Este año solo podemos hacer un breve repaso del Dock Of The Bay, pero en nuestra selección de películas vistas hemos tenido tiento y tres de ellas están en el palmarés final del certamen. Un Dock Of The Bay que este año celebró su decimosegunda edición y hay que felicitarle por ello, así como por colgar el cartel de «No hay entradas» en un par de sesiones y por su amplio programa que además de películas ofreció conciertos que serán recordados mucho tiempo como el de King Khan en el Dabadaba. Pero también hay que regañarles por no mejorar en uno de sus mayores fallos: la puntualidad. Sesiones demasiado seguidas -que  veces incluyen un coloquio- que impiden que la segunda empiece a tiempo. También estaría bien que los solapamientos afectasen al mínimo de eventos posibles. Por ejemplo, si la película con música de Mursego tenía que solaparse, hubiera estado bien que se hubiera solapado sólo con una de las sesiones del Trueba, no con las dos. Pequeños inconvenientes que deberían tenerse en cuenta para la decimotercera edición.

Rudeboy: The Story of Trojan Records

Rudeboy: The Story of Trojan Records es un documental sobre la historia del mítico sello británico producido por BMG,actuales propietarios del catálogo de Trojan. El director es Nicolas Jack Davies, quien fue nominado al Grammy a mejor documental musical por Mumford & Sons: The Road to Red Rocks (el grupo graba para Island Records, parte del mismo conglomerado). Es decir, es un documental de encargo con un enfoque bastante limpio y aseado de la historia del sello y de su abrupto final.

La factura técnica es irreprochable y la historia se cuenta bien estructurada y de manera clara, con la impagable aportación de artistas del sello y de supervivientes de la época. Todo un lujo para los fans y una magnífica puerta de entrada para los que no lo son. La escasez de imágenes de archivo se solventa con unas recreaciones que parecen ralentizadas para darles más empaque y carga dramática, sin demasiado éxito dicho sea de paso. Las recreaciones en un documental, si no van a ser realmente creíbles y fidedignas, es mejor que se alejen lo máximo posible de la realidad para marcar la distancia y no parecer impostadas.

Una de las cosas más interesantes de Rudeboy: The story of Trojan Records es su retrato del ambiente social del momento. El hincapié que hace en los orígenes jamaicanos del sello y su sonido, pero en su alma británica. Ese sonido no hubiera sido posible sin los jamaicanos,pero tampoco sin la aportación de los británicos. Es esa fusión, esa convivencia, esa absorción de unos y otros por el entorno lo que dio lugar a un maravilloso catálogo de canciones cuya influencia se extendió a nivel mundial. Todo eso mientras, como pasa hoy en día, políticos conservadores clamaban al cielo alertando de los peligros de la inmigración que llegaban con su extrañas costumbres. Gente así sólo trae la pobreza. Pobreza económica y pobreza cultural.

Un documental que no cuenta nada nuevo, pero que los fans disfrutarán por su magnífica playlist y por la oportunidad de ver y escuchar a sus ídolos; que a los no conocedores de la historia les puede avivar la curiosidad; pero que no dejará plenamente satisfechos a quienes busquen un documental más periodístico que rasque la superficie brillante de los años dorados y escarbe en las causas del final o para quienes quieran algo estimulante cinematográficamente hablando.

Milford Graves Full Mantis

Milford Graves es uno de los pioneros del Free Jazz. Cualquiera que haya escuchado algo de ese estilo de música ya sabe que sus patrones -inapreciables para muchos- se alejan mucho de los estilos más convencionales. El ritmo y la melodía se difuminan hasta casi desaparecer en una búsqueda de emociones profundas. Podría hacerse el paralelismo con el arte abstracto, donde formas y colores sustituyen a las representaciones de la realidad que habíamos conocido hasta entonces. Bien, pues un documental sobre uno de los padres de este estilo no podía limitarse a seguir el esquema tradicional y convencional de presentación, nudo y desenlace. No sería fiel al personaje.

Sus directores son Jake Meginsky y Neil Young (nada que ver con el famoso Neil Young), dos discípulos de Milford Graves que, además, ya tenían experiencia con el videoarte. Su opción es crear un collage de imágenes del artista a partir de imágenes de archivo, entrevistas actuales y momentos de trabajo, para intentar captar su esencia, el sentido dentro del caos, la metafísica dentro de su arte. Tan pronto le vemos practicando una especie de arte marcial, como actuando en japón para niños autistas o jugando y creando con el ritmo de su corazón (de manera literal). También hay tiempo para situar sus orígenes en una época llena de racismo y para que meta -un poco con calzador- una anécdota de su juventud y una discusión y arresto en el barrio. Un documental más para sentir que para pensar.

Basahaideak

Este es un bello documental sobre el proyecto de Oihan, el hermano de la directora, que persigue el difícil objetivo de hacer perdurar las canciones tradicionales de su tierra -el País Vasco Francés- y a la vez dotarlos de unos nuevos arreglos instrumentales que los hagan crecer pero manteniéndo la esencia primitiva. Conjugar presente y pasado, tradición y vanguardia, nunca ha sido fácil ni aceptado por todos, esto es así incluso con alguno de los implicados en el proyecto.

