besos de vampiro.

Cuando Glass quiere ser violenta lo es con esa contundencia que provoca cierta satisfacción. Utiliza la sangre como en un noir pero se nota que viene del terror y deja caer algún plano convenientemente pasado de gore. En realidad, hay muchos elementos formales de terror en esta película. Ya he hablado antes del body horror, pero también hay otros estilos más fantasmagóricos, incluso algo de horror cósmico, llegando a emparentar con Mandy y su alucinado terror de neón que mezcla los paisajes abandonados con la épica fantástica. Ese mal abstracto representado por lo que casi es una caverna directa al infierno. Está ambientada en Nuevo México, la tierra de los extraterrestres y el misterio y aunque no hay referencias demasiado explícitas a ese tipo de fantasía, se percibe. Se siente en el cuerpo. Como en Asteroid City, el paisaje lleva asociada una leyenda ufológica implícita. El paisaje como el cuerpo, son aquí representaciones con significado.

El plano inicial parece explicar todos los elementos de la película, al igual que hace Nolan en toda su filmografía. Partimos de esa herida en la tierra que es la idea misma del mal que acecha en los genes de Lou. A lo largo de la película veremos varias referencias siempre con ese expresionismo rojo tan poco sutil y tan eficaz. De ahí a las estrellas, referencia explícita a la fantasía de esa tierra de los extraterrestres. Y sin cortar, aunque con desplazamiento geográfico, bajamos a la tierra para mostrar el otro lugar importante: el gimnasio. Se llama cráter, conectando con la transición cósmica que acabamos de ver y viniendo de esa gran grieta en la tierra que podría ser también un cráter. Apreciamos fácilmente la actitud de la década de los 80 en la gente de la calle. Un inicio brillante.

Para esta mezcla de géneros entre lo sexy y el terror, es clave la excelente banda sonora original de Clint Mansell, uno de los grandes compositores que aquí está especialmente inspirado, en un tono que se adapta perfectamente al estilo de sintetizador de la década evocada. Además, la selección de canciones de la época es estupenda, primero porque no son los hits manidos habituales, segundo porque atmosféricamente encaja a la perfección y tercero porque algunas de ellas tocan elementos relacionados con la historia.

Inside mutant man
He will understand

Mutant Man de Patrick Cowley, compositor gay, de los primeros en morir de SIDA. Suena en la película.

Rose Glass pertenece a una nueva generación de cineastas que tiene un control tremendo del audiovisual. Que ambientan películas en unos 80 que no han vivido, que conocen a través del cine y la música que han consumido. Hay un montaje secuencia puramente estético que mezcla comidas de coño apasionadas con ejercicio en el gimnasio y presentación de Ed Harris como villano que vale más que algunas películas enteras. Es una generación acostumbrada al remix, a dominar el montaje, a la mezcla de géneros y a la evocación de estilos, obsesionada por la estética y las referencias. Quizá no muy dada a enfocarse en el discurso y en la estructura del guión, por lo que podrían parecer algo superficiales en su tratamiento de los temas. Pero quizá esta entrega absoluta al audiovisual de forma pura, esta epidermis estética, tenga más significado que cualquier discurso estructurado. Puro cuerpo.

Sangre en los labios

Media Flipesci:
7.5
Título original:
Director:
Rose Glass
Actores:
Anna Baryshnikov, Kristen Stewart, Dave Franco, Katy O'Brian, Jena Malone, Eldon Jones, Ed Harris
Fecha de estreno:
12/04/2024