Entrevista a Borja Cobeaga
Guionista junto a Diego San José de las dos películas de Ocho apellidos, también de las primeras temporadas de Vaya Semanita, nominado al Oscar por el corto Eramos pocos, director de Pagafantas, No controles y Negociador… Ahora estrena en Netflix su cuarta película, Fe de etarras, que acaba de pasar por el Zinemaldia. Un buen momento para charlar con el director donostiarra.
En una entrevista anterior me contabas que querías realizar una puesta en escena más expresiva que en tus dos primeras películas. Una que potenciase la comedia, donde la cámara ayude a reforzar el chiste y la tensión. ¿Crees que lo has conseguido?
Creo que Fe de etarras tiene una puesta en escena muy clásica. Por el tipo de lentes, por su uso del travelling, del tamaño de plano. Creo que es mucho más expresiva que la de No controles o Pagafantas, pero mucho más académica que en Negociador por ejemplo. Básicamente porque es una peli con mucho más diálogo y más coral. En Negociador importaban mucho los silencios, el hastío, y estaban expresados con planos estáticos, simétricos, que por decirlo de alguna manera “llamaban más la atención”. Fe de etarras es más discreta en ese sentido pero tiene dos cosas que no había hecho nunca. Por un lado, atmósfera. El espacio y el ambiente donde transcurre la peli es importante y el trabajo de Javi Alvariño en los decorados y Jon D. Domínguez en la fotografía potencian el agobio de estar encerrado en un piso. En segundo lugar, hay una apuesta expresiva muy clara en el prólogo. La idea era hacer una secuencia que no tuviera nada que ver con el resto de la peli. Si la peli va de un comando desastroso, la primera secuencia en Bayona tenía que ser dura y realista. Poca concesión a la comedia, lenguaje de thriller total. Y estoy muy orgulloso de cómo es el decorado, cómo es el ritmo de los actores, el montaje de Elena Ruiz y el trabajo de cámara en esa secuencia.
¿Eres autocrítico con tus películas?
Me considero bastante autocrítico porque a mis películas les quitaría 20 minutos a cada una. Quizás 30. Porque me parece que tienen cosas que están muy mal en cuanto a mi trabajo como director. De Fe de etarras te puedo hablar de más de 10 fallos de dirección que incluso ya veía en la fase de posproducción. Intenté arreglarlos pero la pospo no es Lourdes y hay cosas que no se pueden solucionar. Pero me ha pasado con todas: con lo malo te tiras de los pelos y con lo bueno no entiendes cómo lo hiciste. Con el paso del tiempo polarizas. Lo bueno te sorprende y lo malo te da repelús. Siempre he entendido que el principal motor para tu siguiente proyecto son los fallos del anterior, así que no me quejo y tiro para adelante.
Dándole la vuelta, ¿cuáles crees que son tus virtudes como cineasta?
Habrá quien haya visto mis pelis y no estará de acuerdo, pero creo que mi punto fuerte como director es el tratamiento del tono. No soy un gran narrador y me defiendo con la dirección de actores pero estoy obsesionado para buscar el tono de cada historia. Como hago comedia me gusta forzar hacia el disparate o hacia el realismo dependiendo de qué peli, qué escena, qué personajes.
Ha pasado mucho tiempo desde la primera vez que escuché hablar del proyecto sobre una comedia en un piso franco de ETA. ¿Cuánto ha cambiado en este tiempo?
Ha cambiado mucho. Primero fue una película de episodios, luego Diego San José y yo nos centramos en un piso franco. ¿La razón? Que vimos que iba a ser una película complicada de financiar y quisimos hacerla pequeña. El tono también ha cambiado y la película que finalmente hemos rodado está impregnada de un aire crepuscular que tiene que ver con que ETA ya no está en activo y decidimos narrar la vida de un comando consciente del final de la banda. Siempre se ha mantenido un espíritu muy Vaya semanita, sobre todo por esas conversaciones de doble sentido que hay en la peli y que son muy típicas del Vaya semanita que Diego y yo hicimos. En eso no tiene nada que ver con Negociador, que tenía poco del estilo del programa de ETB.
