La Purga, la exitosa trilogía de James DeMonaco parecía bastante cerrada a nivel argumental pero está haciendo demasiado dinero como para parar. Este julio llega una nueva entrega en forma de precuela y es una de mis películas de terror más esperadas. Aprovecho para dar un repaso a la saga, buen cine de acción de serie B con mensaje político.
De qué va
Parte de una premisa de política ficción. En una sociedad americana asolada por la violencia y el paro, los nuevos “padres fundadores” idean un nuevo sistema. Un día al año, la noche del 21 al 22 de marzo, hay libertad para cometer cualquier crimen, sin castigo de ningún tipo. Esto provoca, según sus defensores, que el resto del año apenas haya delincuencia, que baje el paro y que la situación económica sea mucho mejor. De esta manera, la sociedad americana acepta esta noche de crimen, como un mal menor.
Las tres películas están ambientadas en lo que dura una de estas noches y la trama se mueve básicamente en torno a la supervivencia de los protagonistas, aunque de fondo hay otras ideas.
Las claves
La particular premisa permite al autor desarrollar en segundo plano (según avanza la trilogía es más explícito) algunas ideas políticas. El primer aspecto que queda claro es que la purga afecta de manera terriblemente desigual. Quien tiene dinero y una buena casa en un barrio residencial puede permitirse carísimos sistemas de seguridad que permiten convertirla en casi una fortaleza. Mientras la gente con menos recursos, y especialmente las personas sin hogar, son un blanco fácil. La purga se convierte así en una eugenesia social encubierta, donde se eliminan a los miembros de la sociedad que no son rentables.
Es fácil ver un paralelismo con la libertad de llevar armas en USA. En la trilogía se va dejando claro que muchos consideran un derecho como americanos participar en la purga, de la misma manera que se enarbola el derecho a la autodefensa con las armas. La diferencia de intensidad en la que se sufre la purga entre las zonas ricas y las pobres, también nos lleva a pensar en las armas.
En general, la sociedad de la purga es ultraliberal y conservadora. Una sociedad que deja de lado a los más desprotegidos. Una sociedad atada a (nuevas) tradiciones que estéticamente refleja claramente la derecha más dura de USA.
The Purge, una presentación modesta
Es la más barata de las tres y eso se nota. Casi por entero rodada en unidad de lugar en la buena tradición de la serie B que sitúa a un grupo resistiendo en un su particular fortaleza. Un esquema que nos lleva a la seminal Río Bravo y que luego fue aplicado por John Carpenter (confesado abiertamente) en Asalto a la comisaría del distrito 13. Sigamos el hilo. En 2005 Jean-François Richet realizó un remake bastante digno de esa película de Carpenter. El protagonista era Ethan Hawke. El guionista era James DeMonaco.
Con esta valiosa experiencia como guionista y con una primera experiencia como director después en Staten Island, se lanza a su pequeño proyecto de la purga. Es un argumento sencillo, un guión sin complejos abiertamente de serie B con el objetivo de sacar el máximo partido a la diversión. Es un Asalto al distrito 13 con más concesiones, más fresco, también más irregular y menos efectivo. Y de paso, es una historia con una lectura de mensaje muy marcado como ya he comentado antes. Con un Ethan Hawke que ya había participado en aquella y también en Staten Island, por lo que confía en DeMonaco para trabajar con un caché reducido.
Dentro de lo reducido de su presupuesto, DeMonaco consigue un ritmo estupendo dentro de la casa y lo mejor de todo: un villano pijo y psicópata que podría haber salido de la mente de Haneke, interpretado por Rhys Wakefield con malicia. La parafernalia de máscaras y terror grotesco van a definir la estética de la saga como una especie de Halloween para adultos (me refiero a la festividad, no a la película de Carpenter).
The Purge: Anarchy, acción de serie B por toda la ciudad
Si la primera entrega es Asalto a la comisaría del distrito 13, la segunda, sin salir del universo Carpenter, es algo más parecido a 1997, Rescate en Nueva York. La ciudad como un campo de batalla. Una ciudad sin ley. La premisa es la misma pero el campo de juego se abre. No tenemos a Ethan Hawke pero a cambio se introduce un nuevo héroe que será uno de los puntos fuertes de la saga: Frank Grillo. Un tipo duro malote de buen corazón que sin querer entrar en comparaciones imposibles de ganar, sigue la estela del Kurt Russell de Carpenter.
