Ricardo FernándezReseña de Titane
Titane, el título de la segunda película de Julia Ducournau, puede ser traducido como «Titanio», el metal resistente al calor y la corrosión; pero también como «Titán», miembro de los Titanes, seres de la mitología griega. En Titane hay mucho metal y también hay mucha mitología porque Julia Ducournau, como los griegos clásicos, utiliza la fantasía, el horror, la exageración y los sentimientos más exaltados para reflejar y retratar los comportamientos y roles más cotidianos. Como lo mejor es saber lo menos posible sobre el argumento de la película para verla por primera vez -es una película que pide más visionados por lo intenso de su propuesta- trataré de no desvelar absolutamente nada del mismo. Solo diré que su argumento no desentonaría entre los de la mitología griega, donde los propios Titanes eran descendientes de Urano y su madre/esposa Gea, Cronos se comía a sus propios hijos, Zeus se transformaba en animales para violar a mujeres y hombres o Pasífae engendró a Minotauro tras enamorarse de un toro y tener sexo con él mediante engaños. Lo grotesco y la fantasía envolviendo historias que a través de la exageración y las hipérboles hablan sobre sentimientos más cotidianos como miedo, amor, celos o deseo y las consecuencias de dejarse dominar por ellos.
Julia Ducournau ya demostró en Crudo, su primera película, que era capaz de tratar muchos temas a partir de planteamientos salvajes e incluso grotescos. También lució la habilidad de jugar con diferentes géneros cinematográficos, usar sus referentes, apropiarse de ellos y darles la vuelta en su conveniencia. Entonces mezcló un coming of age con elementos de terror sangriento. Ahora, en Titane, redobla la apuesta y es capaz de combinar el slasher, la fantasía, el terror, el melodrama y la ciencia ficción de una manera tan desconcertante como orgánica y fluida. Solo hay que dejarse llevar para que, con cada giro (volantazo sería más apropiado para esta película), Ducournau nos lleve a una nueva capa de la historia. Podemos reconocer elementos de Cronenberg, Glazer, Claire Denis, Gaspar Noé o Shinya Tsukamoto entre otros, pero hay tanta personalidad en la propuesta que lo que más se ve es la mano de Ducournau guiando la película hacia donde quiere, que no siempre es donde se le espera. Desde el ruido y la furia inicial a una cierta ternura y delicadeza final.
No es fácil llegar ahí cuando desde el minuto uno comienzas en lo más alto. En los primeros diez o quince minutos pasan tantas cosas, y tan sorprendentes, que cuesta creer que se pueda mantener el ritmo; pero Ducournau lo maneja a su antojo y es capaz de pisar el acelerador, mantener su vehículo controlado cuando llegan las curvas y luego subir una marcha para aumentar la velocidad aunque bajen las revoluciones. Lo hace con un virtuosismo nada gratuito y un dominio magistral de todo el apartado visual y sonoro de la película. Las luces, la composición, la planificación, la música, los sonidos,… todo encaja y funciona para crear momentos impactantes,hipnóticos, dolorosos, eróticos, desagradables, desconcertantes y, por qué no, hasta divertidos. También cargados de significado y muchas veces deconstruyendo lo que creíamos conocer. Vemos escenas típicas del cine de género, de diferentes géneros, adquiriendo nuevos significados en manos de Ducournau.
Titane es una película muy física, muy corporal. Cuerpos metálicos, fríos e insensibles; cuerpos heridos y amoratados por los golpes de la vida; cuerpos rotos que albergan mentes rotas; cuerpos esculpidos, vibrantes y exhibicionistas; cuerpos quemados que no se pueden recuperar; cuerpos con huesos rotos que son colocados en su sitio; cuerpos que follan; cuerpos que bailan; cuerpos que follan al bailar. La fisicidad de todos estos cuerpos traspasa la pantalla y se pueden sentir los golpes, los contactos y hasta las ausencias. El trabajo de un estupendo Vincent Lindon (como casi siempre) y de la debutante y andrógina Agathe Rouselle es espectacular. Con pocas frases él, con casi ninguna ella, consiguen construir sus personajes y llenan esos cuerpos, esas masas de carne, huesos, metal y aceite, de significado y sentimientos.
Titane es una película perturbadora que espantará a quienes busquen un tipo de cine más amable o sencillo. Una película que huye tanto de las sutilezas como de las explicaciones y que en su apuesta por apretar el acelerador a veces puede derrapar demasiado; pero las huellas que deja van a perdurar mucho tiempo porque Titane es una película importante. De momento ya ha hecho historia siendo la segunda vez que una película dirigida por una mujer gana el Festival de Cannes. Con tan solo dos películas Julia Ducournau ya ha llegado al Olimpo, ese lugar lleno de deidades con historias tan grotescas como atractivas. Qué ganas de que nos cuente la siguiente.
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