As We Breathe (Aldığımız Nefes), de Şeyhmus Altun
As We Breathe es la primera película del kurdo-turco Şeyhmus Altun, que ya había pasado por el WIP Europa de 2024 bajo el título Memento non mori, está inspirada en su propia infancia en Anatolia, As We Breathe arranca con la explosión de una planta química y el humo que lo impregna todo, literal y metafóricamente, desde los campos hasta los pulmones. Lo que se respira ya no es aire, sino amenaza.
En ese contexto seguimos a Mehmet (Hakan Karsak), un padre que se empeña en sostener la rutina de una granja y el cuidado de cuatro hijos, como si la obstinación pudiera servir de escudo. La madre está ausente —se sugiere que es viudo—, así que las tareas recaen sobre todos, pero sobre todo en Esma, la segunda hija, una niña de diez años que pronto empieza a cargar con los trabajos domésticos, la atención a su hermano mayor y el deseo no satisfecho de ser mirada por su padre. Ella quiere respirar otra cosa, y ahí está el motor del relato: la infancia interrumpida por la enfermedad, la precariedad y el machismo estructural, más sutil que cruel, pero igual de pesado.
La película se asienta en imágenes de una potencia evidente. El prólogo, con la fábrica ardiendo, tiene un tono casi onírico; los interiores, fotografiados por Cevahir Şahin (responsable de About Dry Grasses de Nuri Bilge Ceylan), desprenden una atmósfera obsesiva; los incendios se convierten en poderosas representaciones de un mundo que se derrumba. Hay talento y hay mirada, incluso cuando el guion se dispersa o la narración se deja arrastrar hacia lo metafórico sin decidirse del todo.

Altun plantea cuestiones mayores sin subrayarlas: el desamparo frente al Estado, que aconseja sin ofrecer soluciones; la comunidad que se resquebraja cuando debería sostener; la urgencia de lo inmediato (ordeñar, pagar, sobrevivir) frente a la magnitud de un desastre que se expande; la falta de amor, de ayuda, de solidaridad. La película no siempre logra hacer convivir todo esto con fluidez y a veces vuelve demasiado pronto al punto de vista del padre, cuando la apuesta por la mirada infantil hubiera sido más radical y quizá más honesta.
Con sus titubeos, As We Breathe encuentra su fuerza en lo que insinúa: en esa niña que empieza a intuir el mundo como un espacio hostil y contaminado, en esa respiración que ya no es inocente sino resistencia. Una ópera prima con imperfecciones, sí, pero con una voz propia que promete imágenes poderosas en el futuro.