A nivel estético se introducen nuevos elementos. Una estética más claramente facha que recuerda a la extrema derecha más rancia de USA. También hay un mensaje mucho más explícito con revolucionarios emitiendo clandestinamente y con asociaciones de ricos divirtiéndose a su manera.
The Purge: Election Year, el mensaje político más explícito
La tercera entrega sigue la senda de la segunda, con un esquema de terreno similar: otra noche complicada en la ciudad. El elemento diferenciador es que el mensaje pasa a primer plano y los políticos son personajes dentro de la trama. Ella es una joven política progresista que quiere ganar las elecciones con la promesa de acabar con la Purga. Al otro lado, los viejos poderes no se quedarán sentados esperando a que ocurra. El dueño de una modesta tienda, negro; y su empleado, inmigrante hispano; también formarán parte de la acción.
Election Year representa casi sin esconderlo tras metáforas, la situación de una sociedad americana polarizada entre la derecha más dura y un progresismo joven e idealista. Ambos en su lucha por conquistar a las clases populares. En el cóctel también intervienen revolucionarios radicales violentos y hasta la Iglesia. Unas gotitas de aroma a explotation para definir la personalidad de serie B de esta entrega, con el personaje de Betty Gabriel, guerrillera de barrio.
Un éxito de taquilla, el modelo Blumhouse
La primera entrega, con solo 3 millones de presupuesto, recaudó más de 60 en USA. Visto el éxito, se hicieron dos entregas más con algo más de presupuesto que se estrenaron también en verano. No costaron mucho más, unos 10 millones cada una, y ambas pasaron de 70 millones de recaudación en USA.
Pero los austeros 3 millones tienen truco. El modelo de la productora Blumhouse, especialista en pequeños presupuestos de cine de terror, tiene un planteamiento distinto. Se reducen al máximo los gastos y parte del equipo fía sus beneficios a los resultados de taquilla. Eso permite, por ejemplo, que un actor como Ethan Hawke que tiene su caché, pueda participar en una película de tan bajo presupuesto. Después, cobrará de los esperados y conseguidos beneficios. Así que, sí, la película ha multiplicado más de 20 veces su presupuesto pero también quedaba mucho por pagar.
Estos presupuestos tan bajos permiten a Blumhouse hacer apuestas arriesgadas y darle libertad a sus directores. Si repasamos algunas de las películas de terror más esperadas, muchas de ellas son de esta productora. Su mayor prestigio le llegó el año pasado con Get Out, también de bajo presupuesto y de resultados de taquilla estupendos. La purga ha sido uno de sus primeros éxitos y es uno de los “productos” estrella de la productora. Las tres películas han funcionado como un tiro y, aunque narrativamente ya no hay mucho más que decir, no iban a cortar el grifo. La solución ha llegado en forma de precuela. Eso sí, ya con otro director.
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The First Purge, la precuela que llega este verano
Y ahora queda ver la nueva entrega. Ya sabemos que ni era necesaria, ni tiene demasiado sentido, a priori, una precuela sobre este universo. Eso no quiere decir que mientras Blumhouse engrosa sus arcas nosotros no podamos divertirnos. Confiemos en que sigan dando libertad creativa, más ahora cuando el producto funciona prácticamente solo y en gran parte por su atrevimiento. El mayor contra es que James DeMonaco no es el director, cuando esta saga era su criatura. El punto a favor es que sí sigue siendo el guionista. Supongo que no ha querido clavarse en este mundo y ha preferido cambiar de aires: está rodando una secuela de Staten Island. La cuestión es si habrá dejado la saga en buenas manos.
El nuevo director es Gerard McMurray y tiene poca experiencia. De momento solo tiene una película anterior sobre el código de silencio en los excesos violentos de las novatadas en las universidades de Estados Unidos. Burning Sands, que pasó por Sundance. Ha sido productor ejecutivo de Fruitvale Station que me parece una película muy olvidable a pesar de sus muchos premios (entre ellos en Sundance) pero sí que nos puede dar, junto a la otra, una pista sobre su interés reivindicativo. Eso es clave para esta saga. Veremos. No hay muchos nombre fuertes en el reparto -que en los principales roles está compuesto por actores y actrices negros- pero tenemos a Marisa Tomei en lo que probablemente será un papel secundario. Quienes sigan la serie Insecure reconocerán a Y’lan Noel.