6.5

The Creator tiene mucho de Monsters, la primera película de su director, Gareth Edwards. La integración de elementos de ciencia ficción en un entorno natural, selvático. En esta son robots y estaciones espaciales en el sudeste asiático y en aquella eran monstruos tipo kaiju en Centroamérica. Después, Edwards ha dirigido dos películas en las que probablemente ha tenido menos control que en aquella ópera prima de presupuesto modesto. Godzilla, que en su conjunto no era demasiado interesante pero que tenía algunos de los momentos audiovisuales más sugerentes del año. Y uno de los capítulos no canónicos de Star Wars, Rogue One, donde la maquinaria Disney probablemente arrolló a un director aún en crecimiento dentro de la industria. Quedó más o menos claro que él no había quedado contento del todo. Con esta nueva película, de presupuesto considerable pero no estratosférico (80 M$), da la sensación de que Edwards sí ha tenido un control mayor y el resultado es más una expresión de sus intereses artísticos, como lo fue Monsters, que en un trabajo de encargo como los otros dos.

Esta idea de control sobre la película se constata en que por primera vez es productor de una de sus películas. Además, ha vuelto a ser guionista como lo fue en su primera película. Esto es bueno y es malo. Es bueno porque hay una consonancia entre su propuesta estética y las premisas que hacen surgir la película. Ojo, no hablo de la sinopsis o la premisa argumental, hablo de las ideas que a él le resultan interesantes para crear la obra. Por ejemplo, traer la imaginería de la guerra de Vietnam -y de las películas que la inmortalizaron, como Apocalypse Now o Platoon– a una historia futurista de ciencia ficción con robots. Todo el uso de diferentes lugares de Asia, como Tailandia, Vietnam o Nepal, acompañados de sus respectivos tópicos. Edwards escribió el guión de viaje por estos lugares. Tanto Monsters como esta -e incluso alguna escena puntual de Godzilla- tienen algo de guionista mochilero. De alguien que disfruta viajando por parajes exóticos y decide adornarlo con elementos épicos de ciencia ficción, pero sin tapar en ningún momento la verdadera esencia y las sensaciones del viaje espiritual. Incluso un poco new age. Como si te hubieras pasado un poco con los alucinógenos y los licores locales.

Podría ser una escena de Apocalypse Now si no fuera por la tecnología

Decía que el hecho de que afronte el guión es bueno pero también es malo. Y es que básicamente, el guión es lo peor de la película. Tiene varios problemas. Es previsible, poco original, no resiste el más mínimo análisis. El mismo Edwards admite que escribir el guión es la parte que considera unos deberes tediosos. Quizá sería mejor que se encargara otra persona, bajo sus premisas antes comentadas. En realidad, sí hay un coguionista, Chris Weitz, que no tiene un currículum precisamente maravilloso. Contrasta con los profesionales de primera fila que Edwards ha elegido para foto, música y montaje. Después hablaré de ellos. El guión tiene buenas intenciones. Hay una historia de pacifismo y de aceptación del diferente que va muy bien con el tono new age. Hay un vínculo de paternidad, una alegoría sobre superar el duelo y ser capaz de volver a ofrecer a otros el amor que ha quedado enterrado bajo la desgracia. Una historia pequeña y personal que no termina de engrasar bien con la épica mundial. Un guión de gusto ochentero, que recuerda a otras nostalgias retro como Midnight Special de Jeff Nichols, pero al que le falta la chispa atrevida de la historias de esa década.

Edwards es claramente un director. Tiene personalidad autoral pero no es un autor en el sentido literal de escribir sus propias historias. Como decía al principio, no parte tanto de una premisa argumental como de unas ideas estéticas. Es un apasionado de la ciencia ficción y explica sin pudor sus referencias cinematográficas en las entrevistas. Mezcla conceptos estéticos, temáticos, tonos, de algunas de sus películas favoritas. La relación de paternidad que es uno de los motores emocionales de la película, funciona más como referencia que como fondo. Es honesto el director al citar a Lone Wolf and Cub. No sé si al manga o a la serie de películas, da igual. Las aventuras de un samurai con su hijo.