¿Es difícil mantener la perspectiva cuando llevas tanto tiempo con un proyecto?
La peli ha cambiado tanto que no es una cuestión de perspectiva. No es como si hubiera rodado un guión de 2006 o 2010.
Justamente la perspectiva del tiempo hizo que cambiara el argumento. ¿Qué hace un comando cuando ETA termina? ¿Deciden incorporarse discretamente a la vida de una ciudad española de provincias? Ese punto de vista no lo teníamos hace 10 años y es el que hace poco decidimos que había que imprimir a la historia.
No sé si conoces la propuesta Bang Bang, en cualquier caso, ¿con que otra película te gustaría que Fe de Etarras compartiera cartel en una sesión doble?
Conozco Bang Bang sí, aunque nunca ha coincidido que pudiera estar en Donosti para ir a una sesión. Por lo que he visto hay un hermanamiento con las pelis pero también contraste, ¿verdad? Que son pelis de géneros diferentes pero que tienen un sentido de la diversión similar. Pues no sé, tendría que ser un thriller o una peli de terror. También vasca o española… ¿Qué tal con Los Cronocrímenes o REC 3?
Vuestro humor tiene mucho de exagerar la realidad hasta hacerla ridícula, pero a veces veo el mundo real tan exagerado y ridículo que me pregunto si más que inspiración a veces no será competencia para los humoristas
Desde que apareció Youtube vi que esos videos de Callejeros con Ramón el de Pitis y así eran una competencia. Porque su autenticidad es imbatible, porque no necesitan un giro final, por todo. Quizás por eso es imposible que se haga una buena peli sobre la televisión. Vale, está Network, pero una peli así ahora se vería como una sátira tibia. Por eso es complicado hacer una peli graciosa sobre el mundo de los programas del corazón o los realities. No puedes aumentar su locura. Sin embargo, luego aparece El Mundo Today y son capaces de darle la vuelta a algo, de inventar sobre la realidad. Eso es tener talento. Si los demás no somos capaces de superar la realidad con la ficción es quizás por falta de brillantez.
Sólo veo dos diferencias importantes entre «Vaya semanita» y «Fe de etarras»: que en 2003 ETA seguía en activo y que no existía Twitter.
— Borja Cobeaga (@borjacobeaga) 16 de septiembre de 2017
Hablando del mundo real, es imposible obviar la polémica que ha rodeado a Fe de etarras. En 2003 con ETA en activo no tuvisteis problemas, 13 después si. ¿Se ha magnificado todo el ruido por las redes sociales?
Este tema que planteas es amplio, porque por un lado está la nueva censura, algo que el periodista Soto Ivars está analizando en sus artículos, en sus libros. Lo llama postcensura. No es una censura institucional, no es vertical, puede ejercerla cualquiera. Mucha gente ya no se desahoga en el bar o delante de la tele sino que vomita todo lo que piensa, incluso lo que sería incapaz de decir en voz alta, en una red social. Nos dijeron que las redes sociales democratizarían pero nos ha convertido a todos en censores. El ejemplo más claro es lo que ha sucedido con la nueva trilogía de La guerra de las galaxias. No están haciendo pelis originales, están haciendo películas para calmar a fans. Calcos de las anteriores, no están arriesgando nada. ¿Y eso pasa porque no son capaces de hacer algo nuevo? No, sucede porque están acojonados con que unos nostálgicos les monten un pollo en Twitter.
Siempre se habló de que la tecnología permitiría al público acercarse a la creación y me parece que eso que se anunciaba como un avance es un retroceso enorme. Así es imposible sorprender al espectador. Cuando George Lucas hizo La guerra de las galaxias original la gente se reía de él, no confiaban en absoluto en el proyecto. Si estás mirando de reojo inquisición tuitera te conviertes en un cineasta bienqueda. Lo mejor que le ha pasado al audiovisual en los últimos cinco años es la tercera temporada de Twin Peaks. Si David Lynch y Mark Frost hubieran escuchado a los fans de la serie original, la tercera parte habría sido un remake asqueroso y nostálgico de la primera temporada. Y lo que te digo para esto también me sirve para cualquier polémica en Twitter.
