Quedamos con Koldo Almandoz para hablar de su última película, Oreina, que se podrá ver en el Festival de San Sebastián. Ya estuvo en la sección Zabaltegi con su primer largo, Sipo Phantasma y ahora pasa Nuevos Directores. Este cambio de sección describe muy bien el diferente tipo de película, más “convencional”, palabra que él utiliza sin connotaciones negativas. “Para mí el desafío era hacer algo así, porque de mí la gente espera un Sipo Phantasma o una movida de estas. Para mí ese es un territorio más fácil. También es más fácil enfrentarse a la crítica y la mala crítica: al 80% no le va a gustar pero el 20% de los cinelistos están ahí. Y yo me quería probar a mí mismo y quería hacer una película más convencional y abrirme a la gente que no se acerca a lo que hago yo y que puedan tener una vía de entrada. Hay una cosa que a mí no me mola mucho que es el mirada del autor. Me parece un concepto muy conservador. Es estar toda la vida haciendo la misma peli y que la gente reconozca tu mirada. Yo no soy el mismo que hace 20 años y no tendría sentido que las pelis que haga sean las mismas que hace 20 años”.

El guión

Aunque Oreina sea más convencional, su interpretación es abierta como queda claro cuando nos explica el tema de la película. “Generalmente tiendo a no intelectualizar demasiado el discurso sobre una peli. Creo que tiene que hablar por sí misma y el espectador tiene que sacar conclusiones. Pero si es verdad que es una peli que habla de periferias geográficas, de periferias humanas. De gente que generalmente no sale en pelis porque no pasa nada extraordinario en su vida. Habla de gente que lleva generaciones viviendo aquí, habla de gente que viene de fuera. Pero no creo que haya un tema. Puede ser el desarrollo, puede ser la amistad, puede ser la venganza. Le leí a Nobuhiro Suwa que el cine actual se ha olvidado de la vida. Parece que vamos al cine a ver algo extraordinario, y aquí buscamos que cuando salgas del cine sientas que la vida ha seguido su curso y que lo que has visto en pantalla no te es ajeno en cierta manera. Me molesta en una peli cuando me están subrayando todo. Lo que tengo que pensar en cada momento, la emoción que tengo que sentir. Quería hacer una película más abierta a interpretaciones”.

A pesar de ello, la respuesta de algunos de los que ven la película es entender los personajes como representaciones abstractas. Sin embargo, no es eso lo que pretende, al menos conscientemente, el director: “No he querido hacer una película de corte social, una película que reivindique algo en concreto. Creo más en el individuo, en Khalil como personaje que ha venido de fuera pero no como representante de los emigrantes. He querido hacer una película sobre personas que están solas pero no como algo negativo. Creo que es algo que todos vivimos. Pasamos gran parte del día en soledad, en los tránsitos, que es lo que hay en la peli. Coges el tren, coges el barco, coges la moto. Son momentos en lo que estás solo y no tienen por qué ser negativos. La película refleja una realidad que tiende a desaparecer y otra realidad que es el presente y será el futuro”.

Almandoz nos explica cómo el guión no ha sido de “hierro” y ha ido cambiando. “He quitado diálogos de la peli. Muchas veces en el cine hay un exceso de palabra. La historia ha cambiado mucho de lo que era el guión a lo que ha terminado siendo la peli. Hemos estado abiertos a que lo que sucedía en el rodaje pudiera estar en la peli. El viaje hasta la desembocadura del río Oria. Los esqueletos de los barcos los descubrimos localizando y pensamos que eso debería estar en la peli sí o sí. Rodamos más de 100 escenas que no estaban en guión. Y luego, en montaje, vuelves a reescribir el guión”. Nos explica, por ejemplo, que ha ido dando más importancia al personaje de Khalil y menos a los hermanos.

El paisaje

El paisaje es importante en la película, que se escribió pensando en una casa ya existente, Uriberri, que el director “tenía fichada” por haber pasado mucho por esa zona. También se ha nutrido de lo que iban descubriendo, pero sobre todo nos habla de la importancia de ser fiel al entorno real. “El sexto personaje de la peli es el paisaje y la geografía. Esta geografía donde tienes desde el entorno urbano hasta la vida más salvaje y hay hasta centenares de metros entre ellos. Los polígonos industriales están construidos al lado de caseríos donde todavía habita gente y tienen sus huertas y animales. Tienes este mundo de industria y este mundo salvaje donde hay jabalís y ciervos. Y luego coges el tren y en cinco minutos estás en el centro de Donosti. Y tienes la ría, que la primera vez que bajé pensé, hostia, es demasiado bonito. Me jodía. Porque parece el Orionoco y la peli nunca trata de evitar cables, torres de alta tensión y nada de esto. De repente te encontrabas cierta fábrica al lado del río y decías menos mal. Porque tampoco era una opción hacerlo más feo de lo que es realmente. El feísmo no deja de ser esteticismo también. El entorno era básico para contar esta historia. Para mí era básico que las localizaciones se amoldaran al entorno y no el entorno a las localizaciones. El instituto es el instituto de Zubieta Usurbil. La gasolinera es la de Aguinaga. El bar es el de Aguinaga. La estación de tren es la de Usurbil. Excepto interiores de hospital que igual tienes que hacerlo de otra manera, hemos intentado respetar la veracidad de los lugares. Creo que es positivo para la película y que le dota de cierta veracidad a la historia.

