Un año más, nos reunimos con José Luis Rebordinos, director del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, una vez terminada su 72 edición con intención de hacer balance de la misma. Además, acabamos hablando del azar como compañero de viaje, de vuelos en primera o de saber cuidar las relaciones. De la sucesión en su cargo y de la evolución de la crítica cinematográfica. Del baile entre secciones del Festival. De «errores» de programación. De priorizar calidad frente a cantidad. Pero, sobre todo, hablamos de cine y de los tres principales temas que han impregnado esta edición del Zinemaldia: Toros, violencia contra las mujeres y la vejez. No siempre estamos de acuerdo -ni falta que hace-, pero si por algo destaca siempre una conversación con José Luis es por ser juguetona y nutritiva a la vez. Esta ha sido la nuestra -o al menos la parte publicable.
- Este año ha habido buen nivel en Sección Oficial y con nombres conocidos. También ha habido buen nivel de glamour con mucha asistencia de estrellas e invitados. Has llegado a decir que ha sido la mejor edición de las que has dirigido.
Pienso que esta ha sido probablemente la mejor edición entre las catorce que yo he dirigido. Creo que nuestras ediciones, si soy muy, muy sincero, suelen estar entre un 5 y un 7. Esta edición es un 7. No creo que nunca hayamos sido ni de 9 ni de 2. Al igual que a veces se ha exagerado siendo especialmente críticos, también considero que se puede exagerar en positivo con la edición de este año. Creo que ha sido una buena edición dentro de nuestras posibilidades. Si la comparamos con Cannes, que puede ser un 9, no tiene sentido hablar de una buena edición nuestra de más de un 7. Si lo miramos en general, para alguien a quien le guste el cine, el festival es un paraíso porque tienes para elegir de todo.
- ¿De qué depende esto? ¿Habéis tenido más recursos, la suerte o por qué crees que ha sido?
Este año ha dependido fundamentalmente de tres cosas. En primer lugar, hemos tenido una aportación extra del Ministerio de Cultura de 700.000 euros, que nos ha permitido estar más cómodos a la hora de pagar más suites, más habitaciones y más viajes de invitados. Nosotros no pagamos absolutamente a nadie por venir, pero hay personas a las que tienes que pagar billetes de avión desde Los Ángeles, y cada billete cuesta 20.000 euros. Esta inyección extra de dinero nos ha permitido tener más posibilidades de traer a más estrellas.
En segundo lugar, la huelga de actores que el año pasado nos perjudicó, creo que este año nos ha beneficiado, ya que muchas películas que quedaron sin terminar el año pasado se han ido completando este año y han estado disponibles tanto para Venecia como para San Sebastián.
Y en tercer lugar, que es muy importante en cuanto a la presencia de invitados, es el azar, que los que invitamos puedan venir. Hubo un día en que coincidieron Charlotte Rampling, Ángela Molina, Mónica Bellucci, Tim Burton, Johnny Depp, Pamela Anderson, Pedro Almodóvar y Tilda Swinton, por ejemplo. Solo con estos invitados, en un año normal, haríamos un festival o festival y medio.
También se ha dado la casualidad de que estaba pendiente la entrega del Premio Donostia a Javier Bardem desde el año pasado, o que, finalmente, han cuajado los intentos de traer a Cate Blanchett, Tilda Swinton y Pedro Almodóvar, después de varios años intentándolo. En el caso de Mónica Bellucci, fue ella quien nos llamó para presentarnos su película. Tanto en el caso de Mónica Bellucci como en el de Javier Bardem, ambos vinieron acompañados por Tim Burton y Penélope Cruz, respectivamente, a título personal, pero con plena disposición para hacer la alfombra roja juntos. Solemos aprovechar este tipo de oportunidades para entablar relación con los invitados y atraerlos en futuras ocasiones, como es el caso de Tim Burton, a quien ya le comenté que la primera Bitelchús es una de mis películas favoritas. Ese momento en el que Winona Rider baja por las escaleras bailando un calipso, creo que es uno de los momentos más eróticos de la historia del cine, o yo era muy joven y me resultaba todo mucho más erótico.
Diría, por lo tanto, que ha sido un año en el que el azar ha jugado un papel protagonista a nuestro favor. En este sentido, me acuerdo mucho de Javier Marías, que lo definiría como «el escritor del azar», y es que, a veces, simplemente el azar hace que las cosas funcionen.
- Sueles comentar que cuando viene un invitado de primera línea, os esforzáis en que esté muy cómodo y, de alguna manera, intentáis tender puentes para poder contar con él en futuras ediciones. ¿Qué significa esto y cómo lo hacéis?
Principalmente, intentamos tratar muy bien a toda la gente y, además, crear redes que consoliden esa relación. Por ejemplo, este mismo año, el caso de Florence Pugh. No podía venir porque estaba rodando en Nueva Zelanda, pero convenció a Andrew Garfield para que viniera sí o sí, por la buena estima que ella tiene del festival. En declaraciones públicas ha llegado a decir que San Sebastián es el mejor festival de cine del mundo, donde mejor ha sentido que la han tratado y donde mejor se comía. Además, no olvida que programáramos Lady Macbeth en la Sección Oficial a concurso, y dice que ese fue el hito en su carrera que la dio a conocer, el momento desde el cual empezó a despuntar, y le tiene mucho cariño al Festival. El caso es que fue ella quien convenció a Andrew Garfield, quien finalmente vino no solo los días del festival, sino que llegó días antes con amigos, para surfear y disfrutar de la zona. Luego ya se dedicó a las sesiones de trabajo dentro del Festival. Ha sido encantador y muy profesional. Ha hecho todo lo que tenía que hacer. Una maravilla.
Y, además de lo que comentábamos de Florence Pugh y Lady Macbeth, hay otra curiosidad con esta película, y es que John Crowley compitió con su primera película en la sección New Directors.
