Iñaki Ortiz GascónNo sorprenderá demasiado porque ya conocemos su mecanismo. Cuatro personas hablando en una sala. Unidad de lugar excepto en algunas escenas que sirven como introducción y otras que llegan al final. El resto, el grueso de la película son cuatro actores hablando. Como digo, nada nuevo. Podemos pensar, por ejemplo, en Un dios salvaje. Aunque en aquella el motivo del encuentro era menos trágico y el tono bien distinto, el formato es básicamente el mismo. No creo que pretenda ser original. Solo honesta y emotiva. Eso lo consigue.
Ópera prima de Frank Kanz. Es su primera película como director y como guionista pero tiene una larga carrera como actor y eso se nota. La gran baza de la película son las excelentes interpretaciones de sus cuatro protagonistas. Ellos hablan de un tragedia, buscando un entendimiento entre partes diferentes. Sobre todo buscando paz. Pero lo que importa no es tanto lo que cuentan, la tragedia en sí, que también. Lo que importa es cómo trabajan sus emociones los personajes. Perdón, redención, dolor, aceptación. A veces se cierran, a veces se refugian en la objetividad, incluso de alguna manera en la ciencia, también intentan afrontarlo de una manera política, pero al final solo importa la voluntad de entendimiento y su humanidad. Personas hablando con personas. Esa parece la única solución. Todo esto suena muy cristiano. No en vano se encuentran en el sótano de una iglesia. También sirve la alegoría cristiana para mostrar una luz de esperanza escaleras arriba, donde un coro canta de forma celestial.
Quizá la película se alarga un poquito en su parte central, pero el buen hacer de los actores y un guión bien dosificado que administra los momentos álgidos sin caer en lo artificial, hacen que se sostenga bien hasta el final. Personajes con una personalidad diferente, bien construidos, que aporta una mirada distinta. La dirección no destaca especialmente pero resulta eficaz. Y, seamos honestos, más allá de análisis más o menos minuciosos de la película, lo que importa es que tiene corazón. Llega. No hace falta más.
