Entrevista a José Luis Rebordinos

Acabada ya la 69 edición del Festival de Cine de San Sebastián, charlamos con Rebordinos para que la valore, nos cuente las dificultades que tuvo sacarla adelante y otras cuestiones del día a día de la organización. También hablamos sobre su posible sucesión al frente del Zinemaldia y sobre las polémicas y las discusiones en redes sociales.

Las dificultades de la 69 edición

Una pregunta original para empezar, ¿cómo valoras esta edición del Zinemaldia?

Estamos muy contentos porque era un año muy complicado. Hemos sufrido mucho para llegar al festival, sobre todo por el covid, que ha hecho todo muy complejo. Para programar todo ha sido un año complicado. Con el covid todo llega tarde. Nos enteramos de cuales iban a ser las condiciones cuando quedaba menos de un mes.  Luego, ha habido que renunciar a alfombras rojas a pesar de contábamos con un número de estrellas muy chulo para haberlas hecho.  Creemos que ha habido una selección que estaba bien, que había un conjunto de películas para que fuera una fiesta para aquel al que le guste el cine porque había muchísimo para ver. Ha habido presencias suficientes y creo que muy interesantes. No solo estrellas, sino también de directores como Sean Baker o Sorrentino. Ha venido gente muy interesante también desde un punto de vista cinematográfico. Y todo ha pasado sin grandes incidentes. Estamos muy satisfechos. Ha sido un año muy complicado y lo hemos sacado adelante, por eso estamos contentos.


¿Ha sido más difícil esta edición o la pasada?

Yo creo que está. En la pasada todos teníamos más miedo, la gente tenía miedo. Eso hacía que las normas se respetaran al cien por cien. No sólo eso, sino que que también trajo cierta tristeza, durante el festival todo era un poco triste. Estamos en un treinta y ocho por ciento de asistencia y todo era súper cuadriculado. Venías por aquí [el Maria Cristina] y no había nadie reunido. La gente no se juntaba, incluso conozco gente que veía una película y se iba corriendo al hotel porque tenía miedo de juntarse con otras personas. Este año ha cambiado porque hemos tenido un ochenta por ciento de asistencia y ha habido varias complicaciones. Primero, que todos estamos un poco hartos ya de la mascarilla y de los líos. Algunos ya realmente muy hartos. Hay gente que considera que algunas normas son ridículas y es difícil que las cumplan y eso hace todo más complejo. Otro gran problema es el aforo. Teníamos salas al sesenta por ciento, pero son las más pequeñas, mientras que para el Kursaal solo permiten 800 especatadores, que es sobre cuarenta por ciento. Al final la media es sobre el cincuenta por ciento y hemos tenido un ochenta por ciento de asistencia respecto a otros años. Obviamente ha habido problemas para que la gente pudiera ver todas las películas y eso nos ha complicado un poco la existencia. Se han tomado medidas que analizaremos y revisaremos porque probablemente no hemos acertado, como por ejemplo, que los acreditados no prioritarios tuvieran que coger a diario las entradas.

Puede ser una decisión errónea. Hay que cambiarla y hay que buscar otra fórmula. Estamos en una situación en la que estamos aprendiendo de muchas cosas. Voy a contar una anécdota que lo ilustra muy bien. En la apuesta por las sostenibilidad, este año tenemos una alfombra roja reciclada, que luego se va a reutilizar. Qué bonito, qué bien, ya estamos en la sostenibilidad; pero cayó un chaparrón del copón y la tuvimos que tapar ¡con plásticos! No habíamos previsto eso. Lo que quiero contar con esto, es que se dan situaciones en las que tú haces algo pensando que estás acertando y de pronto la realidad te lleva a un sitio lleno de contradicciones. Nos pasa lo mismo con todo el tema de los asientos númerados, que nos crea muchos problemas; pero también muchas ventajas. Tendremos que ir metiendo todo eso en la coctelera y viendo cómo le damos forma. El año que viene esperamos que sea una edición normal. Tampoco tenemos ninguna seguridad, pero escuchando a la gente que se dedica a esto desde la sanidad, hay muchas esperanzas de que en primavera estén las cosas casi normales. Hay que pensar en el año que viene, en principio, como una edición cuasi normal.

