Vamos con mis bandas sonoras favoritas de 2016. En concreto, las de películas estrenadas en España en 2016, por seguir la norma Flipesci. Ni que decir tiene que valoro su uso dentro de la película y no solo su calidad de forma independiente. Creo que este ha sido un gran año y dejo fuera varias que son bastante interesantes -algunas por olvido, descuido o desconocimiento, seguramente también. Si llegáis al final, tenéis como premio una lista de Spotify.

Arrival

Jóhann Jóhansson

La banda sonora del año, para la película del año. Quizá no sea la más bonita para escucharla un domingo por la tarde en el sofá de tu salón, pero es un elemento imprescindible en la película. A veces, la música hasta se mezcla con algunos sonidos de ambiente, mecánicos, o incluso el pajarito piando. Jóhann Jóhansson experimenta para conseguir sonidos entre sintéticos y orgánicos, a veces estremecedores, que parecen casi el barrito de un gran animal, o en definitiva, la presencia de imponentes seres superiores de origen desconocido. Uno de los valores más importantes de esta banda sonora, además de lo bien que empasta con las imágenes, es que suena diferente, como de otro mundo. En una entrevista en Indiewire, el compositor explica que grabó capas y capas de piano drones (pulsaciones mantenidas, evitando el corte) a diferentes velocidades. Esto crea esa sensación de zumbido constante, inquietante, extraño.

Transmite tensión, solemnidad, pero también emoción. Aunque hay que aclarar que la pieza que abre y cierra la película, la más melancólica, no es suya sino de Max Richter, y ya ha sido utilizada en otras ocasiones. También hay cortes bastante originales como el que sirve de fondo para las explicaciones acerca del Heptápodo B

Steve Jobs

Daniel Pemberton

Daniel Pemberton es un compositor que lleva veinte años trabajando, sobre todo en proyectos para la televisión, y que, sin embargo, ha empezado a llamar la atención hace muy poco. Principalmente con El consejero de Ridley Scott. Y este año ha tenido, además de esta, Operación U.N.C.L.E. de Guy Ritchie. Directores, Scott, Ritchie y el de Steve Jobs, Danny Boyle, que dan mucha importancia a la música en sus películas; y en concreto estos dos últimos, con un estilo nada clásico. Ya en El consejero, Pemberton se adaptaba a un sonido latino, mexicano. En Steve Jobs, afronta el primer acto (la película está claramente dividida en tres partes) creando la música como la harían en 1984, año en el que transcurre esa parte. Para ello usó sintetizadores de la época, con muchas más limitaciones que la composición actual con ordenadores. Consigue así un sonido retro tecnológico que tiene doble sentido: el de representar la época y el del carácter tecnológico que tiene la película.

Steve Jobs, como buena película de Danny Boyle, tiene mucho ritmo, y eso se transmite también a la banda sonora. Al mismo tiempo, es una película muy dialogada, donde el texto tienen gran parte de la responsabilidad del ritmo. Lejos de rebajar la presencia para la banda sonora, el reto es compaginar ambas y funciona estupendamente. la situación es muy similar a la de La red social, por temática, por los abundantes y ritmosos diálogos de Aaron Sorkin, y por el planteamiento de una banda sonora muy presente. Y se nota, gran parte de la banda sonora tiene un estilo muy parecido a la de La red social. De alguna manera, ambas sugieren emprendizaje tecnológico. La de Steve Jobs, tiene un sello más Danny Boyle, llevada más al exceso y con segmentos casi operísticos, como el segundo acto, que supone una venganza. Toda la secuencia de discusión con el personaje de Jeff Daniels, es un verdadero clímax en mitad de la película que, en gran parte, funciona por la música.

También hay juegos de banda sonora más orquestal, con detalles bastante delicados, que además sirven para jugar con la metáfora de Jobs como director de orquesta, y con la exquisitez y exigencia del personaje.

Carol

Carter Burwell

Un buen año para Carter Burwell. Aunque no las incluyo en esta lista, no están nada mal sus trabajos de este año para ¡Ave César! de los Coen, en el habitual tono irónicamente épico que suele emplear para los hermanos, aquí bajo el tamiz de los péplum; y Anomalisa, en su faceta más excéntrica, también habitual en los trabajos de Kaufman.

