7

Reseña de ‘Beanpole’

Hace dos años, antes de comenzar el Festival de Cannes ya corría el rumor, una de las aficiones favoritas de los acreditados, de que Tesnota (Demasiado cerca) de Kantemir Balagov era una de las películas a seguir en esa edición. Efectivamente muchos descubrimos ahí a un director talentoso con la capacidad de transmitir la angustia y el desasosiego que provocan las tensiones raciales y religiosas de Kabardia-Balkaria en Rusia a través de la historia de una joven. Acabé mi reseña de entonces diciendo «Apunten el nombre, este debut promete mucho».

Dos años después, los mismos rumores de entonces decían que Beanpole, la siguiente película de Balagov, era una de las películas que no nos podíamos perder en esta edición. En esta ocasión el director ya no era un desconocido y la actitud de mucha prensa frente a la película era de reválida, ¿confirmaría lo apuntado en Tesnota? Tengo la sensación de que el sentir mayoritario es que así ha sido. Desde luego mi opinión es que este director ya no promete mucho, ya está más que confirmado como uno de los directores más potentes del panorama actual.

Beanpole viaja a Leningrado en el final de la segunda guerra mundial para mostrarnos las terribles consecuencias del conflicto. Rusia fue una de las ganadoras de la guerra, sí; pero como siempre ocurre en estos casos, el pueblo fue uno de los perdedores. La población no gana nunca tras una guerra. Con una cámara nerviosa y cercana, Balagov muestra la lucha por salir adelante de dos mujeres y que tratan de superar las secuelas de la guerra. El deseo de ser madres, de formar una nueva vida, de pasar página, en un entorno de escasez, corrupción y abatimiento que contrasta con el discurso victorioso que convierte en héroes a lo heridos de guerra cuando estos preferirían no serlo pero tener sus vidas de antes de la guerra y no las secuelas.

Durante toda la película hay una lucha entre la esperanza y la realidad. Tras cada puerta que se abre hay una nueva dificultad tan grande, o más, que la anterior. Balagov, que además de manejar la atmósfera con maestría tiene un gran sentido estético, representa esta lucha con una batalla de colores. El verde de la esperanza, contra el rojo de la sangre y las heridas. Cada plano es una preciosa composición pictórica con un duro trasfondo.

La protagonista de Beanpole sufre unos curiosos síntomas de estrés postraumático: ataques de ausencia en los que se queda totalmente inmóvil, incapaz de hacer otra cosa que balbucear, ajena al mundo que le rodea. Cómo la sociedad en la que vive, sobrepasada por la circunstancias, incapaz de procesar lo que ha vivido y lo que están haciendo con sus restos.

El argumento de Beanpole, puesto sobre el papel, es un inhóspito mar de truculencias en tempestad. Sin embargo Balagov consigue capitanear la nave de su película y llevarla a buen puerto sin naufragar. Eso sí, el viaje no es cómodo en absoluto. Muchos directores se hubieran recreado en la sordidez, en el melodrama y el dolor. Balagov lo hace en la lucha y la esperanza, aunque no siempre ganen. Y, de paso, nos recuerda que aunque algunos añoren los tiempos de victorias bélicas y la grandeza épica de los ejércitos, en realidad el pueblo siempre pierde. No hay grandeza en la guerra. Ni siquiera en la victoria.

Una gran mujer (Beanpole)

Media Flipesci:
6.6
Título original:
Dylda
Director:
Kantemir Balagov
Actores:
Viktoria Miroshnichenko, Vasilisa Perelygina
Fecha de estreno:
19/12/2019