¿Os planteasteis reducir el número de películas viendo que había más acreditados que aforo?

Seguimos treinta y pico películas por debajo de un año normal. Pero respecto al año pasado lo aumentamos un poco porque tal como iba el año pensábamos que iba a ser un año más fácil. No pensábamos que íbamos a estar exactamente con las mismas medidas. En aforos esperábamos tener un 75 por ciento, pero luego todo se torció. El proceso de selección, para cuando llega ese último mes, ya lo teníamos hecho y cerrado.

Además, este es un año que ha habido muy buen cine en Cannes y en Venecia. Para Perlak y Zabaltegi hemos renunciado películas que nos gustaban mucho, como la Farhadi o la película de Audrey Diwan, que ha estado en el jurado, y no cogimos para Perlas porque ya había demasiadas. Era muy difícil hacer una selección con menos películas. De hecho, insisto, seguimos sin estar en una situación normal. Este año hemos recuperado parte de la cantidad de películas, pero no todas. También hay una sensación que tienen algunas personas que sufren mucho si no lo ven todo. Si recortamos más hay una serie de películas que no tienes ni la oportunidad de verlas. Si hay más, no verás todo, pero tienes más posibilidades de elegir. Son decisiones complicadas y creo, aunque visto lo visto igual hubiera sido más prudente no recuperar tanto, mirándolo ahora tampoco hubiera reducido el número de películas. El problema es que los aforos nos matan. Porque hay mucha gente que no puede ver todo y porque económicamente es un golpe en la línea de flotación. Es mucho dinero. El año pasado perdimos solo ahí 600.000 euros, casi un 10 por ciento del presupuesto que desaparece.

¿Cómo solucionasteis esa disminución de 600.000€ de taquilla?

Nosotros el año pasado perdimos 1.300.000€ de financiación. 700.000 de sponsors y 600.000 en taquilla De un presupuesto de 8.500.000€ nos quedamos en 7.200.000€, más o menos. ¿Por qué? Porque no hay fiestas, ni inauguración, ni clausura. No hay zona zona VIP, no hay cócteles de dirección, ni velódromo. Todas son cosas que nosotros le sacamos chispas. Incluso hubo sponsors generales a los que el año pasado tuvimos que hacer una rebaja porque sus condiciones no van a ser las mismas. No es lo mismo que haya un 40 por ciento de gente que un 80 por ciento. Este año hemos recuperado parte de los sponsors y creo que vamos a perder, en vez de 600 mil, alrededor de 400 mil de taquilla porque ha habido más sesiones que el año pasado. No es solo que haya habido más películas, también hemos podido ajustar algunas cosas y hacer más sesiones. Nos volvemos locos para conseguir más dinero. Yo espero que el año que viene sea más fácil y volvamos a recuperar los estándares normales o nos empecemos a acercar. Bueno, también hemos hecho una serie de medidas de corrección. No hubo San Telmo, que es algo que nos cuesta un dinero montarlo, no ha habido tantos hoteles, aunque más que el año pasado… El año pasado cuadramos las cuentas a pesar de todo. Este año, aunque hasta finales de noviembre no se sabe, creemos que vamos a estar ahí ahí, que probablemente podamos cuadrar el presupuesto. Pero bueno, eso hasta finales de noviembre no se sabrá porque el Festival es muy grande y todavía quedan por cerrar muchas facturas.

El sistema de entradas


Volviendo a las entradas numeradas, mantienes que se van a quedar cuando pase el covid

En las entradas numeradas para el público y los acreditados no creo que haya marcha atrás. Creo que si lo echáramos para atrás no se entendería. Lo que estamos estudiando es qué complicaciones tendría hacer una zona no numerada. Porque eso nos permite hacer pequeños overbooking. ¿Por qué? Normalmente el espectador que compra una entrada, la usa. Los acreditados también, más o menos. Hay algunos que fallan, pero más o menos si cogen para una película, van. Pero, como en todos los festivales, hay muchas invitaciones para sponsors, instituciones y compromisos y muchas veces no hacen uso de ellas. Nosotros estamos tratando de hacer cierta pedagogía y cada año nos avisan más si al final no van a usarlas. Aún así, a veces vas a la salas y ves grandes calvas en el patio de butacas cuando está todo colocado. Si ese tipo de invitaciones las concentramos en una zona que sabemos que son, por poner un número, doscientas, nos permite jugar con doscientos cincuenta o doscientos setenta, para hacer un overbooking según la sesión. Probablemente así todo sea más razonable. Tenemos que ver si el sistema nos permite hacer eso, una zona sin numerar, sin crear grandes problemas.

