Reseña de La llegada
Denis Villeneuve, uno de los directores más interesantes y versátiles del momento, se confirma aquí con una película redonda. Adapta un premiadísimo relato corto de Ted Chiang, uno de los escritores de ciencia ficción más prestigiosos de hoy en día -aunque solo escriba novela corta. El resultado es una adaptación modélica. Aún no me puedo creer que Eric Heisserer, el guionista de remakes y secuelas de terror, el de Nunca apagues la luz, sea el responsable -quiero pensar que la sombra de Villeneuve es alargada. Como decía, es una adaptación modélica, que toma del relato los elementos más cinematográficos, eliminando otros sin pudor, y añade nuevas ideas que funcionan sorprendentemente bien. Villeneuve le saca todo el partido estético a la versión cinematográfica y se apoya en varios pilares. Una fotografía excelente, tenue, misteriosa. Una protagonista, Amy Adams, con una interpretación cargada de emoción, dentro de un envoltorio de científica de actitud contenida. Y una atmósfera intrigante que se sostiene en gran parte por la excelente banda sonora y por la maestría con la que Villeneuve usa el paisaje. Vamos con estos dos aspectos.
Banda sonora
Lo primero que hay que aclarar de la banda sonora es que la pieza que abre y cierra la película no es una composición original. Se trata de la exquisita On the nature of daylight de Max Richter que ya ha sido usada varias veces, y con especial fuerza en Shutter Island. La composición original es de Jóhann Jóhannsson, quien ya ha participado varias veces con el director. El compositor recurre aquí a su lado más oscuro y abrumador, como ya había hecho en Sicario, creando así una atmósfera densa, opresiva, misteriosa. Y aunque el mayor lirismo musical viene de la pieza de Richter, que se usa en la parte más melancólica, Jóhannsson también se reserva momentos muy emotivos en los que tiene que cubrir un amplio espectro de matices al mismo tiempo, desde la tensión, hasta el desbordamiento, la tristeza, la lucha. Seguramente su mejor trabajo hasta la fecha, y que más allá de su valor independiente, empasta con la película de un modo perfecto.
El paisaje de Villeneuve
Uno de los puntos fuertes de Villeneuve es su uso dramático del paisaje. Más abajo os dejo un vídeo que muestra cómo lo usa en Sicario para transmitir inquietud -con ayuda de la banda sonora, también de Jóhannsson. También podemos pensar en el uso de la arquitectura urbana en Enemy. En Arrival tenemos esas majestuosas naves alienígenas, negras estilizadas, curvilíneas, erigidas sobre la nada como una escultura surrealista. Naves que, por cierto, no forman parte del relato original de Ted Chiang. Paisajes rodeados de nubes, en grandes extensiones que toman una estética casi extraterrestre. El plano secuencia de acercamiento a la nave en helicóptero, con un giro completo, es asombroso. Actualmente se puede hacer cualquier virguería en los planos generales, estamos acostumbrados a ver recreaciones grandilocuentes de parajes imposibles, con movimientos de cámara caprichosos. La técnica ya no es un elemento llamativo. Lo que consigue Villeneuve tiene más que ver con el arte, con la pintura: una cosa es poder generar cualquier tipo de plano general y otra dibujar un cuadro en movimiento como el que consigue en ese primer acercamiento, con las nubes derramándose en el valle. De boca abierta.
Los grandes temas
El desarrollo del encuentro está abordado en la película sobre todo desde un punto de vista lingüístico; a diferencia del relato, donde hay un equilibrio mayor entre letras y ciencias que equipara más a los dos protagonistas. En el relato, el acercamiento a la idea central desde el punto de vista científico, incluye conceptos de principios variacionales que quizá resultaría algo complejo en cine. Arrival se centra más en las letras, dejándole mayor responsabilidad a la protagonista. Cuestiones algo densas y complejas se explican con precisión y elegancia. El programa que usan para la comunicación -que no está en el relato- es una muestra gráfica de lo que significa la falta de secuencialidad. Un buen recurso para la pantalla.
