Reseña de Los Fabelman, de Steven Spielberg
En la primera secuencia de Los Fabelman vemos a Burt (Paul Dano) y Mitzi Fabelman (Michelle Williams) llevando a su hijo Sammy (Mateo Doryan en esa secuencia) al cine por primera vez. El padre, ingeniero, le habla de los fundamentos técnicos del cine y le explica el concepto de persistencia retiniana: la imagen permanece en la retina humana una décima de segundo antes de desaparecer por completo, menos del tiempo que tarda un fotograma en dar paso al siguiente, creando sensación de movimiento. La madre, de formación artística, le habla de las emociones y la imaginación. Burt y Mitzi son, en realidad, los alter egos de Arnold y Leah, los padres de Spielberg, así que Sammy no es otro que el propio Spielberg y en Los Fabelman, su película más autobiográfica, lo que hace es juntar esas dos ideas de la secuencia. La persistencia ya no es retiniana, sino emocional. La emoción del cine y del arte que permanece en nuestros cerebros mucho tiempo después de haber visto las películas.
Los Fabelman es una conmovedora carta de amor a su familia y a la pasión por el cine. La trama se centra en la infancia (Mateo Doryan) y adolescencia (Gabriel LaBelle) de Sammy y se construye alrededor de dos tramas paralelas: el melodrama familiar y la ambición artística del protagonista. En la historia, vemos a Sammy crecer y aprender, experimentando el estimulante proceso de crear arte, pero descubriendo también el dolor de trabajar con emociones propias para provocar emociones ajenas. Spielberg nos dice que, en realidad, las dos tramas no son paralelas, son dos líneas que se cruzan y desde ese momento todo cambia y se retroalimenta.
Burt es un ingeniero cuyo trabajo en el campo de la naciente informática obliga a los Fabelman a mudarse de casa varias veces en unos pocos años, de Nueva Jersey a Arizona y más tarde al norte de California. Mitzi (fantástica interpretación de Michelle Williams) es una persona más sensible y emocional, que pudo haber sido concertista de piano y que se esfuerza por fomentar los intereses creativos de su hijo Sammy. Mitzi también es propensa a la depresión y a comportamientos erráticos. Hay un gran respeto y amor en el matrimonio, aunque eso no siempre funciona. El joven Sam no puede entenderlo aún, falta tiempo para eso. En concreto, Spielberg ha esperado tener 76 años para poder rodar esta película y sentir que entendía bien la historia. Ahora es capaz de acercarse a ella con respeto y mucho cariño a todos los personajes, incluso a sí mismo.
Hay mucho del melodrama clásico en la forma en que se trata la historia familiar en la película, aunque pueda coquetear con otros géneros, como la comedia o las películas de instituto, y Spielberg, sutilmente, adapta su estilo a estos pequeños cambios de tono y género. Cualquier persona que haya visto otras películas de Spielberg (¿alguien no lo ha hecho?) reconocerá fácilmente elementos conocidos. Por ejemplo, ver a Mitzi luchar con los ataques de pánico y la depresión nos lleva al protagonista de Encuentros en la tercera fase. La escena en la que Sam trabaja con los rollos de cinta montando la película para hacer un gran descubrimiento se parece a la de Tom Cruise en Minority Report manejando un torrente de imágenes para extraer la información que necesita de ellas. Vemos a los Boy Scout que aparecerían en Indiana Jones y la última cruzada. La obsesión por el cine bélico que culminaría en Salvar al soldado Ryan. Por supuesto el aroma de E.T. está presente toda la película: en la figura del padre ausente y madre cariñosa, en la urbanización, en las relaciones entre hermanos o en la presencia de un ser extraño mono/alienígena para tapar un vacío. No en vano, E.T. era hasta ahora la película más autobiográfica de Spielberg. También resuena a cine de Spielberg cuando el tío Boris (Judd Hirsch) le dice eso de “Familia, arte, te partirán en dos”. El padre volcado en su trabajo/pasión, como en Hook, El puente de los espías o Lincoln. Su propia experiencia como hijo, quizá también como padre. No es autohomenaje, no son guiños para fans, es una consecuencia de su arte. Su películas son así porque él es así.
Se han dedicado muchos artículos a explicar la representación de la figura paterna en las películas de Spielberg; yo mismo lo he hecho. La figura del padre ausente ha sido recurrente en su filmografía, pero como ya desarrollé en estos artículos, ha ido evolucionando. Desde padres ausentes en E.T. o padres dispuestos a abandonar a la familia sin mirar atrás en Encuentros en la tercera fase, a conversaciones llenas de reproches en Indiana Jones y la última cruzada o padres dispuestos a jugarse la vida por sus hijos en La guerra de los mundos. Con Los Fabelman da un paso más, redime a la figura paterna y se redime a sí mismo cambiando la reacción de Sam ante los problemas familiares frente a la que tuvo el auténtico Spielberg. Pero esto es cine y no tenemos por qué saber la historia personal de sus autores, y como dice el personaje de Sam, no importa si ha tomado esa decisión por contentar a alguien o porque es lo que necesitaba la película. Una secuencia en la que Sammy verbaliza esa idea, en la que Spielberg se enfrenta a una de las críticas más comunes a su cine, su sentimentalismo, sus ganas de complacer al público. Simplemente cree, acertadamente o no, que eso es lo que necesitan sus películas, es lo que siempre ha buscado: la persistencia emocional que mencionaba en el primer párrafo.
Spielberg : Los comienzos del mito
22/11/2022 - Ricardo FernándezEs probable que no haya un premio honorífico más incontestable que el Premio Donostia a Steven Spielberg. En realidad, cualquier premio a su trayectoria que reciba el director más popular y seguramente el más influyente de la historia está justificado. Quizá pienses que es una exageración decir esto de Spielberg; pero ningún director de cine en la historia ha llevado más gente a las salas de cine y ha contribuido con tantas películas icónicas a la cultura popular. Leer más
Cómo la película explora la relación de Spielberg con el cine, desde la primera película que vio (The Greatest Show on Earth, Cecil B. DeMille, 1952) hasta su primer encuentro con John Ford en los estudios de la Paramount, la necesidad o no de contentar al público no es la única reflexión sobre su manera de hacer películas. Desde el uso de unos primitivos efectos especiales hasta la explicación del característico plano Spielberg, pasando por la manipulación emocional en la dirección de los actores. Sin embargo, no es una película que se centre en la nostalgia con ese concepto de «el pasado fue mejor». Los Fabelman habla de la fascinación como motor para avanzar, un sentimiento universal y atemporal. Es un relato emocionante sobre el crecimiento de un joven apasionado por el cine y de cómo su amor por el cine le ayuda a encontrar su camino en la vida. Con un enfoque sutil y emotivo, Spielberg ofrece una mirada a la complejidad del arte y su relación con la vida, y sobre todo, celebra el poder transformador del cine. Hace falta ser un artista para convertir el dolor en alegría y The Fabelmans es un ejemplo de esto. Las películas pueden cambiar el mundo. Cambiaron el mundo de Spielberg, y ahora sus películas han cambiado sin duda la historia del cine y la vida de muchos espectadores.
La capacidad de Spielberg para crear secuencias impactantes permanece intacta tras cinco décadas de carrera. La mayoría de sus espectadores ya no somos niños como Sammy que se quedan boquiabiertos con estos descubrimientos, pero escenas como la de Sammy usando su mano como pantalla en la que proyectar la película seguirán resonando en nuestra cabeza mucho después de verlas. La persistencia emocional.