Si hace unos días pudimos ver a Rafa Berrio en solitario ofreciendo un concierto en el bar El Muro, este sábado, a las 20:00 en Tabakalera, podremos verle junto a Ikerne Giménez, Nagore Etxabe e Iñaki Huarte en un concierto homenaje a Poch, el añorado músico donostiarra que fuera líder de Derribos Arias. Entre concierto y concierto charlamos un rato con él.

Tu último disco es más rockero que los dos anteriores ¿responde eso a un estado vital? 

Quería desconcertar un poco a los que me conocían por las canciones afrancesadas y los valses lánguidos de 1971 y Diarios, y de paso demostrarme a mí mismo que “aún” podía componer un disco de rock en acordes mayores y de quinta.

Las críticas recibidas por tu último trabajo no se corresponden con su repercusión. ¿A qué crees que se debe eso? ¿Es una música para minorías o es un problema de desconocimiento?

Es un problema de defecto de forma. Cuando las canciones son realmente buenas la obra sale adelante por sí misma, sin necesidad de estrategias de mercado y cosas por el estilo. Si mis canciones no suenan en la radio será debido a que no son lo bastante buenas para que sean más populares, aunque sean apreciadas por una minoría selecta. Pero bueno, no me importa ser considerado un maldito. Al contrario, me divierte, me halaga. Me gusta el arte dirigido a la minoría, me da grima el mainstream. En el fondo todos tenemos ese escrúpulo aristocrático, o snob, digamos.

 

Rafa Berrio en la rueda de prensa de "La reconquista" en el Zinemaldia (Foto de Pablo Gómez)

Rafa Berrio en la rueda de prensa de «La reconquista» en el Zinemaldia (Foto de Pablo Gómez)

¿Has notado repercusión al participar de manera tan activa en una película como “La reconquista”?

Sí, claro. Muchos cinéfilos treintañeros me escriben para decirme que han descubierto mis canciones por La Reconquista. Se lo debo a la generosidad de Trueba.

¿Y cómo conociste a Jonás Trueba? 

Conocí a Trueba en algún club de Madrid, seguramente en El Rincón del Arte Nuevo, de la calle Segovia. Quizá por el año 2010. Yo solía tocar allí y Jonás y su círculo de amigos, tales como el cineasta Javier Rebollo, la escritora Aloma Rodríguez, o diversos actores y actrices, nunca faltaban a esos conciertos semiclandestinos. De qué manera me habían conocido, lo ignoro.

¿Cómo surgió el trabajar con él? 

Jonás me llamó por teléfono, me contó en pocas líneas su proyecto y yo acepté. Así de simple. Intercambiamos luego numerosos mails donde él íba desarrollando cuidadosamente la trama, los diálogos, los escenarios. Se trataba de hacer un pequeño papel interpretándome a mí mismo y tenía que componer una canción original para la película. La que fue Arcadia en Flor.

¿Cuánto hay de personaje en el Rafa Berrio de los escenarios, entrevistas o redes sociales?

No voy a desvelar el porcentaje de autenticidad o de máscara. No me conviene hacerlo. Ni a mí, ni a ningún artista, a menos que sea un cándido.

Cantas cosas como “Todo lo he visto” o “cómo puede sorprenderte a tí que vayas perdiendo, cuesta abajo como vas la alegría de vivir” Tus letras suelen mirar más al pasado que al futuro?

Es que de algún modo no existe más que el pasado. No creo que el presente pueda vivirse de una manera plena como nos dice la psicología new age. Esto no es creíble porque existe la conciencia y la conciencia nos lo impide. Un gato o un pájaro pueden vivir un eterno presente, pero el hombre, el ser humano, no. En cuanto al futuro, es algo que no acaba nunca de llegar.

 ¿Eres optimista, pesimista o resignado? ¿qué te ilusiona? Si es que algo te ilusiona.

Soy moderadamente optimista. No soy un Cioran con la pulsión del suicidio pero tampoco el Walt Disney de Bambi. Me ilusionan cosas como los libros que he comprado y aún no he leído, las canciones que tengo a medio componer antes de que me defrauden, el próximo viaje proyectado, por poner un ejemplo, a Portugal, y bueno, cosas por el estilo, como a cualquiera.

