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La película BARBIE ya es, incuestionablemente, un fenómeno de masas. Es uno de los grandes éxitos de taquilla que está batiendo muchos de los records, ha teñido el mundo -el físico y el virtual- de color rosa -se ha agotado el stock de pigmento rosa en el mundo- , y ha supuesto la consolidación social del último movimiento feminista en la cultura popular.

Consolidación social del último movimiento feminista en la cultura popular

BARBIE no es una película que pretenda ser un intrumento político feminista, ser un arma arrojadiza. Ni creo que tenga esa intención ni creo que se le deba atribuir ningún tipo de responsabilidad en ese sentido. Evidentemente tiene como premisa la muñeca canónica de niñas por excelencia y enuncia expresamente y pone en práctica principios feministas, pero creo que BARBIE es, «simplemente», una película de mujeres –Margot Robbie además de protagonizarla y producirla es la impulsora principal del proyecto, dirigido y co-escrito por la directora Greta Gerwig-, sobre mujeres y trata cuestiones relativas a mujeres. ¿Eso le hace tener que acarrear con el peso de ser una herramienta política? No. BARBIE es un mero -y maravilloso- instrumento de entretenimiento.

Posiblemente este sea uno de los últimos retos del movimiento: Que no se le atribuya a todo material de mujeres, sobre mujeres, por mujeres, un deber de cuidado, una exigencia, una responsabilidad moral mayor por el mero hecho de serlo. Como podría decir «La Madre» – el personaje de la actriz America Ferrara en BARBIE– no sólo podemos ser imperfectas y no siempre consecuentes, también nos puede apetecer no tener mayores pretensiones que, hablando entre nosotras y de nuestras cosas, pasárnoslo bien.

Y éste creo que es el gran y principal valor desde una perspectiva social de BARBIE: Constituye el último eslabón de la materialización práctica de la última ola feminista, en forma de instrumento cultural masivo de mero entretenimiento. La asunción definitiva en la sociedad de principios morales que transgreden el status quo anterior es precisamente su estandarización con su popularización masiva en la sociedad.

Que exista esta película, y que haya tenido el gran éxito que ha tenido, confirma que esta batalla concreta ya está ganada: El feminismo es mainstream.

Dicho lo cual, hablemos de cine. O mejor aún, de mujeres en el cine. Y es que, como decía, BARBIE es una película de mujeres, sobre mujeres y que trata cuestiones relativas a mujeres.

Película de mujeres

«La Madre»: ¡Propongo hacer la «Barbie normal»!

El CEO de Mattel: Nunca, ¡qué aburrido!

El contable de Mattel: Podríamos hacer dinero con ella.

El CEO de Mattel: Pues entonces bien, hagámosla.

Esta escena de BARBIE refleja la razón por la que Margot RobbieGreta Gerwig han podido hacer una película protagonizada por la muñeca estereotipo de canon de belleza y símbolo del capitalismo con un expreso mensaje feminista y de crítica social de la mano de la propia industria, no sólo cinematográfica –Warner, uno de los grandes estudios de Hollywood-, sino con el propio gigante de juguetes Mattel -creador y dueño de la muñeca Barbie-. Y ello no le ha restado libertad creativa a Greta Gerwig como directora y co-guionista -junto a Noah Baoumbach-, que interviene incluso de manera expresa en la película hablando directamente al espectador -escena de aplauso, al menos en mi pase-. De hecho, BARBIE me parece el perfecto ejemplo de cómo el a veces minusvalorado -por ambas partes- tándem autor-industria puede funcionar a la perfección -ya habló de esto Iñaki Ortiz a colación de, por ejemplo, Guardianes de la Galaxia o Ricardo Fernández a con de Spiderverso-.

