8

Voy a decir algo que quizá sea impopular: a una película de terror no le pido que me haga pasar miedo. De la misma manera que a una comedia no le pido que me haga reír a carcajadas. Tampoco necesito llorar en un drama. Creo que son etiquetas más bien de tono, de estilo. Creo que los géneros de significación emocional (básicamente: terror/suspense, comedia y drama) han derivado al mismo lugar que el resto (western, fantástico…), a una categoría de temas y estilo. No quiero decir con esto que no me guste reír a carcajadas con La vida de Brian o que se me erice el vello con À l’interieur.  Simplemente, no creo que sea una condición necesaria, siempre que el tono sí esté conseguido. Ari Aster, como ya hizo con Hereditary, escribe a medio camino entre el drama y el terror, sin que ninguno de los dos géneros sea especialmente predominante. Cuidado: no entremos en el tramposo debate de si este tipo de cine de terror es superior a otros, por sus capas, por su alcance dramático, por su lectura… Porque ese debate es equivalente a otro tedioso sobre géneros mayores y menores. Esta es la película que Aster quiere hacer, moviéndose entre los géneros que él prefiere elegir. Nada más.Midsommar parte de una premisa que ya casi es un cliché. Un grupo de jóvenes de ciudad en un entorno rural que les supera. Jóvenes caprichosos, ingenuos, dados a las drogas y al sexo. Se van a llevar una sorpresa fuera del mundo en el que se sienten seguros. Son tantos los ejemplos que no vale la pena ni citar uno. Por otro lado, dentro de ese entorno rural tenemos una historia de rituales, de convenciones sociales escandalosas. Aquí el referente más claro sería The Wicker Man, con la que esta película comparte bastantes similitudes, intuyo que muchas de ellas, voluntarias. Sin embargo, aunque puede ser tentador definir la película a lo largo de estos dos ejes, nos quedaríamos muy lejos del resultado. Aster se vale de estos esquemas del género de terror para crear una obra personal y desarrollar su punto de vista sobre las relaciones sociales. Podría estar más cerca de Fuerza mayor que de cualquier clásico de terror rural, aunque aquella, que -solo formalmente- tenía algunos elementos de terror, se centraba en la cuestión social; mientras que esta hace el recorrido contrario.

La película se toma su tiempo para presentar a los personajes, especialmente a la pareja protagonista, con algunas pinceladas para los amigos. No se trata de aportar cierto background emocional para potenciar el terror, como sucede habitualmente en las películas de terror. No, aquí la historia de esta pareja y, en especial, la transformación emocional de ella, son tan relevantes o más que la historia de terror. Podríamos compararlo con Shyamalan en cuanto a la elección del drama interior como centro de una historia de género que refuerza metafóricamente el núcleo emocional. Salvando las distancias y evitando comparaciones más quisquillosas con uno de los cineastas más refrescantes de las últimas décadas.

Reducción al absurdo

No es simplemente background. Aster nos plantea una situación cotidiana y después la exagera con una historia de terror como un proceso de reducción al absurdo. Como sabréis, la reducción al absurdo es un método lógico que lleva una proposición que queremos demostrar como falsa hasta un extremo tan absurdo -aunque aún equivalente- que nos hace obvia su falsedad. En este caso, entiéndase como “proposición falsa” el fracaso de nuestra sociedad. No es solo background; es la proposición principal a evaluar.

Esto no está bien

Aster nos muestra primero a Christian, siempre razonable y cordial, en una serie de acciones que si bien son socialmente aceptables, esconden una actitud egoísta y desconsiderada. Cómo oculta a su novia el viaje y después quiere hacerlo parecer normal, apoyándose en la extrema necesidad que tiene ella de él. Cómo les cuela a sus amigos la presencia de la novia mientras asegura que no irá. Cómo le roba la tesis a su compañero desde una apariencia de acuerdo razonable y civilizado. Todo lo que hace está bien sujeto dentro de las convenciones sociales que nos permiten cada día comportarnos con desprecio e incluso con crueldad sin que por ello haya una reprobación del grupo. Todas y cada una de esas y otras acciones son toleradas por el resto del pequeño grupo porque no suponen una transgresión de las normas sociales. Mark se puede pasar toda la película siendo un tipo detestable pero en ningún momento se sale de las normas de nuestra sociedad. De la de la otra sociedad sí que se sale terriblemente cuando mea en el árbol sagrado.

Vemos lo mismo pero llevado al extremo para afianzar la tesis, en esa microsociedad que es la secta sueca. Se pueden cometer barbaridades éticas que están asumidas por todos como algo aceptable en su sociedad. De la misma manera que Christian razona con argumentos de aspecto moderado sus malas acciones; en esta sociedad se explica de manera aparentemente dialogante -y, en realidad, dogmática- por qué una eutanasia colectiva al estilo de La fuga de Logan es la opción más misericordiosa. El relativismo cultural llevado al extremo. Llevado al absurdo. El tema central no es el terror de la secta sino la hipocresía de nuestra sociedad.

La puerta a la fantasía

En realidad, toda esta versión de fábula que representa lo que está pasando en el interior de los personajes, podría entenderse como un viaje alucinógeno propiciado por lo que han tomado nada más llegar al campamento. El campamento que aún tiene un aspecto realista. A partir de ahí empieza el viaje al país de las maravillas, cuanto más colorido, más loco y más impensable mejor. La entrada a este mundo de fantasía está presidida por una gran puerta mágica.

