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Reseña de la película El hombre de las mil caras

Alberto Rodríguez sigue dibujando España a base de thrillers. Abrió ese camino con la notable Grupo 7 contando los excesos policiales en el lavado de cara de Sevilla antes de la Expo del 92. Continuó con la aclamada La isla mínima y su retrato de la Andalucía rural en los primeros años de la democracia. Ahora es el turno de El hombre de las mil caras, la historia de un espía estafador que representa a las mil maravillas como la picaresca española se ha convertido en corrupción pura y dura.

La corrupción de los años 90

El hombre de las mil caras está basada en la historia de Francisco «Paco» Paesa (Eduard Fernández) y su implicación en la desaparición de Luis Roldán (Carlos Santos), aquel director general de la Guardia Civil que fue la representación más mediática de la plaga de corrupción política que afectó al PSOE a mediados de los años 90. Malversación de fondos, fiestas sexuales, guerra sucia contra el terrorismo… Roldán protagonizó la crónica política y social de aquellos días. Pero Roldán no es el protagonista de esta película. Paco Paesa, un manipulador y un maestro de la mentira,  el hombre que ayudó a escapar a Roldan y luego organizó su rocambolesca entrega, es quien protagoniza esta especie de Atrápame si puedes cañí.

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Alberto Rodríguez, junto a su coguionista Rafael Cobos, se apoyan en el personaje de Jesús Camoes «El Piloto» (José Coronado), un colaborador de Paesa, para guiar la compleja y densa historia. La voz en off de Camoes adquiere una gran presencia, demasiada, convirtiendo su relato es el foco narrativo de la película.

Más datos que atmósfera

Un personaje como Paesa, mentiroso compulsivo, siempre con un plan oculto detrás de sus actos, tiene muchísimas posibilidades cinematográficas. Abre la puerta a un guión que juegue con el espectador de manera justificada, de la misma manera que Paesa jugó con todos. Sin embargo la opción de Rodríguez y Cobos es otra, es buscar la narración clara de aquellos hechos. El guión no escatima en datos, en explicaciones de la trama o en contextualizaciones. Tiene el mérito de conseguir que un hilo tan enrevesado se siga con claridad y de manera ordenada; pero El hombre de las mil caras no es un trabajo periodístico, es cine. No se trata de que alguien diga «esa noche sentíamos el peligro cerca», se trata de que el espectador sienta que el peligro está cerca.

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El guión se centra en la narración de la fuga, la negociación, el lavado de dinero,.. la narración de los hechos a fin de cuentas. Tanto que no deja espacio para reflejar las motivaciones de los personajes o lo que hay detrás de todos esos actos. Ni siquiera a un nivel más global, más antropológico, como si ocurría con Grupo 7 o La isla mínima que se convertían en el reflejo de una sociedad y no sólo de unos individuos.

Excelente factura

Por otro lado la ambientación es magnífica, una recreación de los años 90 intachable. Como tambien es intachable el trabajo de los actores, sobre todo de Eduard Fernández, un actor que es raro que no cumpla de manera sobresaliente con su trabajo y que en esta ocasión se ha visto recompensado con la Concha de Plata del Zinemaldia. También son destacables las pinceladas de humor e ironía que salpican el metraje y contribuyen a no hacerlo nada pesado. Porque Alberto Rodríguez quizá haya fallado en la construcción de atmósfera, quizá no haya profundizado en los personajes, pero si que ha rodado El hombre de las mil caras con buen pulso narrativo. Las dos horas de película pasan rápido y entretenidas provocando, seguramente, pensamientos similares a «madre mía, la realidad supera a la ficción».

 

El hombre de las mil caras

Media Flipesci:
6.5
Título original:
Director:
Alberto Rodríguez
Actores:
José Coronado, Eduard Fernández, Miquel García Borda, Santiago Molero
Fecha de estreno:
23/09/2016