El viernes 16 de marzo comienza la novena edición del Mojo Workin’. El festival que montaron Gure Gauza, la asociación fundada y liderada por Jokin Arizmendi y Arkaitz ‘Punko’ Kortabitarte. Lo que empezó siendo una pequeña fiesta sin muchas pretensiones se ha convertido en uno de los eventos musicales más exitosos de la ciudad (y de muchos kilómetros a la redonda). Eso si, sin perder el espíritu festivo. Un fin de semana que acostumbra a colgar el cartel de «no hay billetes» en Gazteszena año tras año. Un festival que ha traído a la ciudad a figuras tan legendarias como Mitch Ryder, los Flirtations, los Contours, las Velvelettes, Dee Dee Sharp… un auténtico lujo que no nos cansamos de agradecer quienes lo disfrutamos cada año.

Sin Jokin y con nuevo libro

Esta edición Punko se encarga en solitario de la organización. Por motivos laborales Jokin va a estar seis meses en Colombia. «Creo que también le vendrá bien desconectar un poco y descansar, por salud mental. A él le afectan más que a mi los problemas que cada año surgen organizando el Mojo«, cuenta Punko. Por un lado se congratula de que va a tener más libertad para tomar decisiones que no habían tomado hasta ahora, por otro lado sabe que tendrá que asumir muchísimo trabajo que hacía su amigo y compañero de aventura.

Entre las decisiones que ha tomado Punko este año es apostar por el merchandising. «Lo veo fundamental, ¡vital! Aunque sólo sea recuperar la inversión eso ya supone publicidad, gente que va por ahí con la imagen y el logotipo, puede generar curiosidad e interés«. Eso supone que, ahora mismo, tiene su casa llena de cajas. De libros, de discos, de vasos, de camisetas, de bolsas… y de libros, porque este año presenta Cuentos y melodías del Mojo Workin’ Vol.2, que promete ser tan divertido y disfrutable como el volumen 1.

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Habrá una tirada de 400 en castellano y 100 en euskera. La anterior fueron 500 únicamente en castellano. El libro ha sido publicado con la ayuda del programa Olatuak de la Diputación de Gipuzkoa y se podrá comprar en el Eiger. Punko explica que «no quería el típico libro sobre el artista, algo tostón, que no avanza, que se extiende en los detalles técnicos de cada canción. Tampoco quería entrar en las biografías, porque para eso ya hay muchísmos libros y muchísima cosa en internet. Quería una cosa dinámica, como el anterior«. Cuando le digo que el anterior es un libro muy fácil de leer y muy divertido, responde «me lo han dicho más veces y ese es el comentario que más me gusta, porque esa era mi intención«.

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El lado humano de los artistas

La verdad es que estar un rato hablando con Punko sobre su relación con los artistas del Mojo sirve para constatar que tiene material de sobra para este y muchos libros más. En apenas unos minutos me cuenta varias anecdotas, por ejemplo que Billy Prince le contó que Marv Johnson y Berry Gordy se conocieron en la tienda de discos de su padre. De ese encuentro salió un single titulado Come to me, el primero de un sello llamado Tamla que más tarde se convertiría en la Motown. Casi nada. También me cuenta historias de luchas de royalties por valor de millones de dólares, de como Mitch Ryder cambió de vida y decidió ser mejor persona, de tiroteos en el sur de Estados Unidos en plena época de la lucha por los derechos civiles o de como Joe Billingslea mira asombrado el ascenso de Trump, algo que le hace recordar aquellos años oscuros. Historias personales, el lado más humano de artistas que admiramos. No miente Punko cuando dice que «el libro es un retrato de como yo les he conocido. He tenido la suerte de que me cuenten en primera persona historias rocambolescas, anécdotas increíbles, cosas trágicas también. Me gustaría que la gente conociera a las personas detrás de la canción que les gusta«.

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El fin de fiesta con los Contours el año pasado es uno de los momentos más grandiosos de la historia del Mojo -recomiendo leer en el libro la historia de como Al Chisholm, cantante solista de los Contours, no pudo volar con el grupo y Jokin tuvo que luchar contra viento y marea para traerlo en otro vuelo- que terminó Punko y Jokin encima del escenario junto a los artistas. «Yo soy muy tímido, pero cuando me llamaron me dije o subo o me voy a arrepentir toda la vida«. Momentos antes, confiesa, estaba al fondo de la sala, acompañando al cámara que inmortalizaba el concierto, llorando de la emoción.

El futuro del Mojo

Se acerca la décima edición y ya está barruntando hacer algo especial. Quizá una votación popular, quizá algún artista sorpresa, quizá un cartel algo más grande… «La décima edición se merece algo especial, pero eso supone mucho mas trabajo. Si traemos un grupo más también es más trabajo para la banda y ahora mismo ya hacen un esfuerzo muy importante«.  Es consciente de la dificultad, pero también de la grandeza de la ocasión: «Si me lo dicen hace diez años no me lo creo. La idea original era hacer un weekend con DJs que no solían venir a Donosti. Un año hicimos una buena caja y nos planteamos ¿seguimos con lo mismo o nos arriesgamos a traer a un artista grande? La filosofía de Gure Gauza siempre ha sido invertir lo que ganábamos y en 10 años hemos pasado de un presupuesto de 2.000€ a más de 60.000€«. Una cantidad que se antoja escasa si se piensa en la cantidad de billetes de avión que tienen que comprar, en lo que cuesta alojar y alimentar a los artistas durante casi una semana en San Sebastián, alquilar la sala, pagar a los músicos de la banda y el resto de gastos que se pueden ocasionar. El público lo disfrutamos durante 96 horas, pero detrás hay once meses de trabajo y mucho riesgo.

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Luego está el futuro. Punko es consciente de que el festival tiene que ir cambiando porque el tiempo no perdona y estamos hablando de artistas con más de 70 años. La inquieta mente de Punko ya está imaginando cosas, me habla como se está reviviendo la escena del blues del Mississipi y del Hill country blues gracias a sellos como Fat Possum. Artistas que pueden hacer que el Festival mantenga la esencia y el respeto a la tradición, pero se abra a nuevos caminos. Lo que está claro es que traerán artistas que les gustan, música que ellos querrían escuchar. «Este año traemos a las Vandellas, sin Martha Reeves que sigue actuando en solitario. Igual para nosotros era más seguro intentar traer a Martha Reeves, que tiene más nombre; pero nos parece que Roschelle Laughhunn, la cantante actual de las Vandellas, tiene muchísima mejor voz a día de hoy. Apostamos por eso porque estamos seguros de que la gente va a salir con subidón del concierto. Pensábamos que igual tenían menos tirón, pero a la hora de la verdad hemos vendido las entradas del sábado antes que nunca«. Le digo que está claro que el Mojo es más que su cartel, es el ambiente que se vive, la magia que lo rodea: «Se nota que cada vez se queda más gente a las pinchadas postconcierto, porque se corre la voz del buen ambiente que hay, muy en familia. Eso me alegra muchísimo«.

Algo estarán haciendo bien cuando el Mojo tiene tanto éxito: «No sé si bien, pero si con cariño. Soy consciente de que hay cosas que las hacemos mal, porque no sabemos o porque no llegamos a más. Pero es música que nos apasiona y el festival lo hacemos con mucha pasión«.