Como es habitual, Iñaki y yo no nos poníamos de acuerdo a la hora de elegir las mejores películas del año. 2016 ha sido un año con una excelente cosecha de películas y algunas nos han encantado a los dos, otras aunque nos gustan a los dos, a alguno no tanto como para meterla en el Top-10. También hay otras películas que a uno de los dos le fascinaron y al otro ni siquiera le gustaron mucho.
Así que, primero están las películas en las que coincidimos los dos y más abajo completamos nuestros Top-10.
La llegada
De vez en cuando, pocas veces, aparece una película que da en el clavo en todo. Arrival es una maravilla estética, atmosférica, sonora. A pesar de estar cargada de diálogos sesudos, su lenguaje es principalmente visual, resolviendo muchas cuestiones complejas con una sencillez brillante. Arrival está en la línea de la mejor tradición de la ciencia ficción: exhaustiva en su desarrollo, al tiempo que trata temas primordiales replanteándose su esencia. El tiempo y el lenguaje, y como ambos son determinantes en nuestra forma de entender la realidad.
La constatación de que Denis Villeneuve es uno de los directores más interesantes del momento.
Anomalisa
La última joyita de Charlie Kaufman. En consonancia con sus planteamientos habituales, la elección del formato de animación no es una decisión puramente formal, es un valor más para transmitir un mensaje. Para nosotros el doblaje es algo desgraciadamente habitual, pero para los americanos supone más una cuestión de la animación. Y no es extraño que a veces un mismo actor ponga diferentes voces. Kaufman usa este punto de partida para contar una historia sobre la rutina, sobre la idealización amorosa, sobre la eterna búsqueda de lo que no tenemos. Una historia pesimista y descorazonadora.
El estilo de animación también es atrevido: combina un hiperrealismo en los gestos y en los detalles con una voluntaria artificiosidad e los cuerpos. No hay mejor forma de olvidarnos de que algo no es real que hacerlo patente desde el principio.
Los odiosos ocho
Una película totalmente reconocible de uno de los últimos directores estrella, hasta el punto de que Tarantino se convierte en la máxima influencia cinematográfica de si mismo. Su manera de narrar, de fragmentar la historia, de llenar cada plano, de jugar con el ritmo, de usar la música, de introducir diálogos y explosiones de violencia es absolutamente inconfundible. A la vez, en esta película se puede ver a un Tarantino cada vez más interesado por la historia y con un discurso y un retrato social más desarrollado. A su manera, eso si.
Midnight Special
Una de las dos películas que Jeff Nichols ha estrenado este año. La otra, Loving, llegará a la cartelera española en unas semanas, esta tuvo estreno primero en plataformas digitales y luego en muy poquitas salas de cine. Un maltrato incomprensible para una película fascinante con ecos a Spielberg en la que Nichols utiliza la ciencia ficción para hablar de cosas como la responsabilidad, la fidelidad, los ideales y los sacrificios que hacemos por ellos.
Comanchería
A última hora se ha colado esta película en el top. A última hora porque se estrenó el 30 de diciembre, aunque desde Cannes (donde se presentó en Un certain regard) se viene hablando de este seco y rudo western ambientado en el Texas de hoy en día. Un retrato de la América rural, la familia y los sueños rotos, rodado de una manera elegante y áspera a la vez, sin concesiones y teñido de humor negro y fatalismo. Un western social, podría decirse, con un sensacional Jeff Bridges.
Carol
Más que la adaptación de la novela de Patricia Higsmith, lo que hace Todd Haynes en Carol es traducirla desde el lenguaje literario al cinematográfico en una clase magistral de lo que es dirigir bien una película. A través de las decisiones artísticas, los encuadres, la música, la iluminación y sin necesidad de subrayados ni explicaciones, Haynes pone cada plano al servicio de la narración y capta la atmósfera de un momento y un lugar, haciendo aflorar los sentimientos de los personajes más allá de lo que cuentas las líneas de diálogo. Las soberbias interpretaciones de Cate Blanchett y Rooney Mara son la guinda que corona esta obra maestra.
Paterson
Una película en la que muchos querríamos vivir. Jim Jarmusch construye un precioso canto a la belleza de lo cotidiano y lo estructura como un poema. Un poema «de esos que no riman pero tienen rimas internas» como explica el protagonista. Una película que hace de la sencillez una virtud, prescindiendo de los grandes conflictos dramáticos y empapando su narración de una ternura infinita.