Con el sistema de sanciones para prensa no prioritaria y el intento de concienciar al resto, ¿habéis notado mejoría en ese aspecto este año?

Aún no he visto todos los datos. Yo creo que ha habido menos gente que no ha que no ha usado su entrada que el año pasado. Yo creo que se ha notado cierta mejora. Ahora lo que tenemos que estudiar es si podemos hacer un sistema, que supongo que sí porque Cannes lo hace, en el que los acreditados puedan escoger para todo el festival, o para varios días, y si no van podamos penalizar anulando la que ya tienen cogidas. Ahora lo que hacíamos era no dar, pero sería anular lo que ya tienes. Creo que lo de hacer día a día, que es como lo hace Berlín, es mucho más incómodo para el acreditado. En Cannes, algún tipo de acrditados podemos para todo el festival, pero también es verdad que a mí el año pasado hubo alguna entrada que me la confirmaron dos horas antes de la sesión. Cada opción tienes sus inconvenientes, pero sí que creo que tener todas tus entradas escogidas para todo el festival es más práctico y te evita lo de tener que repetir el proceso cada día a las 7 de la mañana. Luego hay mil casuísticas y gente que le va a venir mejor o peor cada opción, pero si podemos ponerlo en fin de semana parce razonable pensar que la gente lo va a poder coger más fácil.

Para prensa puede ser más cómodo si coge para todo el festival, pero para industria, que tienen más riesgos de que les cambien o se alarguen reuniones, puede ser más complicado. Todo el tema de entradas es complejo y hay que darle muchas vueltas; pero creo que las cosas irán por donde he dicho. También tenemos que seguir viendo si se pueden mejorar algunas cosas dando más potencia a los servidores. Es un tema que a mí me quita el sueño.

Foto: Pablo Gómez


Las quejas sobre los servidores y el sistema de entradas es recurrente entre público y creditados. Antes de la pandemia nos contaste que ibais a sacarlo a concurso. Supongo que con la pandemia se paró.

Se paró, pero se sacará a concurso. Ahora, he de decirte que cuando les dimos todos los datos a las primeras cuatro empresas que se interesaron, tres renunciaron. De los cuatro solo nos quedaba uno, pero se va a sacar a concurso porque es una queja generalizada que funciona mal.

Entonces, sois conscientes del desencanto que hay con el sistema

Sí, sí, pero te diría que hay el mismo con Berlín y con Cannes. Que falla igual. Yo he tenido problemas en Cannes, en Berlín. No es muy diferente.

No hemos estado en Cannes y Berlín este año; pero hablando con gente que sí ha estado, se quejan mucho más de este

Pero porque todo el mundo se queja mucho más de este con las mismas cosas.

¿Se quejan más, te llegan más o te duelen más porque les pones cara?

No, no, mira, en Cannes yo estaba yendo años que hacíamos colas de dos horas y no entrábamos a mogollón de películas. Yo no veía ninguna queja, y si veía alguna, era sin ninguna virulencia. ¿Por qué ? Porque da igual las quejas que haya, van a seguir exactamente igual. Es decir, es una maquinaria tan grande que probablemente ni las estén leyendo.

Este año en Cannes, en la sala Debussy con más de mil asientos, la mitad del aforo silbó y abucheó a Thierry Freamaux, director del Festival

Pero por muchas cosas juntas. A mí me pareció muy injusto.