El proyecto de BARBIE comenzó hace cinco años de la mano de Margott Robbie y su nueva productora audiovisual – LuckyChap Entertainment, que regenta junto a su marido, el productor británico Tom Ackerley-. Este proyecto nace de ella, y de sus esfuerzos entonces de sumar a los gigantes Warner y Mattel. Una de las condiciones que puso sobre la mesa fue que Greta Gerwig dirigiera la cinta, y ésta a su vez dijo que, además de dirigirla, tenía que escribirla -y hacerlo con su pareja: Noah Baoumbach, Historia de un matrimonio, Frances Ha-. Otras de las mujeres al frente de algunos de los pilares de este proyecto son Sarah Greenwood, como responsable de Diseño de Producción –Anna Karenina, Expiación, La bella y la bestia-, o Jacqueline Durran, como Diseñadora de Vestuario –Mujercitas, Anna Karenina, La bella y la bestia-, entre otras.

Película sobre mujeres

Más allá de todo el ornamento del universo de la icónica muñeca, lo que realmente vertebra la película es la relación entre madre e hija. La hija es una chica adolescente, que se encuentra en la clásica época en la que sólo quiere relacionarse con sus amigas -genial el guiño a las muñecas Bratz en esa escena, que sí han acompañado a nuevas generaciones de niñas- y cuya relación con su madre es tan escurridiza como la de la mayoría de los adolescentes. «No te acerques a ella a hablarle sin más» y «mira que siempre os aviso…» dice la compañera de instituto al personaje de Margot Robbie, que encarna la generación de las madres en ese momento, con el clásico choque generacional en esa época vital concreta. Una relación mostrada sin demasiadas explicaciones ni matices quizá por lo obvio del cliché que representa -al igual que el resto de cuestiones que pone en todo momento encima de la mesa la película, que nunca sugiere sino muestra-, y lo hace abiertamente, sin pudor. Pero el personaje de Barbie no pensaba que no pudiera acercarse sin mayor preámbulo a la hija, pensaba que era una de las suyas -su muñeca-, pero no, ninguna madre lo es -nunca, o casi nunca jugaron con ella-.

De hecho, la película muestra de manera explícita -una vez más- ese dilema del personaje con la búsqueda de la niña que juega con ella en el Mundo Real, que al contrario de lo que ella se imaginaba no acaba siendo la hija sino la madre. Porque es la madre la que jugaba con Barbies, es la madre la que intentaba compartir con su hija sus juguetes -y valores-, es la madre la que está inmersa en un proceso de revisión de valores sociales y de roles de género, es la madre la que se cuestiona los cánones estéticos que le vinieron establecidos desde su niñez. La niña siente rechazo por todo lo que representa su madre, como figura materna concreta y como representante de una generación pasada y, para ella, superada.

Es la relación entre madre e hija la que acciona el leit motiv del personaje de Barbie -se enfrasca en la aventura de viajar de Barbieland al Mundo Real para enfrentarse a los cánones estéticos impuestos y que están siendo revisados en el Mundo Real-, es la relación entre madre e hija la que hace entender a Barbie su verdadero lugar en el mundo de hoy -no es la muñeca de la hija sino la de la madre-, es la relación entre madre e hija la que hace despertar a las Barbies sobre cómo enfrentarse a la revolución en el nuevo mundo dirigido por Ken -el monólogo de empoderamiento del personaje de America Ferrara pasará a la historia de la de la iconografía popular-.

El proceso de actualización de cánones que muestra la película sirve para que madre e hija se acerquen, sirve de puente entre generaciones. Las diferentes formas de entender el feminismo , el de ayer -el de madre- y el de hoy -el de la hija- se muestra cláramente en el conflicto entre ambos personajes. La hija al principio comienza llamando «fascista» al personaje de Barbie cuando se conocen por primera vez, por todo lo que ella representa y rechaza de las generaciones anteriores, pero acaba encontrándose con su madre cuando realmente conoce cómo lee ella el mundo -que no es tan diferente a cómo lo hace ella, simplemente es de una generación anterior-. Un mundo en constante cambio, donde los personajes tienen que cambiar y actualizarse con él, y cuya lucha por la supervivencia tiene que ser conjunta, con la experiencia de la generación ayer pero con los códigos de la generación de hoy. Es en ese momento donde comienzan a conseguir desprogramar al resto de Barbies. Es ahí, cuando se abrazan ambas generaciones, cuando realmente se consuma la revolución feminista.