Lo que intentamos hacer es cuidar a la gente. Como curiosidad, en Navidades solemos tener un detalle con aquellos que consideramos “Embajadores” del Festival, para que no se olviden de nosotros y nos tengan en cuenta en futuras ocasiones. No hacemos grandes cosas, pero sí intentamos cuidar un poco a la gente.
- Cuidáis los pequeños detalles.
Normalmente, la gente se va muy contenta de San Sebastián. Primero, porque este tipo de estrellas se aloja en el María Cristina, lo que significa que están alojados con todas las comodidades. Segundo, porque conocen la gastronomía, y nuestra gastronomía es fácil de vender. Tercero, la ciudad es una postal y, normalmente, no se les atosiga demasiado. Entiendo que nuestro punto de partida es mucho más benévolo que el de otros lugares.
Además, tiene la ventaja de que, al ser un festival más pequeño, es más amable y más humano. ¿Lo malo del tamaño? Este año hemos tenido que decir “no” 15 días antes a personas que querían venir al Encuentro de Inversores por falta de habitaciones hoteleras disponibles. Es difícil equilibrar todo en San Sebastián.
En ese sentido, nuestros dos grandes problemas son, por un lado, la financiación. Mantener una financiación estable y suficiente es complicado. No me quejo, pero andamos muy justitos, siempre haciendo equilibrios. Y, por otro lado, las infraestructuras. Tenemos un parque hotelero que se nos queda pequeño. Ya sé todo el debate sobre el turismo, pero los turistas que vienen en su mayoría no pernoctan en San Sebastián. La mayoría de los franceses, por ejemplo, vienen para pasar el día y se van. No hay tantos hoteles, o al menos a nosotros se nos quedan cortos. Luego está el tema de los viajes y las conexiones, que muchas veces son complicadas. Dependiendo del origen del vuelo, puede requerir escala y trayecto en coche, y ésto puede ser disuasorio. Es complicado.
- Con respecto a los hoteles, ¿habéis notado aumento de precios en los últimos años, así como ocurre con carácter general?
Los hoteles van subiendo, pero es verdad que en general diría que los hoteles nos tratan bien al Festival. Yo siempre pido ajustar más los precios, y casi todos los hoteles nos regalan una habitación para un invitado todo el Festival. Esto creo que es común a instituciones y hoteles, yo siempre voy a pedirles más, pero que en el fondo no nos podemos quejar como Festival por las ayudas que nos prestan ambos. Las instituciones hasta en los momentos malos nos han aguantado. Dicho esto, mi obligación siempre es pedir más para hacer el Festival mejor. Hubo una época en la que los hoteles necesitaron del Festival para extender la temporada de verano, ahora ya no es así, pero la relación fluida siguen existiendo.
- Antes comentabas que es complicado traer a alguien, por ejemplo, de Los Ángeles. Exactamente, ¿qué supone para el presupuesto del Festival tener una estrella?
Depende. Ahora los billetes de primera están entre 18.000 y 21.000 euros, aunque mucha gente viene en business. Pero muchas veces el problema de las grandes estrellas no es tanto su billete o su habitación de hotel, sino todo lo que trae alrededor. Son estrellas que suelen traer todo un equipo de personas con ellas (representante, maquillador, peluquero, estilista, etc.). A veces se negocia y se consigue que parte de esos servicios se presten por profesionales locales, pero muchas otras son condiciones ineludibles en negociaciones que pueden durar meses.
- Metiéndonos en la selección de películas, en general, ¿habéis tenido conflicto interno a la hora de seleccionar alguna película alguna vez? ¿Ha habido alguna vez que os hayáis arrepentido de haber programado alguna película?
Bueno, siempre hay películas que te cuesta decidir si sí o si no, pero una vez ya seleccionadas, poquísimas. Es decir, nos hemos equivocado más de una siendo conscientes pero después, y luego otras que no sabremos, pero que te equivocas. Como cualquiera, estamos tomando decisiones todo el rato.
Nosotros teníamos una idea que ya es un poco tarde para hacerla: Un ciclo que se llamara ‘Perdón, Sorry, Barkatu’, cuyo objetivo era poner películas que el Festival había rechazado y luego habían sido un éxito. En aquel momento a los mayores del lugar, que algunos ya desgraciadamente no están entre nosotros, no les hacía gracia, pero a mi mucha. Por ejemplo, el Festival dijo que «no» a una de los hermanos Coen -para Perlas. O con Una mujer coreana, o Sympathy for Mr. Vengeance, que la rechazamos. La vimos, a unos nos gustó más que a otros, a mí me gustaba mucho, a otras personas del equipo le gustaba mucho menos, pero era una película extremadamente violenta y entonces no tuvimos el valor de apostar por ella, así como sí lo hicimos con I Saw The Devil, que es una película que venía censurada por hiperviolenta y que además pasó regular. Nos dieron hasta en el carnet de identidad, pero creo que está considerada una joya. Entonces creo que con aquella pudimos adelantarnos un poco nuestro tiempo y lo hicimos. Son algunas de las que puedo decir en público. Luego a veces nos arrepentimos de ponerlas. Las proyectamos enamorados de la peli y luego la vuelves a ver 15 días después, tranquilo, y dices “hostias, ¿qué vimos?”. Ocurre.
Por eso siempre creí que tendría gracia proyectarlas en un ciclo explicado. Por un lado, era un especie de acto de reparación a las películas. Y, además, era un ejercicio de humildad por el Festival. Que nos equivocamos, ¿cómo no nos vamos a equivocar? Tenemos por ejemplo un miembro del equipo que estuvo “especializado” en rechazar películas que luego ganaron el Oscar a mejor película extranjera. Rechazó dos o tres casi seguidas y se convirtió una broma recurrente interna, cuando rechazaba una decíamos “joder, esa Oscar, fijo”.