Basahaideak muestra los preciosos paisajes de Zuberoa, montes y valles, donde personas del lugar cantarán para que Ohian les grabe. En un monte, en una capilla, en medio de un bosque. También les escucharemos conversar sobre lo que esas canciones han significado para ellos y seremos testigos de primera mano del poder y el importante papel de la música como vehículo transportador de historias y tradiciones. También veremos, por supuesto, a Oihan trabajando con las canciones, explicar sus dificultades e incluso sus dudas.

Un bello documental en lo visual, repleto de ternura y respeto por la música, la tradición y el proceso creativo.

Lou

Lou
6

El ganador del premio del público jugaba en casa, lo que se ha notado con fuerza en las votaciones del público. Un documental que cuenta la historia de la zarautztarra Lou Olangua, cantante de Los Humedecidos y OK Corral a mediados de los 80, gracias a los testimonios de antiguos compañeros de grupo y de escena musical, amigos y periodistas. Caras conocidas para quienes vivimos la escena musical local, caras conocidas también entre el público que votaba en la sesión.

El documental tiene un corte clásico de imágenes de archivo y testimonios de cabezas parlantes y deja clara varias cosas: los 80 fueron años salvajes, Lou poseía un carisma arrollador que unido a su ímpetu y entusiasmo compensaba su falta de talento musical y que el Rock & Roll es eso, sobre todo eso: ganas y actitud. Lo cierto es que el documental hay veces que gira demasiadas veces sobre lo mismo sin avanzar, pero se sobrepone con su emotivo tramo final.

Un relato tierno contado de una manera tan sencilla como honesta, que nos acerca una figura que representó –Lou murió de cáncer a los 52 años- la quintaesencia del punk-rock: hazlo tú mismo. Actitud y ganas, eso es todo lo que hace falta para tener un grupo de rock. Que sirva de ejemplo y no se pierda nunca.

Cantares de una revolución

He de reconocer que estaba convencido de que este era el gran favorito para ganar el Dock Of The Bay de este año. Teniendo en cuenta que entre el jurado se encontraba Maria Arnal y que esta película combina música tradicional y memoria histórica está claro el porqué de mi (errónea) apuesta.

Estando Ramón Lluís Bande tras las cámaras -director entre otras de Escoréu, 24 d’avientu de 1937– y Nacho Vegas delante, está claro con quién se va a alinear este relato sobre la revolución asturiana del 34. Lo hace sin esconderse, a cara descubierta, con honestidad y con la seguridad de quien se sabe en poder de argumentos para defender sus ideas e ideales. Lo hace con un motivo, dar voz a los silenciados, dar voz a los vencidos, impedir que se pierda su relato, evitar que la ignorancia nos haga caer en los mismos viejos errores otra vez. Y lo hace en un momento muy apropiado: la revolución asturiana de octubre de 1934 fue un movimiento huelguista y revolucionario impulsado como reacción a la entrada de grupos de extrema derecha en el gobierno de la II República. ¿Os suena de algo?

Este propósito, el de dar voz a los vencidos y silenciados, lo hacen a través de relatos y canciones de la época. Nacho Vegas lee y canta en los lugares donde se produjeron los hechos. Los textos, concisos, contextualizan las canciones y el momento histórico, las canciones transmiten la emoción y el sentir de quienes lo vivieron hace más de 8 décadas. Lo prosaico y lo poético unidos en un bello y emocionante ejercicio formal.

La estrella errante

Estamos cansados de leer y escribir que las fronteras de la ficción y la no ficción son cada vez más borrosas (por desgracia no sólo en el cine). Está claro que el término documental o cine de no ficción es mucho más amplio y admite mucho más abanico de propuestas que hace unos años; pero me cuesta entender cómo se puede incluir La estrella errante dentro de la categoría de Cine documental musical. Admito que las fronteras se abren, que el cine avanza libre de etiquetas que constriñen los géneros, pero desde el momento en que un certamen pone la etiqueta estaría bien saber a qué se refieren con ella.

La estrella errante se articula, es un decir, en torno a Rober Perdut, cantante del efímero grupo de punk de los 80 Los Fiambres, que hoy en día se prepara para grabar un nuevo disco. Vemos como Rober tiene una sesión de fotos para la portada del disco y… a partir de ahí lo que ocurre es bastante indescriptible. Hay imágenes de archivo, fragmentos de entrevistas, ensoñaciones actuales, fantasías, una banda sonora inquietante y una serie de situaciones bastante inconexas que se funden en una especie de representación del delirium tremens de un heroinómano ansioso por su siguiente dosis. Morirse antes de hacerse viejo, la personalidad raptada, la desaparición de la esencia, el magnetismo de la estética nihilista o nada de todo eso porque, lo reconozco, no llegué a entrar en el juego que proponía Alberto Gracia y la película me pareció un sinsentido importante. Pero el jurado si que entró, porque le dieron el premio gordo. Será por eso que solo me fio de los Flipesci.

Palmarés del Dock Of The Bay
  • Mejor Documental Musical: ‘La estrella errante’
  • Mención Especial del Jurado: ‘Bixa travesti’
  • Premio Diputación de Gipuzkoa: ‘Cantares de una revolución’
  • Premio del Público: ‘Lou’