Incluso la idea misma de llevar la guerra de Vietnam a la ciencia ficción viene de su veneración por Aliens, en la que Cameron utilizaba la alegoría de Vietnam para darle sustancia a una historia alienígena. Esta idea prestada es confesada por Edwards en las entrevistas. Y como Cameron, muestra a unos estadounidenses -terrícolas en aquella- tecnológicamente muy superiores pero incapaces de adaptarse bien a un terreno salvaje donde el enemigo se adapta mucho mejor. Es cierto que es más razonable la elección de Cameron con una guerra de la década anterior que volver a Vietnam en 2023. Esto hace, una vez más, que la película funcione mucho mejor como referencia artística a otras obras que como discurso social. Es decir, el público de Aliens en el 86 tenía reciente la guerra de Vietnam y esto enriquecía de forma directa su experiencia al ver la película. Sin embargo, para el público de ahora la referencia no es esa guerra que no hemos vivido sino el material cinematográfico asociado, Apocalypse Now, Platoon o la propia Aliens. Es en la sugerencia de esas estéticas donde la película seduce mientras que el fondo puede quedar algo vacío.

A James Cameron le gusta esto

La integración de los efectos especiales

Edwards viene del mundo de los efectos especiales antes de ser director. Se entiende así su admiración hacia James Cameron, que partió de circunstancias similares. Esto hace que ese apartado esté especialmente cuidado. La integración de los elementos digitales con el paisaje es uno de los puntos fuertes de la película. Pasaba algo parecido en Distrito 9 de Neill Blomkamp, que también venía de los efectos especiales y conseguía integrar muy bien extraterrestres con un ambiente de chabolas realistas. Creo que Edwards le echa más imaginación y no se queda en una metáfora tan explícita como aquella, pero en cuanto al trabajo técnico sí que recuerda al de Blomkamp. Aquí vemos campesinos con forma de robots en un juego sugerente de retrofuturismo. Las ropas, las armas, las plantaciones, todo nos lleva a las películas de Vietnam pero con una capa de futurismo cacharrero que podría haber salido de Star Wars y que resignifica la imagen.

Como decía antes, Edwards plasma su viaje mientras escribía el guión y nos lleva a los arquetipos -si se quiere, clichés- de esos lugares reinventándolos a su universo de ciencia ficción. La espiritualidad de Nepal pero con una construcción futurista, casi steampunk. Aquí podríamos buscar una palabra alternativa al steampunk, como el silkpunk que se refiere a la cultura china, pero para englobar Nepal y parte del Sudeste Asiático. El sabor de ese Sudeste Asiático retrofuturista recuerda mucho a la premiada novela La chica mecánica. Podríamos estar hablando de un género incipiente.

Todos estos sabores, estéticas, contrastes, remezclas, están muy anclados a obras precendentes de cierta relevancia histórica. Podríamos también hablar del anime. De hecho, toda la película tiene un tono muy de anime de los 80 y 90 con referencias tan claras como Akira. Por supuesto, Blade Runner, donde los paisajes -en esta ocasión hiperurbanos-  también tenían una relevancia capital. Echo en falta que no tengan mayor protagonismo en la película, siendo en mi opinión uno de los valores más fuertes de la obra. Edwards no se ha atrevido a parar la acción, más irrelevante pero más entretenida- para dejarnos disfrutar del paisaje sin que tenga que ocurrir nada especial. Cuando otra de las referencias que admite es Baraka, de Ron Fricke, un documental de 1992 que mostraba culturas del mundo de una manera muy reposada. Esta referencia es notable y es uno de los puntos fuertes de la película, la potencia del paisaje, que sin embargo, tenemos que conformarnos con ver en planos de corta duración como contexto de fondo. También hay escenas que combinan paisaje y acción, como los grandes ataques con la Nomad, otro de los hallazgos de la película. Un plano de un robot al viento en moto por una soleada carretera rural, aquí es fugaz, pero podría haber durado unos minutos en una película de Apichatpong Weerasethakul, con una aspiración de sugerencia casi idéntica.