A ti nunca te ha abucheado medio Kursaal

Porque de la misma forma que te digo que se es mucho más crítico con San Sebastián, también se es con mucha más amabilidad. Una cosa no quita la otra. Creo que la crítica y el público, quieren mucho más al festival que a esos festivales. No son cosas incompatibles. Dicho eso, da lo mismo si se quejan más o menos. Realmente. sí estamos preocupados con el tema de entradas. Para mí, lo he dicho más de una vez, ese domingo a las 9 de la mañana. Es el momento que más temo de todo el festival. ¿Por qué? Por una sencilla razón, por una sensación de impotencia. Es decir, en todo lo demás, yo soy responsable. Mi equipo y yo acertamos o nos equivocamos. Pero con esto es una impotencia enorme porque estamos en manos de otros. Creemos que en buenas manos, pero yo no puedo hacer nada más que tener cinco personas aquí y cinco en Madrid con el tema, o darles todos los medios económicos que nos piden para que se pueda hacer mejor. Y aún así somos conscientes que sigue sin estar bien. Somos conscientes que da problemas. ¿Cuánto se puede mejorar? Eso es lo que no sé; pero estamos dispuestos a poner todos los medios económicos y humanos para hacerlo. Eso te lo puedo asegurar.

Una vez hice una consulta con una empresa europea muy grande, muy importante, que me dijo que no, que no les interesaba el tema. De las últimas cuatro empresas que hemos consultado tres me han dicho que no. Eso da medida de la dificultad que tiene. Lo vamos a sacar a concurso, probablemente este año y si no, el siguiente. Estaban hechas hasta las bases y habíamos empezado a reunirnos para comentar y preguntar, pero entonces llegó la pandemia. A mí me gustaría que hubiera unas cuantas empresas con nosotros para que veamos diferentes posibilidades y nos cuenten qué aporta cada una diferente, tern muchas opciones. Pero sí, somos conscientes de que es un problema que causa mucha incomodidad y mucho enfado. Estamos muy interesados en solucionarlo.

Las polémicas y la sucesión


Este ha sido un año con bastantes decisiones cuestionadas. ¿Eso provoca desgaste?

Provoca desgaste, pero ni el cincuenta por ciento de lo que provoca el CoVid. Por hablar en los términos que se usan ahora, no es un desgaste estructural. Más que nada a veces resulta desagradable porque muchas veces son polémicas con gente que es tu amiga, No me gusta. Sobre todo cuando los debates acaban en las redes sociales y terminan siendo de una forma muy rara. Por ejemplo, sobre Johnny Depp, hemos hecho debates con asociaciones de mujeres y han sido súper agradables. Ha sido muy agradable discutir y hablar de lo que no estamos de acuerdo. En las redes sociales esos debates, con las mismas personas, tenían mucha agresividad por su parte y por la mía, que a mí me pasa exactamene lo mismo, no voy a echar balones fuera. De hecho, esas reuniones partieron de unas llamadas que yo hice a Cima y a (H)emen diciendo «en los objetivos finales estamos de acuerdo. Saquemos la discusión de los titulares y las redes sociales y llevémoslo a una mesa de trabajo, porque todo cambia, todo es más tranquilo». Con ellas, y con otras asociaciones, llevamos tiempo trabajando juntos en diferentes cosas, firmamos juntos la carta de la paridad 50, la guardería., con (h)emen estamos haciendo un encuentro de realizadoras este año. Muchas cosas en común.

¿Desgasta? Claro que te desgasta. Cualquier polémica desgasta. Y luego ya es un poco tu rollo personal. A mi con treinta o cuarenta años me daban marcha las discusiones. No llevo bien la agresividad. Sobre todo porque estamos en una sociedad en que la estamos recibiendo todo el rato. En estos momentos, a nivel político, a nivel social, hay una agresividad en el ambiente brutal. Hablando de cualquier tema. Uno dice en la redes que la Real está estupenda, otro dice que está mal y al final hijo de puta para arriba, hijo de puta para abajo. A mí me han llamado de todo con el tema de Johnny Depp, por ejemplo. Me han insultado repetidas veces. Es lo que hay. Desgasta, claro que desgasta, pero no tanto como igual podéis pensar. A mí me desgasta el poder hacer una edición como como esta con el covid ha sido muy duro, muy, muy duro. Lo hemos pasado mal. Lo otro, bueno, es desagradable.

