Con más de 30 años de carrera a sus espaldas, poca presentación puede necesitar Diego Vasallo. Sin embargo en los últimos años ha ido mostrando otras facetas artísticas distintas a las que le dieron la fama. Sobre todo la pintura. Ahora, que vuelve a sacar un disco en solitario, Baladas para un autoretrato (Subterfuge) y un libro con ilustraciones y poemas titulado Al margen de los días (Harpo libros), aprovechamos para charlar de estos temas, y de otros, con él.
Tu nuevo disco, Baladas para un autorretrato, está menos desnudo que tu anterior trabajo, pero es igualmente crudo, con una percusión muy ruda. Yo lo he definido como un disco de «aridez sofisticada»
Me parece bien esa definición de aridez sofisticada. Hemos buscado que el disco tenga texturas especiales, arenosas. Tratando de huir de los estándares del rock y del pop y dándole un tratamiento oscuro. Hemos intentado darle un ambiente especial a cada canción, que cada una tuviese su propio microcosmos. Es cierto que este disco tiene más instrumentación que los anteriores y se nota en la viveza que está interpretado por una banda ya formada.
¿Qué influencias notas en el disco?
Rock and roll y blues primitivo. Por ejemplo el Elvis de Sun Records creo que se ve en la última canción de disco, la balada Se me olvida. También mucho folk destartalado… artistas como Steve Earle, T Bone Burnett o las producciones de Tom Waits, que es alguien que me interesa más como productor y compositor que como intérprete. Por ahí han ido los tiros de los discos que rondaban durante la creación. Lo que no ha habido ha sido pop.
Escucho tus influencias, tan clásicas, y me hacen pensar en algo que siempre he apreciado en tu carrera: una mezcla de inquietud, de búsqueda y de no coger siempre el camino que se podía esperar, pero a la vez un cierto apego al clasicismo
No son posturas incompatibles. Mis gustos si que van orientados a cosas más tradicionales, sobre todo norteamericanas. Me gusta e blues, el folk, el jazz de los 40 y 50… también me gustan los fados, los boleros o la canción francesa o propuestas más contemporaneas. Todo esto no es incompatible con buscar una mirada única. No tanto contemporanea como personal. Como artista trato de construir un universo personal y reconocible.
En los últimos 10 años sólo has publicado un disco en solitario y un EP con Mikel, te hemos visto mucho más en tu faceta de pintor, ¿cansado de la música?
Necesitaba un descanso. Me encontraba agotado de la música, sobre todo de la industria. Tengo la sensación de que la industria se ha empobrecido de manera alarmante en estos años. Además los discos no funcionaron demasiado bien y me sentía desmotivado. Supongo que encontré un refugio en la pintura y es algo que no tengo intención de abandonar.
Pero ahora vuelves, ¿dónde has encontrado la motivación?
La motivación vuelve por el contacto con la gente, con otros músicos que te contagian. Toqué junto a Luis Auserón con una banda formada por Fernando Macaya, Goyo Chiquito, Pablo Fernandez, y Toño Baños y ese equipo me inyectó la dosis de entusiasmo que necesitaba. Luego veo que la gente de Subterfuge y la de Harpo, la editorial de mi libro, están motivadas y eso me ha dado el nuevo entusiasmo que necesitaba.
y por primera vez en mucho tiempo el disco no lo produce Suso Saiz.
Han sido unos años de cambios en muchos aspectos. Como decía he cambiado de sello discográfico, he cambiado de oficina. Sentía que necesitaba cambiar cosas, cuando llevas mucho tiempo con el mismo equipo llega un momento en el que hace falta renovar. Por eso cuando me encontré con Fernando y empezamos a hablar y vi que compartíamos muchas inquietudes musicales me pareció lo correcto.
Hablando de cambiar y de estar mucho tiempo con la misma gente, ¿qué sientes al unirte a Mikel Erentxun y tocar canciones qué escribiste en un momento vital tan distinto al de ahora?