A veces rechazas alguna película que luego se convierte en un éxito increíble, la vuelves a ver y dices, “pues igual me equivoqué”, pero hay otras que se convierten en exitazo, la vuelves a ver y nos sigue pareciendo un horror.
Luego hay muchas películas que la gente dice que tenían que estar en la competición oficial. Eso es muy típico con las óperas primas, por ejemplo, ocurrió con El Bola. El Bola fue una película que todo el mundo decía “pero ¿por qué no la han puesto en Sección Oficial a competición?” La película de la Estrella Azul, “¿por qué no la habéis puesto en Seción Oficial?” Este año nos lo ha dicho mucha gente también con la de La guitarra flamenca de Yerai Cortés. Creo que a algunas óperas primas les viene bien no estar en Sección Oficial a concurso pero sí en New Directors, por pequeñas, y por el hecho de que de estar en Sección Oficial no hubieran pasado igual de bien. No se juzgan igual. Hay mucha gente que nos ha preguntado por qué la película de Paula Ortiz no estaba en competición. ¿Hubiera pasado igual de bien de estar a competición que fuera en concurso? Pues no lo sé.
- En ese sentido, ¿cuál es el criterio para decidir en qué sección poner una película?
Fundamentalmente el criterio es que hay unas películas que las quieres tener y tienes que hacer puzzle para ver dónde tienes hueco. Entonces de pronto tienes seis españolas que las quieres tener sí o sí y tienes que inventarte algo porque más de cuatro no podemos poner en competición. Y ahí sí que las cuatro de competición están por cosas que nos gustan mucho, por una razón o por otra, y porque son diferentes entre sí. Es decir, que representen diferentes formas de hacer cine español.
Por ejemplo, Los Destellos es un melodrama, la de Serra no se parece a nada, un artefacto loco, El Llanto es una película de terror aunque hable de otras cosas y Soy Nevenka es una peli de combate. Son cuatro películas muy diferentes.
- Pero no solo en Sección Oficial a concurso, sino en otras secciones, ¿cuál es el criterio para ponerla en una sección u otra? ¿El requisito de la sección Perlak es, por ejemplo, que ya tenga distribución la película?
No, en absoluto. El requisito para entrar en Perlak es que sea una película con vocación de ser popular entre el público, y en contraposición tenemos la sección Zabaltegi-Tabakalera. Entonces, por ejemplo, metes a la de Hong Sang-soo en Perlak, que para mi era un Zabaltegi-Tabakalera claro, pero como viene Isabelle Hupert la pasamos al Victoria Eugenia para darle su lugar. Pero ¿qué pasa? que acaba siendo de las menos votadas, porque el público de Perlak es un público que va al cine pero no va a ver I Saw The TV Glow o April de Dea Kulumbegashvili, una película que quisimos tener en competición pero decidió ir a Venecia, así que la recuperamos en la Clausura de Zabaltegui-Tabakalera.
Siendo muy reduccionista, en Zabaltegi-Tabakalera programamos las Perlas raras y experimentales. De hecho, en Zabaltegi-Tabakalera la mayor parte del público es más joven.
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- Hay quien dice que la sección Perlak la deciden las distribuidoras.
¿De dónde sacan eso? Es al revés, nosotros les decimos qué queremos. Este año solo ha habido una película que hemos pedido que no hemos tenido, que la pedimos para Zabaltegi, que es la de Gómes
. En primer lugar nos la confirmaron, pero luego no podía venir Gómes y creo que está en el Festival de Valladolid, a competición. Somos nosotros los que pedimos las películas.
- ¿Y cuál es el criterio con Horizontes Latinos respecto a las otras secciones?
En Horizontes Latinos intentamos que haya una representación también de distintos estilos respecto a lo mejor del año. Por ejemplo, había una película que ha sido premier internacional que es la de Torres Leiva, Cuando las nubes esconden la sombra, que inauguró Horizontes Latinos, pero la discutimos para competición en Sección Oficial. Y no entró en Sección Oficial a competición porque la anterior no pasó muy bien y porque esta es muy pequeña, pero podía haber estado en competición perfectamente. Finalmente pensamos que era mejor que fuera protegida en Horizontes Latinos como Inauguración. Todo eso se habla con ellos, en este caso con Torres Leiva, que tenemos muy buena relación.
- Has comentado que discutís sobre, por ejemplo, qué películas seleccionar. ¿Cuál es el tipo de dinámicas en el equipo? ¿Tienes un equipo que te puede y te lleva la contraria?
Sí, sí, hay discusión. De hecho, muy pocas películas son seleccionadas por unanimidad. En mi caso, normalmente, si hay mayoría a favor, aunque no me guste nada, entra. A pesar de que José Ángel Herrero Velarde, “el Notario”, histórico del Festival ya fallecido, me llamaba “Pinochetín”, creo que soy bastante democrático a la hora de elegir. Si el equipo está por la labor, adelante. De hecho hay películas que yo no he visto antes de seleccionarlas, como este año ha sido el caso de la película de Gia Coppola. Yo no pude verla ese día, estaba afuera, hubo un pase tras el cual había que decidir si entraba o no, y decidieron. Es decir, que hay películas que yo no he decidido. En Sección Oficial es raro, pero en Perlak suele haber bastantes porque yo en Cannes veo 5 o 6 películas y hago unas 100 reuniones, pero para ello tengo dos personas viendo películas, y las deciden ellos. Luego tenemos especialistas en determinado tipo de cine, como Javier Martin, que es el delegado para América Latina y un especialista en cine latinoamericano, y Lucía o Roberto, como especialistas en cine asiático, se encargan de filtrar el cine asiático que conocen tan bien. Vamos, que voy usando al equipo. Y en cuanto a la decisión final de meter o no una película, si hay siete votos a favor de doce, la metemos.