Pero sin duda, su trabajo del año es Carol. Esa capacidad que comentaba que tiene Burwell de sonar al cine los cineastas con los que trabaja, más que a sí mismo, también la encontramos en Carol, para cuyo director, Todd Haynes, el compositor ha trabajado varias veces. Aquí tenemos cortes bastante intensos, en la línea de la pasión que arde en el interior de las protagonistas, y recuerda un poco al estilo de Philip Glass. Se nota claramente en el ejemplo que he puesto arriba. Pero Carol no solo es intensidad o pasión, también es delicadeza, como la esta preciosidad. Hay otros momentos que suenan más «a sí mismo», por decirlo así, como por ejemplo este

The Hateful 8

Ennio Morricone

Pemberton y Burwell son dos compositores capaces de adaptarse al estilo de los cineastas y al tono de la historia; y ambos tienen composiciones repletas de detalles y muy trabajadas. Ennio Morricone es todo lo contrario. Es pura personalidad perfectamente reconocible que suena a sí mismo. Por otra parte, su composición es más sencilla, más básica, pero -o precisamente por ello- también es la que más probablemente se te quedará en la cabeza. Además, Morricone no tiene que adaptarse a nada porque precisamente lo que quiere Tarantino, que lleva tiempo incluyendo viejos temas del compositor, es que suene a Morricone. De hecho, ha sucedido más bien al contrario, según cuenta Morricone, Tarantino quería algo más parecido a lo que ya había hecho y tuvo que escuchar dos veces el resultado para dar el visto bueno, porque al principio le pilló por sorpresa. Me parece una anécdota algo exagerada, pues la composición recuerda claramente a otras obras de Morricone, pero eso es lo que comenta.

Lo normal en este caso es que suene al Morricone más espagueti western, que es lo que suele usar el director, pero aunque eso evidentemente está ahí, curiosamente, Tarantino se ha fijado especialmente en la banda sonora de La Cosa, donde precisamente Morricone suena menos habitual y casi lo podríamos confundir con el propio Carpenter. De hecho, se usan temas que se escribieron para la película pero que no llegaron a usarse. Eso sí, supervisado por el compositor para que sean aquellos que encajan con el conjunto. También hay un tema suyo de la injustamente despreciada, El exorcista II

El resultado es una banda sonora de la vieja escuela, inquietante y con el ritmo que requiere una peli de Tarantino, en un curioso punto entre el western y el terror.

The Neon Demon

Cliff Martínez

Cliff Martínez, el rey de las bandas sonoras electrónicas. Habitual del director, Nicolas Winding Refn, para quien compuso esa joyita que es la banda sonora de Drive (aunque para ser justos, lo mejor de aquella eran los temas de grupos como Kavinsky o Chromatics y su aportación era más ambiental). Aquí, aunque también hay alguna canción (Sia, Sweet Tempest…), el verdadero protagonismo lo tiene su composició, con una presencia notable.

La música tiene varios aspectos, como lo tiene la película. Hay temas suaves, llenos de belleza e inocencia  , que son los que abundan en la primera parte de la película. Otros tienen un tono sensual desenfadado, acompañando la transformación del personaje a media película. La belleza hipnótica va dando paso a un terror que atrapa. Para desembocar en una sensualidad oscura. Una evolución natural del estilo del compositor hacia terrenos más perversos.

Aunque esta película ha sido objeto de un “contraplano”, creo que ambos contraplaners estamos de acuerdo en el valor de esta banda sonora.

La doncella

Jo Yeong-wook

El rasgo más identificable de la banda sonora de La doncella es el que también domina la película: la belleza. Es una exquisitez lírica que acompaña las deliciosas imágenes de Park Chan-wook, con esa melancolía doliente, esa perversidad sutil que se esconde detrás de los agudos requiebros de cuerda. Y como la película, tiene una innegable personalidad oriental sobre unas bases de tradición más bien occidental. Tiene la fluidez y la energía de los movimientos de cámara del director. Es sibilina y pasional.   