Película que trata cuestiones relativas a mujeres

La película BARBIE es una sátira del mundo en el que vivimos, que juega con mucha mala baba con el mundo que vivió la generación de «La madre» -el personaje de America Ferrara-, emplazándola con referencias como películas de Sylvester Stallone, el baile de John Travolta en Grease o la escena del vóleibol de Top Gun. O el magno prólogo mostrando cómo se gestó la muñeca emulando 2001: Una odisea en el espacio.

Son constantes y brillantes los gags mofándose del patriarcado, de los clichés de género, de los estándares del capitalismo, el clasismo o el reparto de poder. BARBIE habla de cuestiones tan dispares pero tan reales todas ellas como de cómo nos vestimos, de cómo nos relacionamos con otras mujeres y con el entorno. Quizá una escena, la del Consejo de Administración de Mattel intentando meter a Margot Robbie en una caja de Barbie, los resuma todos ellos. En esta escena Margot Robbie es Barbie intentando ser metida de nuevo en su caja, pero ahí Margot Robbie también es Margot Robbie intentando escapar de la encorsetada industria del cine que representan los Consejos de Administración de los grandes estudios de Hollywood. En esa escena Margot Robbie somos todas las mujeres intentando huir de lo que espera la sociedad patriarcal que seamos.

Pero la película es más que una consecución de buenos gags. Es el camino que recorre el personaje de Barbie como testigo del cambio social, sin dejar nunca de ser un producto de eminente entretenimiento. Como fan de los musicales que es, Greta Gerwig los abraza con su cámara juguetona para subir la peli, pero no escapa tampoco de interrumpirlos para, precisamente, cortar el rollo y en consecuencia centrar la atención o no olvidar entre toda la fiesta a qué hemos venido, además de a pasarnoslo bien. Lo hace en la primera escena de baile en la casa de Barbie cuando literalmente -una vez más- para la música para hablar de la muerte o lo hace al final de la película cuando pasa de la fiesta final a un fundido en blanco. Y todo ello no le resta cohesión, ni coherencia, ni ritmo narrativo. Y es que, a pesar de toda la fiesta, lo que después de todo importa a Barbie es que la humanicen, que la respeten como persona, que la vean como creadora no como producto. Que le den la autonomía de decidir sobre su vagina. Hablamos de Barbie, de Margot Robbie y de todas nosotras.

Universo de imaginación

La película BARBIE es una explosión de imaginación, que es lo más parecido a plasmar en pantalla lo que sentían aquellas niñas -y niños- que jugaban con ellas cuando eran pequeñas -y cuando no lo eran tanto- . La película comienza con la presentación de personajes y con la del universo de la muñeca, que realmente es un personaje más a lo largo de toda la película. Y es, sin duda, uno de los pilares más importantes y exquisitos del proyecto: El diseño de producción. Sarah Greenwood y su equipo consiguen sumergirnos en el universo Barbie cual niños jugando con las muñecas, porque como dice expresamente la genial voz narradora de Kelly Sheridan al comienzo, puedes jugar con una Barbie en cualquier momento y lugar, sólo hace falta imaginación.

Si de algo siempre se ha caracterizado el universo de la muñeca ha sido por customizar absolutamente todos los elementos accesorios, que en la mayoría de casos además constituían versiones de elementos comunes costumbristas -el coche, la tostada, el bolso o la enfermería son la interpretación Barbie de todos ellos-. Y todo ello se representa de manera impecable en la película. También las limitaciones físicas que suponían «humanizar» la muñeca, como los pies en punta, a lo que además le atribuyen hasta valor narrativo en la película.

También lo hacen con una de las características fundamentales del universo de la muñeca: Sus diferentes versiones o escenarios. Es decir, más allá de la Barbie estereotípica -que encarna Margot Robbie-, existieron innumerables versiones de Barbie -Barbie excursionista, Barbie nadadora, Barbie ciclista- todas ellas las integran en la película representadas en la ventana, tunel del tiempo o camino que representa en la película la unión entre Barbieland y el Mundo Real. Es difícil que todo ello se integre bien en la pantalla y que resulte verosímil, pero esa es la magia de los juguetes. Quizá a nivel narrativo no es el elemento que mejor funcione, pero entiendo su uso y su integración en la película.