- Dices que vas a Cannes y sólo puedes ver 5 o 6 películas porque tienes que hacer unas 100 reuniones en 9 días, y ahora que estás ya pensando en la sucesión en tu cargo de director del Festival, ¿qué es lo que tiene que tener tu sucesora? ¿Punto cinéfilo de conocimiento de cine, más relaciones públicas o más capacidad de gestión?
No todos tenemos las mismas habilidades. Es decir, creo que en mi caso mis puntos fuertes podrían ser el hecho de ser imaginativo y tener buenas relaciones públicas, pero no me considero un ejemplo de organización. Creo que a veces mis compañeros sufren mi caos. Pasa muchas veces con la gente que es creativa, que va a toda velocidad, y a veces yo me pierdo por ese camino. Pero lo suplo con compañeras que son muy buenas en eso, me cubren, me riñen y me controlan. Además, tengo nociones de economía. Lo ideal sería una mezcla de todo: Una persona que conozca muy bien el cine, que esté muy bien preparada en cuanto a idiomas (saber muy bien inglés, francés, español y euskera). Yo, por ejemplo, no soy el más preparado del mundo en esto. Chapurreo euskera, me arreglo en inglés porque he tenido que hacerlo y he aprendido para ello. Pero creo que en tema de idiomas soy fácilmente superable, y considero que es muy importante en este contexto.
Además, creo que es bueno que sea alguien que domine la organización. También es importante que tenga algo de formación financiera, y si no la tiene, que se ponga al día, porque eso se puede aprender. Y luego, es fundamental que sea una persona con buenas habilidades para las relaciones públicas y que tenga el don de la empatía. Nadie va a cumplir con todo eso, como yo tampoco lo hago ni de lejos. Pero es importante que lo que le falte lo supla con un buen equipo, como yo lo he hecho.
- De cara a tu sucesora, que debería tener tanto cualidades creativas como organizativas y financieras, ¿os planteáis la posibilidad de dividir esas responsabilidades en dos figuras, una para la parte artística y otra para la organizativa, como hacen otros festivales como Cannes?
Siempre he defendido que, para un festival como el nuestro, es fundamental tener una estructura con dos subdirecciones. Por un lado, está Lucía Olaciregui, que es la subdirectora del evento de los nueve días, y por otro, Maialen Beloki que es la subdirectora de las actividades durante todo el año: Formación, escuela de cine, residencias, etc. Este esquema funciona bien. Además, contamos con una directora financiera, Amaia Elizondo, que se encarga de personal, presupuestos, contratación y compras. Aunque tengo formación financiera, sería imposible cubrir todas esas áreas sin su ayuda. Así que, aunque yo sea la cabeza visible, detrás hay un equipo que cubre cada área.
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Cuando llegue la nueva persona que me sustituya, seguramente cambiarán los nombres y el organigrama, porque cada uno trae a su gente de confianza. Al principio, la nueva dirección necesitará dos o tres años para conocer bien el festival. Solo entonces podrá decidir si quiere hacer cambios. Yo he estado 14 años al frente y, si cumplo mi plan, serán 16. He hecho lo que creía que debía hacer. Por ejemplo, hemos introducido el área de industria, hemos creado un festival que funciona todo el año y hemos cambiado la estructura interna. Ahora somos una empresa, aunque trabajamos con cultura y cine, como pyme poco nos diferencia de otra que pueda hacer tornillos. Y es que, aunque nuestro objetivo no es ganar dinero, pero debemos cubrir el presupuesto. Creo que la nueva persona tendrá que reflexionar si quiere continuar con esta estructura o hacer cambios.
En mi caso, siento que ya no puedo aportar nada nuevo. Llegué cuando Mikel Olaciregui había conseguido internacionalizar el Festival, y yo añadí otras cosas. Ahora es el momento de que otro lo haga. He anunciado mi salida con tiempo para evitar que alguien me convenza de quedarme, porque es importante irse antes de que te echen. 16 años me parecen incluso demasiados. Además, quiero que el proceso de sucesión se haga bien. El año que viene se nombrará a mi sucesor, y durante mi último año lo acompañaré, como hizo Mikel conmigo. Ese proceso me pareció muy positivo y espero que se repita.
- Has mencionado que ya no es el momento de plantear grandes cambios, ¿no crees que eso podría llevar a cierto estancamiento estos últimos años?
No lo creo. Tenemos una estructura que funciona. Cuando hablo de no hacer cambios, me refiero a cambios estructurales importantes. Todos los años incorporamos novedades, siempre estamos buscando potenciar el pensamiento y el debate. Lo que quiero decir es que, a nivel estructural, ya hemos hecho grandes cambios, sobre todo con el área de industria. Cuando llegamos, el festival no tenía esa dimensión industrial, y ahora es una referencia mundial en este ámbito. Si hace seis años me hubieran dicho que lograríamos esto, no lo habría creído.
Nuestro crecimiento ha sido posible gracias a alianzas estratégicas, como la que hicimos con CAA, que ha abierto puertas a contactos que antes no teníamos. Y es que CAA puede llamar a la productora de Barbie y obtener una respuesta inmediata. Yo hago la misma llamada y quizás no obtengo respuesta. No somos los festivales de Cannes, Venecia o Berlín. Estamos en otra liga, ni mejor ni peor, simplemente diferente. No siento que nos estemos estancando. Aunque la estructura general sigue siendo la misma, hemos añadido muchas cosas nuevas: Una escuela de cine, mentorización de proyectos, residencias, etc.
En resumen, creo que el esquema actual funciona. El próximo reto será cómo ralentizar el crecimiento para ganar en calidad y asegurar un compromiso financiero a medio plazo por parte de las instituciones. Necesitamos garantizar una subida anual de la financiación, algo que no está asegurado en estos momentos. Las instituciones han estado con años complejos, y hemos estado centrados en sobrevivir a crisis como la pandemia, la guerra en Ucrania y la inflación, lo que ha complicado establecer una estrategia financiera a largo plazo. No hemos tenido suerte en ese sentido.