Cuando me junto con Mikel tocamos algunas canciones de hace más de 30 años, que escribí cuando apenas tenía 19 0 20 años. También tocamos canciones de Duncan Dhu más actuales, las últimas son de 2013, con las que resulta más fácil sentirse identificado, están más cerca de lo que soy yo ahora; pero si, hay canciones muy antiguas y algunas letras aguantan mejor que otras. Por eso algunas canciones simplemente ya no las tocamos, porque no nos sentimos cómodos.
Lo que si hacemos es darles una nueva vida musical, las letras no podemos, pero la música si que la variamos.
Un poco al estilo de Dylan, que las cambia tanto que a veces no se reconocen más que por la letra.
Sé que al público le despista eso, que esperan escuchar la canción tal y como la recuerdan del disco; pero como artista creo que las canciones son un material muy variable, y que cambiarlas es darles vida, no dejar que se mueran.
Ahora que mencionas las letras y viendo que has publicado un libro de poemas, ¿pones palabras a las canciones, música a los poemas o planteas las dos cosas de manera independiente?
Son procesos distintos. Los textos son escritos sueltos, en blocs, en cuadernos de viaje, recopilados. Algo espontaneo que luego he pulido. Con las canciones el proceso es más largo y mecánico. Suelo tener grabadas melodías y armonías y son ellas las que me dan la métrica para los versos.
Tus letras y poemas, por cierto, trasmiten cierta resignación y cansancio con lo que nos rodea ¿es así?
Las letras si que reflejan mi mirada sobre lo que me rodea. Una mirada descreída, sumida en la perplejidad permanente, asombrada ante la insensatez y el absurdo de la realidad. Es probable que mis letras tengan un vaho de melancolía porque muestran mi forma de mirar. Es como ver la realidad a través de mi gafas y a través de ellas se ve de ese color, en este caso color gris.
Pero habrá un Diego más divertido que no conoce el público…
jajaja, si, pero me lo guardo para los momentos más íntimos.
Antes hablabas del deterioro de la industria, ¿qué cambiarías?
Cambiaría muchas cosas, tantas que no sé por donde empezar. Pienso en cuando viajábamos a países como México en los años 80 0 90 y escuchábamos sus radiofórmulas y nos parecía mucho peores que las nuestras. No podíamos imaginarnos que un par de décadas después aquí íbamos a estar aún peor que aquello.
Hay un deterioro cultural grandísimo, por lo menos en lo que respecta a la música. En aquella época los hilos musicales, la música de las tiendas, de los cafés podría ser mejor o peor, pero solía ser aceptable, en cambio ahora… La verdad es que da para un estudio sociológico, ¿por qué pasa esto? Justo ahora que contamos con más medios que nunca para acceder a todo tipo de música. No sé por qué ha pasado esto, pero es lo que percibo.
El otro día coincidimos en el concierto de Rafa Berrio, ¿estás al tanto de la escena local?
La verdad es que no estoy muy al tanto de los nuevas bandas locales. Si que tengo muchos amigos y conocidos, como Rafa, que tocan y sigo lo que hacen; pero no estoy al día de la nueva escena local. Cuando nosotros empezábamos había muchos muchos bares y muchos sitios para tocar y nosotros tocábamos en todos. Ahora no percibo tanto movimiento, pero no sé si es porque yo no conozco esos sitios ahora o porque ya no existen.
¿Y el 2016? ¿Has podido paticipar como espectador? ¿Qué te ha parecido?
No puedo valorar cosas concretas porque he estado mucho tiempo fuera y apenas he podido vivir todo lo que rodea al 2016. Si que te puedo decir que siempre he sido un poco escéptico con todo este asunto. Tengo la sensación de que es una marca que te dan, como un reclamo publicitario, casi turístico, que luego hay que rellenarlo; pero como digo no puedo opinar al detalle porque he pasado mucho tiempo fuera de San Sebastián.
Lo que si me preguntaría es si es algo importante para la gente, incluso si es importante para los artistas. En lo que a mi respecta, alguna cosa que tenía pensada he preferido posponerla hasta que pasase todo esto del 2016.
Ojalá salgan adelante y podamos verlas. ¿Te sientes apoyado en tu ciudad?
No me puedo quejar de la gente ni del trato de los medios. Claro que siempre se puede pensar que podría haber más, pero los últimos años no me siento incómodo o infravalorado. Me siento a gusto con el trato que recibo.