Segunda entrega del repaso a la sección Nuev@s Director@s del Zinemaldia 2018.

‘Viaje al cuarto de una madre’ de Celia Rico Clavellino

La sevillana Celia Rico Clavellino debuta en la dirección de largometrajes con este drama íntimo y personal sobre la superación del duelo por una muerte de una madre y una hija y su lucha por empezar una nueva etapa de su vida.

Rodada salvo en un par de secuencias en el interior del piso familiar, con prácticamente sólo un par de personajes y poco más de hora y media de duración, Viaje al cuarto de una madre puede parecer pequeña por fuera, pero encierra grandes momentos. Está llena de detalles que sin necesidad de subrayados transmiten la evolución de la relación entre madre e hija, desde la fortaleza del nexo que se forma entre ambas al principio de su duelo a las tensiones que provocan los diferentes ritmos a la hora de superarlo. De las que estallan y de las que permanecen latentes por no herir a la otra parte. Desde el piso familiar como espacio protegido en el que sentirse seguro a prisión de la que es necesario huir. Sin cargar las tintas, ni recurrir a elementos melodramáticos, sino apoyándose en la cotidianidad y los pequeños cambios que ocurren en la misma.

La película está magníficamente interpretada por Lola Dueñas, tampoco es ninguna novedad, bien secundada por Anna Castillo, en la que se agradece que rebaje su intensidad habitual.

‘Oreina’ de Koldo Amandoz

Tras una exitosa carrera en la dirección de cortometrajes, el donostiarra Koldo Almandoz se pasó al largo con Sipo Phantasma presentada en el Festival de Rotterdam de 2016 y en la sección Zabaltegi Tabakalera de aquella edición del Zinemaldi. Oreina se estrena mundialmente en la competición de Nuev@s Director@s de esta edición antes de su estreno en pantallas comerciales a partir del próximo viernes.

Oreina
5.8

Rodada en la marisma de Saria, en la Ría del Oria, Oreina cuenta el conflicto entre dos hermanos. Por un lado, José Ramón, interpretado por Patxi Bisquert, que representa la tradición y la conexión con la naturaleza. Por el otro Martín, interpretado por Ramón Agirre, un profesor universitario que tras años viviendo en París, vuelve a su pueblo y a la casa familiar. Y entre ambos, Khalil, interpretado por Laulad Ahmed, un joven de origen magrebí que lucha por hacerse un sitio en esta vida y que servirá como nexo de (des)unión entre ambos.

Almandoz saca un excelente partido del entorno en el que habitan sus protagonistas. Los mejores momentos de Oreina son aquellos en los que prevalece ese entorno. Bien sea por los recorridos en barca por la marisma, en los que el hombre y la naturaleza se encuentran y en los que combina con acierto el paisaje, la fauna local y los sonidos. Bien sea en los paseos en moto de Khalil por los polígonos industriales que rodean las marismas en busca de una forma para ganarse la vida.

A pesar de esos momentos tan sugerentes y a su manera bellos, a la película le lastran una definición demasiado arquetípica de los personajes de los dos hermanos y cierta dispersión narrativa con elementos como la relación de Khalil con su novia o la presencia continua de la guardia forestal que quedan sólo apuntados y no terminan por integrarse completamente en la narración.

‘Core of the World / Serdtse Mira’ de Nataliia Meshchaninova

También debutó en el Festival de Rotterdam con su anterior película, ‘The Hope Factory’, la rusa Nataliia Meshchaninova que con su segunda largometraje de contundente título (algo así como ‘el núcleo del mundo’) compite por el Premio Kutxabank – Nuev@s Director@s.

Su protagonista es Egor, un veterinario empleado a tiempo total en una granja de adiestramiento de perros para la caza del zorro. Un profesional capaz y eficiente que a medida que avance la película deberá preocuparse cada vez menos por el cuidado de los animales y más por el de su entorno humano y de él mismo.

Rodada con oficio y con un excelente pulso, ‘Core of the World’ narra la no muy original búsqueda de su protagonista de su sitio en el mundo, su dolorosa huida de sus orígenes y su intento de encajar en un nuevo entorno familiar.

‘Para la guerra’ de Franciso Marise

Con una duración de tan sólo 65 minutos, esta coproducción hispano-argentina, ópera prima de su director partiendo de un guión de él mismo y Javier Rebollo, documenta el fin de una época: la de los soldados internacionalistas cubanos que en los años 70 y 80 recorrieron el mundo apoyando a los combatientes de izquierdas tanto en América, como en África.

Su protagonista es Andrés Rodríguez Rodríguez que con diferentes seudónimos luchó en Angola y en Nicaragua. Para la guerra nos lo presenta en plena búsqueda telefónica de un antiguo compañero de armas.

En Para la guerra sobre todo hablan sus imágenes. Sin necesidad de discursos o voces en off. Son las que transmiten la sensación del final de época, de encontrarnos ante un hombre fuera de su tiempo. Ya sea por las grabaciones en machacadísimas cintas de vídeo de los desfiles en los que los militares mostraban sus habilidades. Ya sea en las imágenes entre grotescas y tiernas de un hombre de más de 60 años entrenando técnicas de lucha cuerpo a cuerpo, de incursión tras las líneas enemigas o de camuflaje. Ya sea de forma clara y diáfana por las imágenes del acto de homenaje por el fallecimiento de Fidel Castro. O ya sea por el resultado de la búsqueda del compañero del que perdió la pista. Marise y Rebollo dejan que sean sus elocuentes imágenes y las circunstancias las que transmitan su mensaje y su homenaje.

‘Neon Heart’ de Laurits Flensted-Jensen

Tras presentar varios de sus cortos anteriores en Rotterdam, el danés Laurits Flensted-Jensen estrena mundialmente su ópera prima en esta edición del Zinemaldi. En ella cuenta una historia a tres bandas: por un lado, la de Laura una joven con un pasado como actriz porno. Por otro, Niklas, su ex, que se dedica a cuidar a dos hombres con síndrome de Down. Y finalmente, Frederik, hermano pequeño de éste, que se siente atraído por la delincuencia y los movimientos neonazis.

Neon Heart es una de tantas películas del primerísimo mundo, el de la sociedad del bienestar, casi siempre escandinavas que para armar su conflicto recurren a la sordidez. En este caso, a través del sexo. En Neon Heart hay sexo explícito, sexo ‘no bien visto’ y sexo como trampa. Lástima que quede desaprovechado por un arco dramático tan escasamente desarrollado.