Han sido años difíciles. Hubo un abril en el que nos dimos cuenta que no teníamos el dinero para pagar las nóminas en julio. Por ejemplo, hoy tenemos a Movistar, que es uno de nuestros grandes socios, pero entra precisamente cuando estamos desesperados porque nos falta un dinero imprescindible y, una semana antes de la edición, les hacemos una oferta la baja. Y la aceptan. Luego, al año siguiente, ya se actualizan cantidades porque les encanta el Festival. Hemos vivido momentos muy complejos, económica y políticamente. Hemos tenido polémicas políticas que no han trascendido al público porque se han gestionado me manera interna. Otras sí lo han hecho. Pero en términos globales, me he sentido muy apoyado por las instituciones, independientemente del color político.
- Comentas que, quizás, es momento centrarse en reducir el crecimiento y priorizar la calidad. En ese sentido, ¿qué tienes en mente?
Tenemos que medir mucho a quién invitamos, porque el problema cuantitativo es, sobre todo, respecto a invitados. En industria, que cuando llegamos teníamos unos 500 invitados, el año pasado superamos los 2.000 y este año llegamos a 2.300. Y seguimos creciendo porque invitamos a personas cada vez más relevantes. No hay otro remedio.
Algo que también me gustaría hacer, pero que no he conseguido, es reducir el número de películas. Cada año añadimos más y más. Por ejemplo, la escuela de cine restauró una serie de películas cubanas. Aunque no las teníamos en cuenta inicialmente, al final las acabamos incluyendo, y así seguimos aumentando. Lo mismo ocurre con la retrospectiva y los clásicos, que cada vez tienen más repercusión internacional. Con la sección Perlak pasa igual, queremos reducir un poco, pero luego aparecen dos películas de Venecia y no puedes decir que no. Así que me gustaría reducir porque, al reducir el número de películas, también reduces el número de invitados asociados a ellas, y eso podría liberar espacio para centrarnos más en la industria.
- ¿Para oxigenar un poco?
Exacto. Tenemos que pensar bien si hay algún área que podamos considerar superflua. No lo sé aún, pero habrá que analizarlo.
- Precisamente, y a colación de esto, ¿tiene sentido la sección Made in Spain? Algunas películas, como Justicia Artificial, estaban a la vez en cartelera y en la sección, otras en plataformas ya. Son películas que ya se han estrenado en su mayoría.
Justicia Artificial estaba en cartelera con permiso de la distribuidora, que autorizó su exhibición en el festival.
- Sí, pero había muchas otras.
Fíjate que esas películas funcionan muy bien. La sección arrasa y las películas quieren estar ahí. Creo que hemos aumentado el número de títulos, pasando de 12 o 14 a 21. Todo el mundo quiere estar porque les da una segunda oportunidad. ¿Quién asiste a esas sesiones? Además del público general de la ciudad, vienen festivales extranjeros y distribuidores internacionales. Por ejemplo, muchos distribuidores latinoamericanos vienen a ver estas películas, y los productores quieren estar presentes porque puede abrirles la puerta a festivales como Sundance, Tribeca o Sarajevo. Algunas de estas películas también son compradas por distribuidores internacionales que las ven en el Festival.
Made in Spain es una sección complicada, pero está muy bien pensada. De hecho, si tuviéramos un cine más grande, podríamos dar más espacio al cine español, con preestrenos más potentes. Este año, por ejemplo, hemos rechazado películas españolas que nos gustaban mucho, porque no teníamos espacio. Quizás podríamos tener cinco grandes preestrenos en lugar de proyecciones especiales, pero nos falta otro espacio que pueda acoger estos títulos. Estamos muy justos de salas para la cantidad de películas que queremos mostrar.
Así que, sí, estoy de acuerdo en que podríamos reducir la sección Made in Spain a 12 o 14 películas. Pero no creo que sea una sección que debamos eliminar, porque tiene una media de asistencia altísima y muchas de esas películas tienen una segunda vida después del festival.
- En cuanto a las salas, ¿crees que las instituciones deberían intervenir para protegerlas o crear nuevas aunque sea temporales durante el Festival? ¿Habéis hablado con ellas sobre este tema?
No hay pocas salas, porque usamos más de 20. Lo que pasa es que hay mucho público. Para una ciudad tan pequeña, vamos a superar los 160.000 espectadores, y eso es impresionante. El alcalde me dijo que la ciudad tiene unos 190.000 habitantes. Si comparas esos números con los del Festival de Berlín, donde tuvieron 370.000 espectadores el último año en una ciudad con varios millones de habitantes, te das cuenta de que lo nuestro es una locura. La gente de fuera se sorprende al ver las cifras de San Sebastián.
En cuanto a una política municipal de salas de cine durante el Festival, no es algo en lo que nosotros debamos intervenir directamente. Claro que hablamos con las instituciones, pero tenemos que ser muy discretos porque son temas complejos, como se vio con el caso del Bellas Artes. Tengo mi opinión como ciudadano y como director del Festival, que no tiene por qué ser la misma, pero no es algo que deba expresar públicamente mientras esté al frente del Festival, por respeto a las instituciones y a los ciudadanos. El día que ya no esté en el Festival, podré hablar más libremente. Ahora bien, sí estamos en contacto con el alcalde y las instituciones, y les explicamos nuestros problemas. Hay una relación fluida.
- Precisamente hablando de lo importante que es para el Festival de Donosti el público, este año has comentado que habéis subido entre un 5% y un 10%, ¿no?
No tengo las cifras absolutas aún, pero sí, vamos a aumentar entre un 5% y un 10%.
- ¿Y cuál ha sido la razón?
En primer lugar, tengo la impresión de que como aumenta el festival, en general, todo aumenta en proporción. Además, después de la pandemia que hubo un corte, luego cada año hemos subido algo.