La trastienda del Festival

Quizá es porque eres una cara muy visible y por eso la crítica va más dirigida a ti.

Bueno, pero eso está pensado. De la misma manera que yo creo que durante el festival salgo al escenario más de lo que me gustaría, por ejemplo con los premios Donostia porque el de Marion Cotillard, la idea es que lo diera Penélope, pero ella quiso que yo estuviera y con Depp lo que quería dar yo por razones obvias, para asumir la responsabilidad en una decisión; sí que creo que durante el año un festival tiene que tener una imagen clara, que tiene que haber un referente. Va en el sueldo y en el trabajo. Está claro que te desgasta, pero yo creo que hay que proteger al equipo. Creo que tengo que ser yo quien asuma ciertas decisiones y el que sea la cara visible.

Del mismo modo, cada vez más hay otras caras para muchos temas. Por ejemplo, en todo lo que es el Festival de todo el año y de la Escuela de Cine, es Maialen Beloki, una de las subdirecciones; o en Pensamiento y Debates es Amaia Serrulla. De hecho es ella la que está haciendo fuerza con el tema de la mujer. Sí que creo que tiene que dar una imagen clara en los festivales. En los festivales o cualquier empresa. Tiene que haber alguien que sea el referente y el que de la cara. Luego hay un equipo muy fuerte que está debajo.

¿Y la toma de decisiones está muy liderada por tí o es coral?

Yo soy el responsable último; pero la forma toma de decisiones es coral, muy coral y está muy descentralizada. Por ejemplo, en toda esa parte del festival todo el año, Maialen Beloki, aunque me consulte lo que ella considera, puede decidir lo que le dé la gana, que yo lo voy a asumir. Una persona como Lucía Olaciregui puede tomar las decisiones que quiera. No la conocéis mucho porque una de sus de sus condiciones cuando vino a trabajar conmigo al festival es que ella siempre estaría en segunda línea, que nunca iba a aparecer públicamente, pero Lucía en el festival toma las decisiones que considera y el resto del equipo las acepta como tales. Ruth en comunicación puede tomar las decisiones que quiera. Es decir, hay personas muy concretas que tienen, en el mejor sentido de la palabra, mucho poder en el festival. Yo me siento muy arropado y creo que hay bastante descentralización. Luego, obviamente hay una línea editorial que pasa por mí. Pero bueno, es una línea editorial que muchas veces hace cosas con las que no estoy de acuerdo. Incluso en la programación. Puede haber películas en competición que yo no las pondría, pero si hay una mayoría o una decisión clara por parte del grupo, yo no tengo problema.

Realmente creo que es un festival muy coral, entre otras cosas porque sería imposible de otra manera. Es tal el follón del festival no hay director que lo que haga solo. El director del Festival yo creo que le da una personalidad concreta, pero voy a decir algo que no sé si es del todo cierto, y es que no sé si es el direcrtor es la persona más importante. Quiero decir, igual uno por uno es la persona más importante, pero es más importante en estos momentos el equipo del festival que el director. Yo mañana me voy y no hay ningún problema, porque hay un par de personas que pueden asumir la dirección y porque el equipo va a funcionar. El equipo sabe hacer el festival y eso es clave. Eso es clave y ahí hay mucho nivel, hay mucho.

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Pero si te fueses, tampoco sería tú quien decidiera la sucesión

La sucesión la dirigiría el Consejo de Administración. Lo que pasa es que yo tengo muy buena relación con ellos, espero irme de muy buen rollo y plantearles que lo normal es que haya continuidad. Llevamos años que se elige desde dentro. A mí, por ejemplo, me propuso Mikel Olaciregui y yo propondré a alguien. Con la paz que hay con el Consejo, que yo creo que están muy contentos porque es un festival que no les crea ningún problema, que tiene un éxito y que presenta una imagen positiva de Donostia, pues el día que me vaya, en tres o cinco años, a la persona que proponga creo yo que la subirán. Porque tendrá una lógica bastante clara. Pero eso lo decide el Consejo, no yo. Yo soy el director general de una sociedad anónima; pero quien realmente manda en el festival no soy yo, es el consejo de Administración.