Cuando hablamos de «El negociador» me contabas que era un proyecto personal y pequeño porque querías rodar de una manera más controlada y libre sin recibir «noes» por tratarse de una tragicomedia con ETA ¿Cómo ha sido trabajar con Netflix en ese aspecto?
Creo que hay un cálculo similar. Desde que vimos las primeras complicaciones para realizar Fe de etarras decidimos que sería una película pequeña, con pocos personajes, casi todo en una localización. Por eso cuando Javier Méndez, el productor de la peli, nos propuso hacerla con Netflix, ahí vimos el camino adecuado.
Tú puedes hacer una comedia de enredo, estrenarla y distanciarte del material. Puedes defenderlo o sentirte ajeno pero nadie te juzgará como persona. En este caso no puedes distanciarte, tienes que estar al cien por cien de acuerdo con lo que propones. Eso es justamente lo contrario de frivolizar, tienes que estar muy seguro de todos los elementos que contienen tu película. Porque habrá acusaciones, habrá prejuicios o incluso insultos si haces una comedia sobre ETA. Y para ello tienes que identificarte totalmente con la peli para poder defenderla. Eso con Netflix ha sido posible. Han llegado y se han atrevido a producir un proyecto no sé si maldito, pero que sí había peregrinado varias productoras o televisiones. La libertad que hemos tenido ha sido total. Lo que pasa es que luego la película no es la fantasía transgresora de algunos. Es una peli muy blanca, muy sencilla y nada provocadora.
Netflix… En Cannes casi se habló más de la guerra entre exhibidores, distribuidores tradicionales y plataformas digitales que de las películas. ¿Crees que hay sitio para todos?
Hay sitio para todos, no me cabe duda. El público que va a una sala de cine rara vez coincide con el que ve pelis o series en Netflix. Un ejemplo, donostiarra además. El otro día fui a ver La cordillera con mi hermana. Fuimos al Príncipe, era sábado, sesión de siete y media de la tarde. Nos tuvimos que poner casi al lado de la pantalla porque la sala estaba llena. Yo, a mis 40 tacos, era el más joven de la sala. ¿Por qué triunfan las pelis de Darín o las comedias francesas? Porque tienen su público en las salas. Y por otro lado muchísima gente ha visto las pelis de Nacho Vigalondo, por ejemplo, pero no en las salas de cine. Es un director de éxito pero sus películas no han triunfado en las salas convencionales. Sí en festivales, en VOD y sobre todo en torrent… Aún así seguimos oyendo eso de que “internet es el futuro”. Desde hace muchos años es el presente. Yo quiero pensar que hay exhibidores que no tienen miedo a estrenos simultáneos, a películas que sí son cine y que no se proyectan en salas. Pero tienen que pensar que su modelo de negocio ha cambiado. Para los cineastas creo que es algo bueno, desde luego. A más ventanas, más oportunidades de hacer la peli que quieres.
Hace poco charlábamos con Carlos Muguiro, director de la Elias Querejeta Zine Eskola, y nos contaba que veía un gran problema en la dificultad que tienen los directores para hacer una carrera de rodar más allá de dos o tres películas.
Estoy completamente de acuerdo. Cuando hice mi primer largo se publicó un libro de muchas páginas. Era una guía de cineastas españoles con una sola película. Yo ya he dirigido cuatro y he escrito algunas más para otros directores. Me considero muy afortunado porque yo iría más allá. No sólo hay directores con dos películas, sino cortometrajistas de inmenso talento que luchan por hacer su primer largometraje. Hace años el tránsito era más sencillo. Hablo de cuando compañeros míos de generación como Rodrigo Cortés, Paco Plaza, Koldo Serra, Nacho Vigalondo, Jose Mari Goenaga, Jon Garaño, Telmo Esnal, Asier Altuna, Javier Ruiz Caldera, Paco Cabezas, Mar Coll, Belén Macías… Sólo por decirte unos nombres. Todos debutamos la década pasada, aprovechando una política que potenciaba las óperas primas. Muchos menos cortometrajistas han dado el salto en los últimos años. A Esteban Crespo le costó muchísimo debutar y eso que tenía cortos premiadísimos incluso con una nominación al Oscar.