Y en segundo lugar, creo que cuando hay películas con más nombres es más fácil atraer a público, de hecho donde hemos notado mucho el incremento de público, porque en Perlak siempre funciona, ha sido en las de Sección Oficial, y creo que ha sido fruto de la selección de películas con nombres conocidos. Las sesiones de Sección Oficial de las 4 de la tarde que normalmente estaba media sala, esta vez se han agotado algunas, así como en algunas de las 10 de la noche. Hay directores que funcionan muy bien, como Ozon o Costa-Gavras, pero incluso en la película de Serra creo que había 1.400 personas o 1.300 personas. Y luego es que se fueron sólo 20 personas.
- Lo vimos.
Con la película hay dos cosas. Por un lado, que la película te guste o no te guste, y por otro, que no soportes la violencia. A mí me costó ver la película. Y a mí no me gustan toros, nunca voy a los toros. Solo he ido al bombero-torero que me llevó mi padre de chaval y no le vi la gracia. Luego veo en la tele y me resulta muy duro pero claro, lo de la tele nos engaña. Aquí la cámara muestra la ultraviolencia que hay contra los toros, pero creo que eso no lo niegan ni los propios toreros, y si lo niegan están diciendo una tontería porque realmente la tortura que sufre el toro es una obviedad. Lo que pasa es que la película lo que tiene y lo que la hace tan interesante, aparte de cómo está usada la imagen y el sonido, que me parece soberbio, es que es una película donde también muestra esa parte de los toreros, solos, enfrentándose al toro, lo que ellos creen, esa especie de belleza, que los que les gustan los toros la ven. Yo personalmente no. No le veo belleza a los toros, no me interesan. La película sí me interesa, porque es una aproximación a algo muy controvertido en la sociedad, entonces me interesa que un artista haga una película como esta. No ha matado ningún toro para hacer la película, lo que ha hecho es poner las cámaras en lo que ya es la fiesta, lo que llaman la fiesta nacional.
- Se ha cuestionado la afirmación que acabas de hacer, en el sentido de que hasta qué punto se puede decir que no ha matado ningún toro para hacer la película, puesto que construye y usa imágenes reales que muestran seis toros siendo torturados y matados durante la película. Es decir, él directamente no ha matado a seis toros, pero la tortura y muerte real de seis toros han sido herramienta para directa para su obra artística. Se ha planteado hasta qué punto la tortura de un animal tiene que ser objeto, con imágenes reales, de una obra artística como es una película.
Este debate me parece interesantísimo. Una de las personas de PACMA con la que yo me he comunicado fue a ver la película porque le pedí que la viera y estoy seguro que le fue muy duro y le agradezco que fuera porque para alguien que sea antitaurino ver esta película tiene que ser tremebundo. A mí no me gustan los toros y me costó ver la película a pesar de estar súper interesado en el trabajo Albert Serra. Diría que para todos es muy duro ver realmente lo que ocurre con los toros en la plaza, supongo que hasta para un torero, no lo sé, se me escapa, no estoy en su cabeza.
- Construye y usa imágenes reales.
Ya, pero eso mismo hace Lorca cuando escribe un poema, no usa imágenes reales, pero si no estuvieran las imágenes reales no podría escribir su poema.
- Es una reproducción.
Ya, pero aquí él también hace lo que hace Lorca, ve los toros y escribe, ve los toros y lo filma. Es discutible, creo que es un debate súper interesante. De hecho, yo he quedado con el chico de Pacma para tomarnos un café cuando podamos para charlar.
O por ejemplo, los grabados de Goya. Está reproduciendo, aunque no sean imágenes reales. ¿Cuál es la diferencia, que sean reales o no? Está usando para su obra artística también. Es discutible.
¿Dónde estableces el límite? Cuando los de PACMA sacan a un toro lleno de sangre, también estoy usando la imagen para ir en contra. Pero, ¿qué es la película de Albert? ¿Es una película a favor de los toros? ¿Es una película en contra? ¿Qué es? Es que es una película de la que hay mucho que hablar. Es decir, yo personalmente, no soy taurino, y me ha reafirmado la película en que soy menos taurino que antes de verla. Porque había visto la violencia contra los toros que me molestaba personalmente y esta ya es que me resultaba imposible de soportar.
Ahora, dicho eso, también hay un montón de gente súper sensible, súper educada, que les encantan los toros y los defienden. Eso ya me hace tener dudas, por lo menos que se plantee un debate, porque siempre las prohibiciones son complejas. En función de qué y dónde se establecen los límites. En las dictaduras hay alguien que decide qué es lo que es bueno para el resto. Pero es verdad que aquí hay el sufrimiento de un animal. Yo estoy convencido de que con el paso del tiempo los toros desaparecerán por selección natural. Porque tengo la impresión de que yo como de todo, pero probablemente en una sociedad más civilizada, con el tiempo, igual ya no mataremos animales para comer si no es necesario. Es probable. Las sociedades evolucionan.
Dicho todo eso, yo no creo que la película de Serra tenga nada para ser prohibida. Creo que es una obra artística que usa algo que existe. Es como cuando muestras en una película, a vosotros que os gusta el cine de terror, cómo violan a una chica y la asesinan. ¿Se puede reproducir o no se puede reproducir una violación o un asesinato? Es mucho más grave.
- Es que precisamente, este debate no lo tendríamos si Serra o cualquier otro director rodara y pusiera unas imágenes reales de una violación en una película.
No he dicho nada. Sí, sí, tienes razón. Estamos hablando de imágenes reales frente a ficción. Yo reconozco que es muy complicado. Pero es que yo jamás censuraría la película. Y creo que el tema de los toros es un tema muy delicado.