Tres o cinco años.

Sí. Me gustaría irme con 63 años, pero no irme a la Conchinchina. Es decir, si quien dirija el festival quiere que esté en el comité de selección yo estaría encantado. Si no, también entiendo que a veces tener la sombra de quien estuvo antes puede ser un coñazo, y me iría. No habría ningún problema. Pero el plazo de tres años me gustaría en lo personal, porque quiero dedicarme a otras cosas.

Lo que pasa es que es verdad que esto del Covid nos ha puesto patas arriba. Antes del Covid el Festival estaba súper estable en términos económicos, ahora viene un 70 aniversario que queremos hacer cosas que van a ser complicado financiarlas. Vamos a ver. Tampoco quiero hablar mucho de esto, porque luego, al final, la realidad hace cambiar. Dices una cosa y luego al final haces otra. Pero si con 63 años pudiera quitarme de la primera línea de fuego, me gustaría. Tengo proyectos de cosas que quiero hacer. Si no puedo con 63, con 65 seguro. Y no es porque crea que un señor con 65 no sea válido, Barbera tiene muchos más años y dirige el Festival de Venecia estupendamente; sino porque me gustaría dedicarme a otras cosas, también en el mundo de los festivales, pero no en primera línea. También porque hay gente joven en el festival que lo puede hacer genial.

Además no quiero que la siguiente, porque seguramente mi sucesora sea una mujer, llegue con 60 años porque yo esté ahí hasta los 80. Aunque me gustaría que llegara en una época con suficiente madurez para el cargo. Yo llegué al festival con cuarenta y nueve años y creo que antes no hubiera sido bueno. Sinceramente, creo que para dirigir un festival como éste necesitas cierta estabilidad profesional, tener ya unos contactos, tener una serie de cosas para las que hace falta un tiempo. Creo que las personas que pueden dirigir el festival están dentro y cada año que pasa aprenden más, viven más situaciones y tienen más experiencia. No me preocupa en absoluto. Yo creo que el festival tiene tiene mimbres para seguir estando muy tranquilo y muy estable. Una edición gustará más o menos, una decisión que tomemos será más acertada y otra menos, pero creo que el conjunto tenga una estabilidad no es complicado.

Me preocupa más el tema financiero porque son momentos complejos. Llevamos once años y no hemos hecho un duro de déficit ni un solo año a pesar de que hemos pasado dos crisis. Me gustaría irme sin hacer un duro de déficit en toda mi estancia como director del festival. También hemos crecido mucho. Empezamos con un festival de alog más de seis millones y estábamos, prepandemia, en ocho millones y medio, Yo creo que aun hay cosas que se han hecho, otras que se van avanzando. Somos casi el doble de grande que hace diez años.

No te vamos a pedir nombres, pero sí que nos digas qué características tiene que tener la persona que te suceda.

Bueno, ser una persona muy preparada a muchos niveles. Las personas que yo planteo están mucho más preparadas que yo. Es decir, yo hablo francés y hablo inglés lo justito para sobrevivir. Pero ahora mismo hay gente que habla inglés, francés, euskera, castellano, que tiene una formación muy fuerte a muchos niveles, que tienen muchos años dentro del festival, que han pasado por diferentes departamentos, que conocen muy bien el festival. Luego hay una serie de cosas que tienes que tener. Una es empatía, es fundamental, hay que entender hasta tu peor enemigo. Yo creo que eso es importante para dirigir el festival y también es importante en la vida. Es decir, que al final casi todo el mundo tiene sus razones. Creo que vivimos un momento en el que todo el mundo juzga muy fácil y todo el mundo condena muy fácil, en general. Yo no creo que haya monstruos, yo creo que hay gente que hace actos monstruosos, Ves una película como Maixabel, con un señor que colaboró en el asesinato de cuatro personas inocentes, que es capaz de darse cuenta de que realmente va a tener que vivir con el dolor de saber que hizo unas barbaridades increíbles. ¿Este señor es un monstruo? Es un señor que las circunstancias y las decisiones erróneas le llevaron a cometer actos terribles; pero que ha sido capaz de darse cuenta. Yo creo que la empatía es fundamental para todo la vida y un festival que tienen que trabajar con mucha gente y que dependes de muchísima gente, exhibidores, distribuidores internacionales, distribuidores nacionales, productores, plataformas, etc. Tienes que tener cierta empatía y cierta capacidad de comunicación. Tienes que ser alguien que sepas comunicarte, que sepas transmitir lo que tú quieres. La capacidad de comunicación y la empatía me parecen fundamentales y eso se aprende. También se aprende, Todos lo vamos aprendiendo.