El personaje de Dani, excelentemente interpretado por la estupenda Florence Pugh, es sin duda el que mayor viaje emprende, como verdadera protagonista. Si hubiera que decidir de quién es el viaje alucinógeno, lógicamente sería el suyo. Pasa de una sociedad que no le ha sido útil a otra que, cruel o no, cumple con sus necesidades. La reina de mayo. Ahora, la coartada social es suya, ya no pertenece a Christian. Aquí sí es la reina del baile y pasa de ser una persona que solo tiene un enlace con la sociedad -su novio- a alguien que tiene un lugar. Las flores de la autoestima le llevan a poder renegociar los términos de su relación. La correlación de fuerzas en la negociación, tan de moda en estos días.

Midsommar nos empuja a examinar la ética de las acciones más allá de lo que nuestra sociedad considere permisible en este momento y en este lugar. Escribo esta última frase justo después de leer el siguiente titular: “El Gobierno italiano aprueba imponer multas de hasta un millón de euros a ONG que salven vidas sin permiso”. 

 

Terror a plena luz

Más allá de las interpretaciones, las capas del mensaje, los simbolismos (lo que significa cada objeto, cada ritual, cada forma metafórica de los cadáveres) lo que deslumbra en este viaje es el torrente de luz y color que nos golpea la vista. No es casualidad que esté ambientado en el solsticio de verano en Suecia. La desorientación temporal y la sobreexposición de la luz son claves en una historia en la que los personajes se sienten confusos. Ocurría lo mismo en Insomnio de Nolan con un Pacino que necesitaba recuperar su ritmo circadiano. En aquella película también se difuminaba la ética en un mundo sin día y noche. En la aldea de Midsommar todo es luz, no hay oscuridad. Todo, lo bondadoso y lo execrable, se recibe con una sonrisa educada. Cuando no hay marcos de referencia, el punto medio se pierde

Coreografías mareantes y visualmente sugerentes. Individuos vestidos de blanco nuclear, moviéndose como un enjambre, como una mente colmena, sin margen al pensamiento crítico individual. Geometrías inquietantes, propias de las ciencias oscuras, del fracaso del pensamiento abstracto. Arquitecturas imposibles que aun sin respetar la horizontal, no pierden la armonía.

Aster ha demostrado en sus dos películas una maestría deslumbrante para redefinir el espacio. En Hereditary jugaba con la escala gracias a las maquetas, mezclando lo real con la réplica. Aquí crea lugares geométricos con las mesas. Muestra un vacío absoluto en un dormitorio gigante, donde el individuo está anulado, es diminuto. También se atreve a usar un efecto visual para completar una elipsis sin romper el efecto dramático, cuando la protagonista pasa de entrar al baño del piso a estar en el baño del avión. En la sobrecogedora escena de los bomberos, la luz del camión parece bañar el escenario por completo, sin tener en cuenta los muros. El recurso de mezclar la tragedia familiar con los espacios presentes se repite en varias ocasiones con elegancia siniestra. 

Los dibujos ingenuos, primitivos, propios de una sociedad aislada del cinismo internacional, parecen reflejarse en la pantalla, con planos imposibles, vestidos impolutos, osos huecos y un entorno naif que resulta inquietante. El diseño de las paredes, cubiertas por completo de iconografías, resulta tan ingenuo y artificioso como las propias imágenes en sí.

Música oscura para un día luminoso

Resulta chocante que el fuerte del compositor, Bobby Krlic, sea el dark ambient, drone y géneros similares cuando estéticamente esta película es de todo menos oscura. Seguramente ese contraste hace que el conjunto funcione tan bien. En el apartado de banda sonora creo que Aster ha dado un salto importante respecto a su primera película, cambiando de compositor. Krlic, que firma sus discos como The Haxan Cloak, ha trabajado mano a mano con el gran Atticus Ross en Black Hat o Triple 9. Fuera del cine, ha trabajado con Björk, lo que ya le da garantías de calidad pero también de ser algo inquietante. 

En algunos momentos de sonidos incisivos y de ambientes sostenidos, recuerda al trabajo de Jonny Greenwood, y en concreto, por su condición de cuento, a El Hilo invisible. Como en aquella, abre con notas propias de inicio de cuento de hadas.

La banda sonora de El hilo invisible: un cuento de poder

14/12/2018 - Iñaki Ortiz Gascón

Voy a hablar de la que para mí es, sin duda, la mejor banda sonora del año. Cuando escribí la crítica de El hilo invisible destaqué principalmente dos cosas: la lucha por la posición de poder y el cuento de hadas. Es un drama de pareja, donde hay un constante enfrentamiento para dirimir quién tiene […] Leer más

Un detalle que seguro que a Aster le ha cuadrado dentro de sus muchos guiños y referencias: el nombre The Haxan Cloak viene de la palabra sueca -sí, sueca- “häxan”. Significa bruja.

Midsommar

Media Flipesci:
6.9
Título original:
Director:
Ari Aster
Actores:
Florence Pugh, Jack Reynor, Vilhelm Blomgren, William Jackson Harper, Will Poulter, Ellora Torchia, Archie Madekwe
Fecha de estreno:
26/07/2019