La banda sonora

Para esas escenas de paisaje ha sido importante la banda sonora en la que han trabajado Elena Setién e Ignacio Bilbao, dos artistas que vienen más de la actuación musical, aunque Bilbao ya trabajó en la banda sonora de la anterior. “Ha sido, como toda la peli, un proceso muy intuitivo. Yo me había planteado una peli sin banda sonora, solo música diegética. Pero en lo que ha ido derivando la peli, para todas estas partes más de río digamos vi la necesidad de algo un poco onírico. Como que el tiempo y el espacio desaparecían en el río. Quería música pero en el cine me molesta muchísimo que me subrayen las cosas, que me pastoreen. Este rollo de drama, violín y piano; guerra, timbales y trompetas, es algo que estoy viendo en la peli y digo por qué, por qué están subrayando lo que ya estoy viendo”.

Explica como se compenetraron. “Ignacio es un tío muy de instinto y Elena es música de formación. Vi una combi que mola. Elena tiene también esta faceta de música experimental, ha hecho cosas, hace tiempo que me había dejado discos. Igual es una combi que funciona e igual no, me la juego. A veces funcionábamos con palabras”. Nos explica una situación en la que no estaba funcionando y Elena le pedía palabras, a lo que él ofreció la palabra “desolación” y ella respondió “vale, desolación es una palabra que puedo poner en notas”. “Cómo son los músicos. Para ella era matemática”.

El casting

“Hablamos del joven protagonista, Laulad Ahmed Saleh. “Es un chaval saharaui que vino a Donosti con 8 años. Durante muchos meses pensaba que no iba a encontrar a un un actor para ese personaje. Un chaval de estas características que sepa euskera, ya sé que hay pero otra cosa es que quiera participar en la peli y otra es que sepa. Hicimos un casting, este apareció porque un profesor suyo le avisó, y su biografía era muy parecida a la biografía del personaje. Tiene una parte inocencia, por la edad supongo, pero por otro lado es muy espabilado. Se busca la vida. Y ha tenido la capacidad de aprender muy rápido lo básico de no mires a la cámara, vocaliza… A mí no me importa la imperfección a la hora de actuar, pero hay cosas que son básicas. El tío lo ha hecho de puta madre. También cree que se ha nivelado el tono entre los actores profesionales y él. Ellos le han ayudado a aumentar su proyección de voz y él en cierta manera a ayudado a rebajarles ciertos vicios de actor”.

Netflix, el cine en pantalla pequeña y las series

La película se va a distribuir en salas el 28 de septiembre, por Golem, y le preguntamos si puede estar orientado también a trabajar con plataformas VOD. “Yo estoy orientado a lo que me dejan. No son decisiones que están en mi mano”. Y hablamos de Netflix, claro. “Yo no estoy en contra de Netflix ni el otro ni el de la moto. Creo que hay un acuerdo con Filmin así que la peli estará ahí. Netflix es lo que es, apuesta por un tipo de producto y yo no sé si esta película es un producto Netflix, por decirlo de esa manera.

La gran mentira es decir que todos los que hacemos películas queremos que nuestra peli esté en una pantalla de televisión, porque no es verdad. Ver Oreina en una sala de cine o verla en tu casa. Yo sé que en una sala de cine tu puedes estar ahí, entrar en el universo que te plantean. En una tele, esos diez minutos más contemplativos te vas a hacer la cena. Yo soy consciente de eso, no quiero venderle la moto a nadie. Todo lo que proponen Netflix o HBO, esto de ver el cine en casa, no sé, yo estoy muy a favor, he visto hasta pelis de Ozu en YouTube, pero no es equiparable. Si haces una peli y está rodada de cierta manera no la haces para que alguien la vea en YouTube o en una pantalla de ordenador. La experiencia del cine, de salir de casa e ir una sala y que te envuelva de esa forma es distinta. La experiencia que te ofrece Netflix es legítima pero es otra. No deberíamos pensar que una tiene que sustituir a la otra. Tampoco soy naif, ya sé que una le está comiendo el mercado a la otra pero es como bañarte en el mar o en la piscina. Son dos experiencias distintas. Una no es mejor que otra. Pero bañarte en el mar, la amplitud, el oleaje, el olor, o bañarte en una piscina son dos sensaciones distintas. Igual alguien no puede bañarse siempre en el mar, igual la piscina es más cómoda. Lo que no entro es en la pelea de si tienen que estar en los festivales o no. Bastante tengo yo con lo mío. Que se joda la gente de los festivales y peleen ellos por eso” bromea.

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Ya en general, sobre el consumo de series y demás: “Tengo la sensación de que hay tal saturación de pelis, audiovisual, series, lo que sea, que necesitas como dedicarte profesionalmente a levantarte a las 9 de la mañana, ver todo lo que sale, poder comentarlo y tener una opinión. Yo consumo mucha mierda audiovisual porque además me encanta, a mí me gusta hasta idiotizarme viendo Sálvame a una hora en la que no voy a pensar en nada, no tengo ningún complejo. Pero sí que me he dado cuenta de que viendo tantas series he perdido muchas horas de ver pelis en los últimos años. Hay muchas series que te pasas horas viendo, y pasan capítulos y capítulos y está muy bien y se desarrollan a otro ritmo y todo el mundo dice que es como una peli larga, como si todas fueran El Padrino. Y no es verdad, ojalá todas fueran El Padrino. Pero realmente vas metiendo horas y horas y es tiempo de quitas de ver pelis de hora y media/dos horas. Tengo ahora mismo esta pelea con el mundo series/peli”.