Tus canciones desprenden un aire solemne, en ocasiones desencantado, que en ocasiones tapa la dosis de humor que creo percibir en tus letras. ¿Crees que e humor es algo serio? 

Un periodista calificó mis canciones de “sarcasmo terminal”. Creo que es una buena definición. Somos tan ridículos y todo es tan ridículo que se me hace muy difícil escribir sin humor. Sólo los santos y los héroes carecen de él. La falta de humor es inhumana.

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Alguna vez te he oído comentar que tu verdadera pasión es la literatura, ¿Eres un artista que pone música a sus textos o le pones letra a tu música?

Siempre escribo primero la letra. Es mi método y me parece el más adecuado para lo que yo quiero transmitir. Muchos artistas hacen al revés, desarrollan una melodía y luego escriben “a monstruo”, que es como se denomina en la jerga del oficio. A mí esta manera no me sirve porque me limita, me condiciona terriblemente. Yo escribo sintagmas de 12 sílabas, o de ocho. O sea, puramente del idioma español. Pero si piensas primero la melodía lo normal es que estés obligado a escribir sintagmas de 5 sílabas y terminación aguda, lo cual es penoso porque no existen sino en el idioma inglés.

¿Crees que serías capaz de desligar la literatura de tus canciones?

No sería capaz. Y tampoco veo para qué quisiera desligarlas. De todas formas tanto como la letra me importa la música. Yo me paso meses trabajando con la guitarra progresiones y ruedas de acordes que tengan cierta originalidad, intentando que las letras que previamente he escrito funcionen con el tono melódico que piden y no con otro, haciendo canciones, en definitiva, que es la suma de ambas cosas: letra y música.

Ya que estamos hablando de literatura y música, ¿qué opinas del nobel a Dylan?

No tengo opinión formada al respecto. No lo he meditado lo suficiente como para formarme un criterio. Hoy en día todo el mundo tiene “su opinión”. Yo no diría tanto.

En poco tiempo te vamos a ver tocando en Tabakalera en el homenaje a Poch, ¿quién es Poch para ti? 

Poch era unos 7 años mayor que yo. En el año 1980 mi hermano Iñaki Berrio supo que había un grupo llamado La Banda Sin Futuro que solían tocar en un club subterráneo de Amara llamado Anémonas. Allí estaba Poch, junto a Alejo Alberdi que tocaba los teclados y la guitarra con él. Aquella actuación nos zarandeó, nos trastornó definitivamente. Luego tuve una amistad mantenida a lo largo de los años, antes de su traslado a Madrid con Derribos Arias y cuando en los primeros 90 regresó a San Sebastián con la enfermedad ya bastante avanzada.

¿Y cómo músico?

¿Qué decir de Poch, de su genio extravagante? ¿De este hombre que deliraba las 24 horas del día? Quien le conoció sabe que describir a Poch en palabras es tarea imposible. Decir, eso sí, que la importancia de Derribos Arias para la historia del pop moderno español es fundamental y que así hay que reconocerlo, sin ningún género de duda.

Recomiendo, por cierto, el libro de Carlos Rego, Licencia para Aberrar. Derribos Arias, para quien esté interesado en el personaje.

Enlazando con Tabakalera, ¿cómo ves la vida cultural de San Sebastián?

La vida cultural de San Sebastián es infinitamente mejor que en los años jóvenes de mi generación, al menos en lo que se refiere a la cultura institucional, aunque quizá en detrimento de la cultura privada, underground o marginal, que creo que era más rica y singular en aquellos años de la transición y primera democracia, etc, donde la normativa era bastante flexible.

¿Participas como espectador?

Yo actualmente suelo frecuentar los conciertos del Bukowski, del Dabadaba, de Gazteszena, las exposiciones del Koldo Mitxelena, el ciclo Erakusleihoa del centro Ernest Lluch, presentaciones de libros en Garoa de Gros, y cada miércoles, especialmente, la tertulia literaria que mantengo con mis amigos poetas y gente de letras. En fin, cosas así por el estilo.

¿Cómo has vivido el 2016?

En enero ofrecí un show con mi banda en el Hogar de Jubilados de Atocha, el día de la inauguración, y es muy probable que dé otro espectáculo el día de su clausura, en diciembre.

En el intervalo, muchas cosas que ahora casi no recuerdo.