El hijo de Saul
Parece increíble que un director novel sea capaz de rodar una película sobre un tema tan trillado como el de los campos de concentración de una manera sorprendente; pero László Nemes logra transmitir el horror y el infierno de un campo de exterminio de una manera que yo no recuerdo haber visto antes: sin mostrar el horror directamente, pegando la cámara al rostro del protagonista sin dejar apenas resquicios para ver lo que le rodea. Oímos e intuimos los hechos y los vemos reflejados en el rostro del protagonista; pero no llegamos a verlos en primer plano. Una película tan claustrofóbica como brillante.
Las mil y una noches
Miguel Gomes capta los difíciles momentos de Portugal en una película alocada, visceral, urgente, libre y, sobre todo, inteligente. Un estimulante y arriesgado ejercicio de libertad artística, pegado a la realidad de una manera sorprendente. Gomes utiliza, a su manera, la estructura de las mil y una noches para enlazar una serie de historias que reflejan diferentes aspectos de la sociedad de una manera tan absolutamente inclasificable como brillante en muchos momentos. Dividida en tres volúmenes (siendo el segundo el mejor), no es una obra perfecta, pero es honesta y pasional de una manera maravillosa.
Todos queremos algo
“Lo importante es buscar las tangentes al marco y tratar de encontrar quien eres en el espacio entre las notas” dice uno de los protagonistas de la última película de Richard Linklater. Con esa frase se podría definir gran parte del cine y la filosofía del propio Linklater. Muchos pensarán que en sus películas no pasa nada, incluso que muchas de sus escenas sobran. Otros creemos que él cuenta sus historias en los espacios entre esas escenas. Todos queremos algo es una magnífica película sobre unos adolescentes buscando su lugar en el mundo, llenos de entusiasmo, optimismo y libertad.
The Duke of Burgundy
Por fin hemos podido ver en salas los trabajos de Peter Strickland, un cineasta a seguir. Al menos los dos últimos, entre los que se encuentra The Duke of Burgundy. Una historia cargada de sensualidad extraña, de reminiscencias al cine europeo de los 70. También hay ecos de Buñuel, Jess Franco o Fassbinder. Una caricia fría, delicada, que se vale del fetichismo para contar una cuestión mucho más general: el peligro de la rutina en la pareja y la constante negociación para lidiar con las diferencias.
Julieta
Un cambio de tono en el cine de Pedro Almodóvar, o quizá la evolución natural de un refinamiento que venía creciendo, salvo excepciones, en sus últimos trabajos. Julieta se iba a titular Silencio, antes de que Scorsese se quedara con el título. Habría sido perfecto porque es una película sobre lo que no se dice, sobre la incomunicación, sobre guardarse los sentimientos. Y está contada precisamente así, guardándose los clímax y evitando contar explícitamente su historia. Casi todo lo importante, no ocurre en la película, pero está ahí, y dentro de su contención es tan intenso como la película más exuberante del director.
The Neon Demon
Sublimación de la belleza con tintes de terror. Nicolas Winding Refn nos muestra el lado más aterrador del mundo de la imagen. Los depredadores que buscan la belleza como presa; y quienes la ansían para sí con igual violencia. Para contarlo, Refn construye un universo esteticista, escalofriante, vacío, estimulante, hipnótico. Personajes absolutamente sometidos a la belleza, en un formato entregado completamente a ella.
La bruja
Una sorprendente historia de terror que se centra en el choque entre la naturaleza y la civilización. Las convenciones sociales y religiosas, frente a los instintos salvajes. Muestra el lado oscuro de cada uno de estos dos conceptos enfrentados. En unos elegantes tonos poco saturados y con una sobria realización, Robert Eggers, director debutante, consigue inquietar, remover, impactar y sorprender.
El cuento de la princesa Kaguya
El veterano Isao Takahata se atreve con un arriesgado estilo de trazos a lápiz y muy pocos elementos. Lo que podría parecer un formato indicado para un corto, se sostiene aquí en una película de dos horas, aprovechando los recursos al máximo para convertir la limitación en virtud. Un ejemplo claro es la huida visceral de Kaguya, desdibujada, con la premura de un boceto. Es una historia con valores feministas y anticlasistas, una historia romántica, cruda y triste. Pocos elementos visuales y muchas emociones.