El diseño de producción va de la mano del diseño de vestuario en BARBIE. Es un constante derroche de magia en forma de recortables humanos en color rosa. Desde los trajecitos de muñeca hasta los monos de obreras -de la causa- o el look californiano urbanita final. Impecable, y nada gratuito.

La película, que por momentos se convierte en musical, presta especial atención a las canciones seleccionadas, entre las que destaca un número amplio de nombres famosos, como Dua Lipa, Karol G, Billie Ellish o Nicki Minaj. Éstas se integran a la perfección en la trama, unidas a las creadas expresamente para la película que forman los muy efectivos números musicales principales de la película, son algunos de los momentos más icónicos de la película. Mención especial para la canción y el número musical de «I’m just Ken».

El nutrido reparto cuenta con unos protagonistas incuestionables: Barbie y Ken. O lo que es lo mismo: Margot Robbie y Ryan Gosling. La primera es la perfecta Barbie, delante y detrás de las cámaras, el segundo -que aceptó el papel cuando vió a Ken de bruces en el suelo junto a un limón- y su six pack se encuentran en estado de gracia durante todo el metraje. El actor ya bailó la canción Barbie Girl del grupo Aqua en una formación infantil, pero cómo se desenvuelve en los números musicales de BARBIE deja sin argumentos a todos aquellos que lo cuestionaron por sus habilidades de baile en Lalaland.

Ryan Gosling de niño bailando Barbie girl de Aqua

Ken: De caballo a ¿aliado?

En ese esfuerzo por revisionar los cánones establecidos Ken tiene un lugar importante. Todo el camino que recorre de manera paralela al de Barbie es el de aquellos que se están esforzando por cambiar su percepción de cómo tiene que ser el estado de las cosas. Muestra de manera explícita -una vez más- los que privilegios que tiene por el simple hecho de ser hombre -y cómo el patriarcado en el Mundo Real está dominado por hombres y caballos, escena de aplauso también en mi pase- y, por lo tanto, los que tiene que revisar y finalmente renunciar para ponerse en el lugar en el que debería situarse a Ken: Al lado de Barbie, ayudándola para lo que necesite.

Podríamos entender que ese es el papel de Ken, pero lo cierto es que de facto el personaje que interpreta Ryan Gosling asume -de manera involuntaria creo- bastante protagonismo -el carisma del actor en pantalla supongo que tiene bastante «culpa» de ello-. Lo cierto es que, por ejemplo, y desde mi punto de vista, el mejor número musical es el protagonizado por él con precisamente la canción «I’m just Ken». Sí, se está redibujando, pero todavía se lleva el mejor baile. Por lo tanto, ¿acaba realmente siendo Ken un aliado de Barbie? ¿Todavía falta un baile más?

Si algo se puede afirmar es que nadie que haya visto BARBIE va a olvidarse ni del carisma atronador de Margot Robbie y Ryan Gosling como Barbie y Ken, ni de todo el universo mágico que muestra la película. Ni del monólogo del personaje de America Ferrara. Porque al igual que el juguete, la película ya es un icono de cultura pop.

Con todo, en BARBIE la muñeca no sólo es un juguete con el que jugar, es un instrumento con el que conjugar el feminismo de ayer y el de hoy, conjugar un sexo con otro y la autonomía entre ambos, conjugar la imagen canónica con la que no lo es, conjugar una generación con la siguiente.

Pero, a lo importante. Con esta película, ¿logrará Mattel que las niñas de hoy vuelvan a jugar con Barbies?

Barbie

Media Flipesci:
7.2
Título original:
Director:
Greta Gerwig
Actores:
Margot Robbie, Kingsley Ben-Adir, Ryan Gosling, Hari Nef, Emma Mackey, Ariana Greenblatt, Will Ferrell
Fecha de estreno:
20/07/2023