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La burbuja de los Festivales


¿Crees que hay riesgo que cuando vives tanto tiempo en la dirección de un festival tan grande como este pierdas el contacto con la calle, con el público?

Sí, claro. Los festivales de cine, todos en general, somos muy endogámicos. Primeramente porque son muy intensos y trabajamos mil horas. No es un tópico, en general metemos mil horas en el comité de selección. Mucha gente tiene sus trabajos, con los que vive porque lo que cobran por ser del comité es una porquería, y luego tienen que llegar a casa y ver las películas. Yo me acuerdo cuando era comité de dirección y trabajaba en Donostia Kultura, que había muchos días que llegaba a casa a las nueve de la noche, a las once me ponía a ver películas hasta las siete de la mañana y a las nueve estaba trabajando de nuevo en Donostia Kultura. No un día, muchos. Que sea algo tan intenso lo convierte en algo muy endogámico. Por eso intentamos salirnos de ahí. con cosas como la escuela de cine, que nos sirve la ponen en cuestión muchas cosas.

En mi caso, intento hablar con mucha gente y me gusta escuchar a la gente. También trato escuchar a mucha gente joven porque me interesa su punto de vista. Bueno, intentamos que no nos pase y creo que somos uno de los festivales menos endogámicos que existen y de los que más escuchamos lo que ocurre fuera. Estoy convencido de ello; pero aun así ese riesgo está ahí todo el rato. Somos conscientes de que no podemos seguir metidos en nuestro mundo sin que estemos oyendo muchos feedback desde fuera. Así que sí, ese riesgo existe. Es decir, en cualquier actividad que sea muy intensa y que vivas en un mundo burbuja, eso puede pasar.

También les pasa a los críticos. A veces leo las críticas de Cannes, de Venecia, de San Sebastián, y ya no por que sean positivas positivas o negativas, pero veo que hay una endogamia absoluta. Hay familias que se aplauden y se responden. Es difícil que no pase. No es una crítica a que eso suceda, es que es difícil que lo suceda. Son trabajos muy intensos y que en el fondo vivimos en burbujas. Cuando vamos o vais a Cannes, Berlín, Venecia, estamos en una burbuja, viendo películas, sobreviviendo, comiendo poco. Es que es imposible que no estés determinado por esa situación. Es imposible porque no sales de ver una película y te vas a dar una vuelta, o te vas con tu novia, no. Estás estás metido allí viendo una película, ahora otra y luego otra. Sales de la película, hablas de la película y ves otra. Tanto cubriendo un festival como en la selección, es que al final acabas que no sabes ni lo que piensas. Lo disfrutamos, pero es una burbuja y es algo muy intenso.

No hay tiempo para la reflexión ni para verlo con perspectiva

Además estamos en la cultura de la inmediatez para todo. Tenemos que responder a todo inmediatamente. Salir de una película y mandar un tweet. Eso no es bueno. Por lo menos para los que somos de la cultura de leer y de la literatura que nos exige un tiempo. Ahora el tiempo no existe. Es increíble cómo todo el mundo quiere ser el primero. Por ejemplo, un caso que a mí me resulta ridículo. Un segundo, la película de inauguración, se proyectó una semana en China sin publicidad, por las exigencias del gobierno chino, y luego se puso en San Sebastián. Pues el gran interés de los tres magazines americanos era sobre si éramos si premiere internacional o no. ¿Qué más dará? Fuimos premiere internacional y al día siguiente la puso Toronto.; pero que importa si la pongo yo un día antes o después. Para ellos era un tema importantísimo. Hay un punto de ser el primero, de la inmediatez, que creo que es muy negativo. Yo no le veo ningún interés, sinceramente.