Echo en falta en la industria española que los puentes sean más sencillos, que antes los cortos eran cantera y ahora no hay productores que estén al tanto de lo que se mueve en el mundo del corto. También que las teles sólo produzcan thrillers cipotudos o comedias de tópicos. Afortunadamente siempre hay excepciones, pero es más mérito de gente concreta que consigue tras mucho trabajo sacar algo diferente adelante. Estoy pensando en Verano 1993 o en Carlos Vermut, que creo que son las dos últimas grandes eclosiones de talento sorprendentes. Yo quiero una cinematografía en la que coexistan Es por tu bien y Magical Girl. Esa variedad es la que me parece sana e interesante. Sí que es verdad que gracias a Movistar, Netflix o HBO el panorama se amplía. Hay mucho trabajo ahora en el audiovisual español pero espero que se mantenga a lo largo de los años.
Una comedia, de Hollywood además, acaba de ganar la Concha de Oro y la mayor parte de la gente ha valorado positivamente el premio. Supongo que eso sentará bien a un director de comedias como tú. A veces parece que la comedia es un género menor.
Yo creo que es un género menor si es mala. Porque la comedia es arriesgada. No hay nada más duro que hacer una comedia con la que gente no se ríe. Ese silencio es desolador. Las comedias buenas sí triunfan en premios y festivales y tienen buena prensa. Las malas, aunque tengan el favor del público, tienen menos prestigio, claro. Lo pensé cuando vi que El ciudadano ilustre ganaba un montón de premios en los Platino. ¿Se reivindica con eso la comedia? No, se reivindica el cine bueno. Por supuesto que como director de comedia me encanta que el género gane premios y que muchas veces he visto que comediazas como Kiki de Paco León han sido ninguneadas. Pero creo que no es mi caso. Creo que mis pelis se han valorado siempre en su medida.
¿Se puede mantener una actitud «autoral» y a la vez funcionar en la industria?
Es el sueño de todo director. Hacer las películas que te gusten y ser taquillero. O por lo menos si no eres taquillero que tus pelis tengan la suficiente repercusión como para hacer la siguiente. En España pasa con Almodóvar, Bayona, Amenábar, Alex de la Iglesia, Daniel Monzón, Alberto Rodríguez. Son cineastas que hacen las películas que quieren y muchas veces como quieres y luego tienen reconocimiento del público, de la industria y de la crítica. Lo que pasa es que para llegar a eso tienes que ser muy bueno. Usando un símil de Fe de etarras, ellos son de medalla y los demás como mucho estamos ahí a nivel “diploma olímpico”.
Tras Vaya semanita, Negociador, Fe de etarras y los guiones de Ocho apellidos, ¿no tienes miedo de encasillarte en la comedia sobre “vascos»?
Estoy encasillado, soy consciente, no es que esté a punto de encasillarme. Llevo encasillado bastante tiempo. Por eso no pienso volver a hacer una película sobre el tema en mucho tiempo. Y eso que hace años Juan Cavestany escribió un guión para mí que en cierto modo completaba la trilogía sobre ETA que quería hacer junto a Fe de etarras y Negociador. Era una peli sobre Bartolín, el concejal que fingió un secuestro de ETA. El guión es espectacular pero es una peli complicada de financiar y de hacer. No es barata como las otras dos, es una peli difícil en muchos sentidos. O esa peli de ciencia-ficción con la que fantaseamos o bromeamos Diego San José y yo, Gora E.T. Transcurre durante el desarme de ETA. Entregan las armas a las Fuerzas de Seguridad del Estado y en ese momento un OVNI aparece en el cielo, comienza una invasión alienígena. ETA y la policía unen fuerzas para luchar por la independencia. Del planeta Tierra. Pero ya te digo que ahora me apetece no sólo tratar otros temas sino otros géneros que no son comedia.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Es curioso porque siempre que me preguntaban por esto en anteriores estrenos decía Fe de etarras o Súperlópez. Una la he hecho y la otra acaba de terminar de rodarse así que tengo esta casilla en blanco. Hay proyectos, claro, pero quizás es pronto para decir qué son, aún no son más que notas en una servilleta.