Insisto, yo creo que nadie puede negar la violencia que se ejerce contra el animal, y los toreros menos que lo están ejerciendo y lo están viendo a un metro, pero lo vemos reproducido para todos. A mí se me hizo muy duro ver la película, pero me interesaba muchísimo. Creo que hay un trabajo cinematográfico bestial, precisamente para mostrar eso, para mostrar los dos lados, es decir, la fascinación de unos señores que se enfrentan al toro y para mostrar al mismo tiempo la violencia.
Yo entiendo que hay un debate y además por primera un debate con una gente que es educada, como el representante de Pacma con el que hablé, que es súper educado. Pero para mí es una línea roja pedir que se prohíba una película. Ponla a parir, di lo que quieras, pero prohibir una película no.
- Está claro que no es lo mismo no ver o no poner una película que prohibirla o censurarla.
- Hablemos del transporte público. Esta edición se ha promovido una nueva iniciativa con MUGI, creando un punto de información y de expedición de tarjetas de transporte público en el Kursaal durante el Festival con el fin de facilitar el uso del transporte público para los usuarios del mismo. Pero, por otro lado, los servicios de autobús durante el Festival no cubren todas las sesiones del mismo, quedando sin servicio de autobús para todas las últimas sesiones que no sean en fin de semana, así como la primera sesión de la mañana del domingo. ¿Se van promover acciones para facilitar el transporte de autobús público urbano (DBus) e interurbano (Lurraldebus) a los usuarios del Festival?
Lo de MUGI ha sido un pequeño avance. Se han vendido muchas más tarjetas, incluso entre gente que no era usuaria habitual. Así que creo que ha sido un paso adelante. Hemos intentado en varias ocasiones que hubiera más autobuses desde la provincia, pero no lo hemos conseguido. Entre otras cosas, porque los datos que tienen muestran que cuando se han ofrecido estos servicios, la ocupación ha sido muy baja, lo que los hace deficitarios. La única manera de mantenerlos sería con una aportación económica importante por parte del Festival, y en este momento no podemos asumirlo.
- Pero un servicio público no debería atender solo a criterios de rentabilidad.
En su momento intentamos que hubiera más servicios, pero no fue posible porque eran deficitarios. Este año, con los buenos resultados de MUGI, vamos a volver a intentarlo. Si podemos queremos conseguir más servicios, porque, aunque cueste dinero, no deja de ser un servicio público. Es una pena que la gente no pueda quedarse al festival porque no hay autobuses. Además, el tema del taxi en San Sebastián es otro problema, especialmente cuando llueve. No hay suficientes taxis, y eso complica mucho la movilidad. Si no tienes autobuses ni taxis, ¿cómo te vas? La gente que vive en las afueras lo tiene muy difícil, porque a veces tiene que caminar 30 o 40 minutos bajo la lluvia.
- Pasemos a la venta de entradas. Este año parece que ha funcionado bastante bien, a pesar de algún pequeño susto. Los pases de prensa ahora están mezclados con el público. Eso ya empezó el año pasado, pero ¿cómo está funcionando? ¿Cómo lo gestionáis? Hemos notado mejoría.
La venta de entradas ha ido muy bien, salvo algunos fallos técnicos, que suelen ser inevitables con tantas funciones. Por ejemplo, con 695 sesiones programadas, a veces ocurren errores humanos. Hubo un fallo con una sala del Príncipe al principio, que no permitía comprar entradas, y también hubo un problema de duplicidad en El Hoyo 2. Esos han sido los problemas más graves, pero han sido muy pocos para el volumen que manejamos, y el sistema no ha caído en ningún momento. Eso sí, hay gente que dice: «Estoy en el puesto 2000 y llevo media hora esperando». Claro, si entran 15.000 personas a la vez, es normal que haya que esperar.
Respecto a la prensa, estamos intentando facilitar las cosas tanto para acreditados como para el público. Si os fijáis, en los últimos dos años los acreditados habéis tenido más facilidad para conseguir entradas. Antes reservábamos espacios más pequeños para prensa, pero ahora dejamos casi todo libre, y los acreditados pueden ocupar lo que quieran. Es muy raro que no consigan lo que buscan.
¿Qué pasa? Que también nos hemos dado cuenta de que, en muchas sesiones de prensa, no se llena ni el 50% de la sala, y eso nos daba pena. Así que ahora vendemos un número limitado de entradas al público. Siempre dejamos algunas plazas para los acreditados de última hora, pero vendemos una parte para que haya más gente disfrutando de las películas y se rentabilicen mejor los espacios.
- Durante el festival nos encontramos con una conocida productora, a la que se le sumaba otro productor, que comentaba amargamente que creía que ahora se juzgan más las películas por su mensaje que por sus cualidades cinematográficas. ¿Qué piensas de esto? ¿Crees que es un problema actual? ¿Crees que esto afecta a la hora de seleccionar las películas?
