Reseña de Broker, de Hirozaki Kore-eda
Broker, la última película del director japonés Hirozaku Kore-eda, está ambientada en Corea, un país en el que, por lo visto, hay unas “cajas para bebés” en las que se pueden depositar bebés para donarlos en adopción de manera anónima y garantizando unas buenas condiciones de seguridad e higiene para el bebé. De locos, pero cierto. La verdad es que no de extrañar que la existencia de estas cajas haya inspirado a un director como Kore-eda, obsesionado con las familias y los niños. En Broker, el punto de partida es una mujer (Ji-eun Lee) que abandona su bebé en una de estas cajas sin saber que el lugar está siendo vigilado por una pareja de mujeres policías (Doona Bae y Lee Joo Young) que investigan la venta de bebés en el mercado negro. Tras ese robo y venta de bebés hay dos hombres. Uno de ellos (Song Kang-ho), es un hombre divorciado con serios problemas económicos, el otro (Dong-won Gang) es un joven huérfano resentido con las madres que abandonan a sus hijos.
Las películas de Koreeda, o el milagro de vivir
22/09/2018 - Nacho RodríguezLa primavera, en mi caso, no se inicia en el equinoccio tal y como marca el calendario: la mía, porque así lo elijo, arranca con la hermosísima explosión floral que los árboles del parque de mi barrio me regalan a finales de marzo. Lo hacen sin avisar, aunque en las jornadas previas ya se pueda […] Leer más
La trama se desarrolla de una manera bastante consecuente con la filmografía de Kore-eda. Una sucesión de situaciones complicadas tratadas con humor y ternura en la que los personajes van conociéndose y generando lazos afectivos e, incluso, familiares. Al igual que en Shoplifters los protagonistas viven al margen de la ley y bajo la capa de dulzura hay un sabor amargo. Sobre todo porque esta vez los delitos son más serios y graves que entonces y Kore-eda, incluso, se muestra más crítico con sus personajes de lo que acostumbra. Una regañina llena de cariño y comprensión, eso sí, que estamos hablando de un autor que quiere y cuida a sus personajes hasta sus últimas consecuencias.
Al rodar la película en Corea del Sur, Kore-eda ha podido trabajar junto a Hong Kyung-pyo, responsable de fotografía de Parásitos, Burning o El extraño entre otras, y se nota. Las imágenes, sobre todo las nocturnas y las más cercanas a la trama thriller de la película (levemente thriller), consiguen una atmósfera a la que no estamos acostumbrados en un director mucho más luminoso y naturalista. Todo un acierto que ayuda también a que los momentos más edulcorados de la trama no lo sean en exceso. También es un acierto trabajar con un reparto como el que tiene la película, con algunos de los rostros de Corea, un elenco que funciona igual de bien en las partes más amargas como en las más tiernas o divertidas. Kore-eda tiene mucha mano para dirigir a sus repartos y no suele fallar en las elecciones de casting, seguramente una de las claves de su buen hacer.
Estos pequeños matices distinguen esta película de Kore-eda de otras películas de Kore-eda. Consiguen que, a pesar de tres décadas de carrera a sus espaldas y una obsesión casi constante por los mismos temas, la fórmula de su cine no se haya agotado todavía, que aún resulte fresco ver una película de Kore-eda y que su nombre en el cartel sea garantía de una buena sesión de cine.