Incluso maneja algunos conceptos atrevidos que ni siquiera se nombran en el relato, como la hipótesis Sapir-Whorf que viene a decir que el lenguaje determina el pensamiento. Un hipótesis dudosa, esencialmente en su versión más radical, no tanto en la versión light, que lo mismo puede servir para hacer una crítica feminista a un idioma machista, que para apreciar la riqueza multicultural. El planteamiento en la película es mucho más extremo, claro.
Arrival nos lleva desde cuestiones teóricas del lenguaje a un planteamiento acerca de la manera en que nuestra mente ordena la realidad, y en definitiva, a un replanteamiento de los cimientos más básicos de nuestra verdad y nuestra lógica. Trata también de un tema presente en casi toda la obra de Chiang: el aprendizaje como fin en sí mismo, hasta alcanzar la revelación. Sin entrar a desvelar demasiado, la revelación de la película es la ideal. Es aquella revelación que no supone una trampa o un giro mal engrasado, sino que despierta la comprensión por parte del espectador de aquello que ha estado viendo durante todo el metraje. La sencillez con la que se muestra, sin apenas necesidad de explicaciones finales, es absolutamente brillante. Algo que se alcanza muy pocas veces. En el relato, la revelación es aún más suave y aunque resulta asombrosamente sincera, a cambio se pierde gran parte del impacto dramático que sí está en la película.
Otro de los temas centrales es la cooperación internacional, la relación de fuerzas y, usando el mismo término de los personajes, los juegos de suma no cero. Dicho de otro modo: una llamada a entendernos. Algo que tampoco aparece en el relato, donde no hay ninguna referencia a las relaciones internacionales. Este es un tema muy presente en la ciencia ficción de la guerra fría, y creo que la película ha tomado algo de ejemplo de autores como Arthur C. Clarke. Es fácil pensar en la saga de 2001 cuando hacemos referencia a esto -sobre todo 2010: Odisea 2. Pero es que hay otras similitudes evidentes con 2001: Odisea en el espacio. La intervención extraterrestre que, de alguna manera, mediante su tutela lleva al ser humano a experimentar algún tipo de evolución. También creo que hay algo de Clarke en la forma en la que se aborda la exploración de la nave, que puede recordar lejanamente a Cita con Rama.
El drama
Comentaba que el efecto dramático de la revelación es más potente en la película que en el relato, pero es que, en general, toda la fuerza dramática está mejor enfatizada en la película. El relato tiene otras virtudes muy valiosas, como su excelencia técnica o su minuciosidad, pero Arrival sabe explotar mejor las emociones de sus personajes. Hay una idea muy poderosa sobre la vigencia del recuerdo, sobre el final de las cosas, sobre la fatalidad y la aceptación. En este sentido, bebe de Matadero Cinco, la película, igual que el relato de Chiang es influido por Matadero Cinco, la novela. Una demoledora mezcla entre el dolor, la esperanza, la resignación, la memoria y el duelo. Todo esto unido a una revelación que vuelve del revés la mezcla, consigue un impacto emocional cargado de matices, que deja poso. La victoria de su propuesta está en que la reacción es racional y visceral al mismo tiempo, desarrollada e intuitiva. Nos descubre que el tiempo no solo influye en nuestra forma de pensar, también lo hace en nuestra forma de sentir. Sin la variable del tiempo no se diferencia la nostalgia del anhelo.
Por otro lado, los toques de thriller internacional propician el suspense y aportan un ritmo de cronómetro a muchos momentos de la película. Villeneuve es capaz de mezclar el género de ciencia ficción muy técnica, con fogonazos militares con mucho empaque. La segunda visita del coronel a la protagonista que parece tirar la casa en un derroche del mejor Hollywood. Aunque sin duda, el gran momento de la película es el clímax, donde, sin ánimo de desvelar nada, podemos decir que hay una fuerte presencia de thriller. Aquí hay un punto en común con Interstellar -no sé si ha dado tiempo a que haya una influencia real- con un recurso que no está en el relato, y además está rodada de una manera muy Nolan, con un montaje en paralelo en dos tiempos, con temperaturas de color opuestas.
Arrival tiene el sabor de las obras mayores de ciencia ficción, del arte que deja poso y de los grandes temas filosóficos. Una película que convierte lo ininteligible en sencillo, una película de emociones difíciles de desentrañar. Cine con mayúsculas.