Jo Yeong-wook es habitual compositor del director, ya había engrandecido sus imágenes en su obra maestra Oldboy.

Batman v Superman

Hans Zimmer y Junkie XL

Un enfrentamiento entre dos moles como son Superman y Batman, requería un enfrentamiento musical a la altura. A día de hoy, nadie más indicado que los dos compositores que colaboran y compiten en esta banda sonora. Junkie XL, el responsable de la épica y aplastante Mad Max: Fury Road; y el machacas por excelencia, Hans Zimmer, que además ya se ha encargado de las últimas de Batman y de Superman. Esta es una película generalmente denostada, que a mí me parece que tiene muchos elementos interesantes (desde luego, la banda sonora es uno de ellos). Habría sido un gran Contraplano, de haber existido la web hace unos meses, viendo lo que escribimos en nuestras webs: Ricardo v Iñaki. Pero eso es prehistoria de El Contraplano.

Zimmer, después de la agotadora banda sonora de la trilogía de Batman, no se sentía capaz de redefinir el personaje, que además debe tener una concepción más oscura, más ambigua. El estruendoso compositor necesitaba a alguien aún más explosivo que él. Así que, a grandes rasgos, Junkie XL se ha encargado del hombre murciélago, mientras que Zimmer ha trabajado más en Superman. Aunque no se puede hablar de composiciones independientes, pues la colaboración ha sido más estrecha y contaminante. Lo que está claro, es que la contundencia electrónica de Junkie XL la podemos distinguir en ese Batman con pesada armadura en la secuencia del enfrentamiento.  y el barroquismo de Zimmer puede ser más reconocible en el personaje de Luthor.

The Duke of Burgundy

Cat’s eyes

La banda sonora de la última película de Peter Strickland, está compuesta por un grupo de música, Cat’s eyes, al igual que ocurrió con su anterior trabajo, Berberian Sound Studio, en el que contaba con Broadcast. Cat’s eyes nace en 2011 de la extraña pareja que forman el cantante de rock Faris Wadman (antes en Horrors), y la soprano canadiense Rachel Zaffira. Lejos de la electrónica inquietante de Broadcast, esta banda sonora es melódica y misteriosa, suave como una caricia, y sobre todo, recuerda bastante al cine erótico europeo de los años 70, con mucha presencia de voz femenina como elemento instrumental. En ejemplo del tipo de película de la que hablo es Historia de O

Encaja perfectamente con el tono a nivel estético -delicada y de cierta sensualidad- y al mismo tiempo, supone un refuerzo para el homenaje o revisión que supone la película sobre cierto cine de los 60 y 70. Al parecer, inicialmente, el director iba a incluir algo de Mozart en la película, finalmente no aparece pero el grupo se inspiró en él para Requiem For The Duke Of Burgundy. El uso del clave en varias de las pistas, como por ejemplo, la misteriosa Door No. 2nos lleva a esa época indeterminada que parece definir la película, perdida en el tiempo, con tintes del Barroco. Aquí tenemos un punto en común, instrumental y de estilo, con el tema de Lex Luthor que comentaba en Batman v Superman.

High Rise

Clint Mansell

Siguiendo con las referencias al Barroco que he comentado en las anteriores bandas sonoras, no podemos dejar pasar la introducción al son de Bach en High-Rise. Clint Mansell escuchó las piezas clásicas que incluyó el director, Ben Wheatley, y eso le sirvió un poco para coger el tono -hago notar que hay hasta una fiesta con disfraces de época. En cualquier caso, la música de Mansell va por otro lado -según él, menos analítica y más intuitiva. Quizá otros compositores que he comentado en este artículo tengan unas referencias más claras.

Algunas piezas de su estilo más lírico, como The World Beyond High-Rise. Otras, como Critical Mass, que comparto en vídeo sobre estas líneas, tienen ese punto urbano de actividad frenética, productividad, emprendizaje y ascensión que representa esa metáfora del capitalismo que es el edificio. Eso sí, con ironía, con ese humor tan particular del director, y con tensión.