Es una pena porque está trabajando con un gran equipo artístico. Una de las obras recientes que más partido saca al paisaje, también en términos de ciencia ficción, es la versión de Dune de Villeneuve, de la que por ahora solo hemos visto la primera parte. Bien, pues con esa película, The Creator comparte el director de fotografía, el excelente Greg Fraser; el montador Joe Walker; y el compositor, el genial Hans Zimmer que desgraciadamente no hace aquí su trabajo más personal. Esto da una idea del tipo de cine al que parece aspirar Edwards, y lo hace bien aunque no se atreva a recrearse tanto en la pura expresividad formal.

En este sentido de fascinación por paisajes de contraste con ciencia ficción, también recuerda al trabajo del diseñador sueco Simon Stålenhag, conocido porque su trabajo visual da lugar a Historias del bucle. Aunque esta es de las pocas referencias que no he leído admitir al director. Puede ser casual o inconsciente. Sea como fuere, ambos colocan elementos de ciencia ficción como robots o grandes estructuras tecnológicas, en paisajes realistas con una ambientación muy de cine y un cierto regusto a películas de los 70 y 80, consiguiendo un contraste entre las texturas de imagen de la memoria cinematográfica colectiva y la tecnología digital impropia de esos formatos. También ambos suelen buscar una evocación emocional a través del paisaje, con ambientaciones crepusculares o cualquier otro uso expresivo de la luz. Aquí, claro, ayuda mucho tener a Greg Fraser.

Uno de muchos ejemplos de cotidianidad futurista de Simon Stålenhag, que podría encajar en The Creator

En la mezcla está el gusto, que se lo digan a Tarantino, y Edwards apenas se guarda ingredientes secretos de su receta. Se agradece la honestidad y se disfruta del resultado, pero es imposible no pensar en las IAs generadoras de imágenes como Midjourney, Dall-E o Stable Diffusion XL. Ya se consiguen muy buenos resultados pero no dejan de producir una idea de déjà vu, de cosas ya vistas o creadas por otros artistas. En parte también por la manera en que los usuarios utilizan los prompts (los textos que se introducen para ser convertidos a imagen) explicitando referencias a obras o artistas. A veces parece que Edwards está haciendo eso. Me preguntaba qué pasaría si usáramos alguna de estas herramientas y le indicásemos las referencias básicas, como Apocalypse Now, el estilo de Stålenhag, el contraste entre lo rústico y lo tecnológico. Sin entrar en afinar demasiado con truquitos de prompt negativos o afinar el fotorrealismo y demás técnicas que darían un resultado más espectacular, lo cierto es que obtenemos resultados que no desentonarían en algún momento de la película:

Las referencias aplicadas por una IA

Tiene su ironía que una película sobre IA deje una sensación tan cercana a una trabajo hecho por una IA. A modo de metacomentario es más interesante que cualquier reflexión que tenga la propia película sobre el mundo de las IAs, ya que el desarrollo del guión en este sentido no va mucho más lejos de una película de robots de toda la vida. Quizá el guión lo haya escrito ChatGPT. El peso está más en la crisis emocional del personaje. Es verdad que en ese sentido, Edwards consigue un impacto con la amputación del brazo y las ortopedias, que representa muy bien el dolor interior del personaje y que se aleja de la estética más reciclada de otros momentos.

Tiene sus pros y sus contras esta película, como ya he comentado, pero ojalá tener una como esta cada año. Un trabajo de calidad visual que se aleja de las superproducciones más caras de Marvel que se notan rodadas delante de un croma y que no tienen ningún valor visual (Guardianes de la Galaxia aparte). Estamos viviendo una tendencia de cineastas cuidando el acabado final y la estética para que valga la pena pagar por ver esas películas en pantalla grande y se diferencien de las series enlatadas que te puede ofrecer Disney o Netflix. Que siga así. Pero que la próxima vez Edwards se busque un coguionista con más substancia y así él pueda dedicarse a aplicar sus prompts.

The Creator

Media Flipesci:
6.3
Título original:
Director:
Gareth Edwards
Actores:
John David Washington, Madeleine Yuna Voyles, Gemma Chan, Allison Janney, Ken Watanabe, Sturgill Simpson, Amar Chadha-Patel
Fecha de estreno:
29/09/2023