Nosotros siempre decimos que lo que tenemos en cuenta a la hora de seleccionar una película es o bien su temática, o bien su forma, y si es posible, las dos cosas juntas. A veces, una película tiene un 70% de temática y un 30% de forma, o viceversa. Por ejemplo, Soy Nevenka es una película de combate. Para nosotros era muy importante por el caso que trata, el de una mujer que denuncia y gana. Creo que es importante que las personas agredidas denuncien, aunque sé que no es fácil. Hay que crear un ambiente que facilite la denuncia, porque si alguien ha cometido un crimen, debe ser juzgado, no solo «cancelado». Creemos que hay que conseguir que las personas agredidas denuncien, y ya soy consciente que es difícil, entiendo perfectamente a una chica agredida que no denuncia por todo lo que puede traer. Pero hay que crear atmósferas y ambientes positivos para que se denuncie. Porque si un violador no es denunciado o es denunciado en un periódico o de otra manera, lo van a cancelar. Si realmente es un violador, debería estar en la cárcel, no cancelado. Y si realmente no lo es, no debería estar cancelado. Entonces, para eso están los jueces; la policía para investigar y los jueces para jugar. Entonces, por eso, este caso es muy importante, porque es alguien que se atreve a denunciar, denuncia y gana. Y que, además, la propia sociedad le da la espalda aun habiendo ganado el juicio. Es decir, donde hay un juez que ha dicho que tiene razón. Entonces, creo que esta película tenía un punto de decir, esta es la línea por la que hay que ir, y además tenía algo de reparación hacia esa mujer que tuvo que irse incluso del país, habiendo ganado el juicio. Y es que si lo llega a perder, no sé, la ejecutan en la plaza pública… Esa película para nosotros era muy importante por el tema y funcionó como un evento. De hecho, la bajada de escaleras ha sido la más impactante que he visto yo en los 14 años que llevo de director. El público no se iba, ni cesaban los aplausos. Fue un momento muy especial porque tuvo algo de político. Esas 1.400 personas aplaudiendo emocionadas querían decir dos cosas. Una, estamos contigo, es una forma de repararte por todo lo que has sufrido. Y por otro, yo creo que en esos aplausos y en esa emoción había también un estamos hartos. Estamos hartos de poner el telediario y ver que han matado a otra mujer. Estamos hartos de que no sé quién ha violado a una niña de 12 años, 14 años o de 15 años. Fue un momento muy especial el del pase de Nevenka, en la que lo más relevante era el tema 70% y un 30% la forma, pero también hay películas donde lo más importante es la forma, como la de Albert Serra. En su caso, el 80% era la forma y el 20% el tema. Ambos aspectos están siempre presentes, pero depende de la película.
Dicho esto, creo que sí hay una tendencia actual a juzgar las películas más por el tema que por la forma, y muchas veces desde un punto de vista políticamente correcto. Si una película es feminista o trata el cambio climático, ya tiene puntos a favor. Además, otro fenómeno que he observado con el tiempo es que los críticos y los cineastas son cada vez más cercanos. Antes, los grandes críticos como Ángel Fernández-Santos, Carlos Boyero, Antonio Gasset, o Carlos Heredero, tenían poca relación con los cineastas. Hoy en día, muchos críticos son amigos de los cineastas, y eso condiciona las críticas, porque es difícil ser objetivo cuando estás hablando de un amigo.
Creo que esos dos cambios están afectando. Por un lado, hay un sector de la crítica que se centra más en el tema que en la forma, y por otro, los críticos tienen cada vez más vínculos personales con los directores, lo que complica la independencia.
- Y, por último, una pregunta que nos la ha trasladado un amigo común, un tal Rodrigo.
Creo que me suena (risas).
- Claro. A colación de las numerosas películas sobre enfermos terminales en películas esta edición del Festival, se pregunta a ver qué tal estás de salud, si necesitas un abrazo o un kalimotxo.
(Risas) Abrazos que no me faltan. Kalimotxos es mejor que no tome muchos. Yo tengo 63 años y tengo achaques típicos de la edad. Importante lo que hemos descubierto todos con la pandemia, que es la importancia de la ciencia. A mí me gusta decir que San Sebastián es una ciudad de gastronomía, pero debemos ser una ciudad de ciencia. En la pandemia nos han salvado las vacunas. Y sé que hay gente diciendo que han tenido efectos adversos, y puede que sea cierto, pero con lo único que empezamos a dejar de morir a marchas agigantadas fue gracias a las vacunas, a la ciencia. Entonces, con los diferentes achaques, yo que era anti-pastillas a tope, ahora estoy descubriendo sus bondades, que te permiten vivir más y lo más normal posible. Entonces, dile a Rodrigo que esté tranquilo, que estoy muy bien, que soy un ser bastante feliz, que tengo mucha suerte en la vida y que esas películas no son tanto porque a nosotros nos interesaron especialmente el tema, sino porque son temas recurrentes hoy en general.
Hay muchas películas sobre el final de la vida, y la mayoría son cantos a la vida, más que a la muerte, como la de Costa-Gavras o Los Destellos. Pero claro, el cine no deja de reproducir lo que preocupa a la sociedad. El cine es siempre una radiografía de la sociedad. Aunque sean mejores o peores las películas. Frente a los temas de las guerras, los temas que cada vez nos importan más, de la injusticia social, la película On Falling, que es una película muy especial, es una película que habla de los nuevos pobres, los que tienen un trabajo y sin embargo no les llega para comer. Y ¿qué pasa además? Que la población está envejeciendo. Cada vez somos una población más envejecida, vivimos más tiempo gracias a la ciencia de las pastillas y entonces esa preocupación está en la sociedad. Hemos visto muchas películas sobre ese tema. Las que hemos seleccionado y otras muchas. Es un tema recurrente. Igual que lo que lo es, y también había algunas en la selección, el maltrato a las mujeres, el abuso sexual, etc. ¿Por qué? Porque refleja lo que opina la sociedad. Somos una sociedad que de pronto empezamos a poner el foco en eso. Es decir, yo no pienso que ahora mueran más mujeres por crímenes machistas. Antes morirían más, pero no nos lo contaban, no nos enterábamos. ¿Qué ha pasado en el mundo rural, entornos cerrados donde la mujer prácticamente no salía? ¿Qué ha pasado ahí? Nunca lo vamos a saber de todo. Hoy en día lo que pasa es que todo se cuenta más, todo sale más.
Son temas que preocupan a la sociedad. Entonces, que esté tranquilo Rodrigo, que yo creo que simplemente es un tema que preocupa mucho en general. Yo espero estar todavía dos en el Festival, pero vivir muchos más. Por lo menos lo voy a intentar. Ya sabía que si la pregunta la hacía Rodrigo iba a tener guasa…
Entrevista realizada por el equipo de EL CONTRAPLANO. Entrevista por Iñaki Ortiz y Sandra Rozas. Preparación de preguntas por Ricardo Fernández, Iñaki Ortiz y Sandra Rozas.