¿Tenéis algún tipo de mecanismo para conocer la opinión del público y los acreditados?

Bueno, más o menos, eso nos siempre nos llega.

¿Y no habéis pensado ir a buscarlo? Plantear algún tipo de cuestionario o algo similar.

Hablamos con muchísima gente. Con el público es muy fácil. Esta es una ciudad en la que a mí, para bien y para mal, me están diciendo cosas todo el rato. En la cantidad de emails que me llegan puedo tener propuestas para unos sesenta premios Donostia este año. Es decir, que hay una comunicación con quejas y cosas a favor. Igual se podría hacer de forma sitemática, no lo sé. igual sí. No creo que variara mucho con lo que sabemos de este tema.

En cuanto a la prensa y los medios de comunicación, estamos muy encima. Sí que es cierto que curiosamente a los acreditados de industria, si les hacemos llegar unos formularios para que rellenen y opinen sobre distintas cuestiones. Es verdad que este es un tema para plantear. Además ahora, con la creación del Departamento de Pensamiento y Debate, queremos que nos permita reflexionar sobre otro tipo de cosas, incluidas estas. Cómo podemos llegar, qué tenemos que hacer. Sobre lo que apuntas, tomo nota. Lo comentaré en el equipo sobre el pensamiento de opinión.

Estas polémicas que habéis tenido este año, ¿tensionan el equipo o lo unen más?

Yo creo que ni una cosa ni otra. Yo creo que el equipo de dirección y el de selección están bastante unidos y en general somos bastante amigos. Aparte son muchos años ya juntos. En el tema de unificación de los premios había unanimidad, no había ni una voz discrepante. Lo teníamos clarísimo todos. En el tema de Johnny Depp hubo más discusiones y más dudas que discutimos. Del mismo modo que hay muchas dudas en muchos temas de trabajo, no estamos de acuerdo en todo. Yo a veces no estoy de acuerdo con Maialen o no estoy de acuerdo con Lucía. Discutimos y llegamos a consensos o si no hay consenso decido yo, porque es mi responsabilidad. Pero es que me parecería horrible una estructura donde no tuvièramos discusiones y donde hubiera un pensamiento monolítico. Lo mismo que hay unos a los que unas películas les gustan y a otros no. Lo mismo que tenemos gente de distintas opciones políticas. Es decir, no todos pensamos lo mismo de la vida, de la política o del cine. Es imposible que pase y además sería horrible.

Vivimos un momento en que la confrontación de ideas se vive como una tragedia, como una guerra. Hay una virulencia y una agresividad muy fuerte. Hay gente que no está de acuerdo en cosas y se les machaca. En mi época, en la Rentería de los 80, a pesar de toda la violencia, tengo la impresión que conseguíamos hablar y hacer debates con menos virulencia que las que me encuentro ahora. Para alguien de mi edad es muy sorprendente la violencia que hay en las redes con cualquier tema. También esa especie de miedo a todo lo que sea disentir. Hoy mismo, con el tema del jurado. Yo entiendo que no te guste la decisión, pero es que hay gente que ha dicho unas barbaridades en contra del jurado, incluso insultando, que no entiendo. Oiga, ¿y por qué tiene usted razón? ¿por qué su opinión es la buena? ¿Sabe usted la carrera y lo que han aportado al cine los miembros del jurado?

Una cosa es que hagamos bromas y digamos cosas en privado; pero cuando pones algo en un papel o das tu palabra en público, hay que medir lo que se dice. Ya me imaginaba que iba a ser bastante discutido del palmarés, pero es que he leído algunas cosas, incluso a amigos míos, que no entiendo. Parece que el jurado eran una panda de iletrados que no tienen nada que ver con el cine y no tienen ni idea de lo que es el cine. Pues alguno de los que se mete con ellos ya podría pensar si ha vivido o aportado al cine lo mismo que cualquier integrante de este jurado. En fin, un poquito de humildad también nos viene bien a todos, a todos.