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Reseña de Temblores, de Jayro Bustamante

Jayro Bustamante se dio a conocer hace cuatro años cuando su ópera prima, Ixcanul, ganó el premio Premio Alfred Bauer y se convirtió en la primera película guatemalteca en optar el Oscar. Este año ha regresado a la gran pantalla con dos películas, La llorona y Temblores. Esta segunda, la que ahora nos atañe, es un relato veraz, con todo lo que eso conlleva de emoción y dolor, de lo que supone ser homosexual en una sociedad regida por los valores más intolerantes y arcaicos de la religión cristiana.

La película comienza con Pablo (Juan Pablo Olyslager), un hombre de la alta burguesía que ronda los cuarenta, encontrándose con su familia que le espera con un tono gélido y sombrío, el mismo que tiene la fotografía de la película, para echarle en cara algo que no se atreven a verbalizar directamente, su homosexualidad. “¿Por qué no lo negaste? No me digas que no sabes mentir”, le espeta su madre. Tras varias reprimendas familiares, cada cual más incorrecta, Pablo responde “lo peor es que no me siento tan mal”. Ahí radica una de las claves de la película, al aceptarse a si mismo Pablo se siente bien, liberado, y eso lo muestra Bustamante reflejando los momentos en que Pablo está junto a su amante Francisco (Mauricio Armas Zebadúa) es un ambiente con más color, música y luz. Esta fricción, este golpe familiar se ve reflejado en un temblor de tierra que sacude los cimientos de las casas como la salida del armario de Pablo ha sacudido los valores evangélicos de su familia.

Pablo, que se siente liberado por unos instantes, pronto conocerá el anverso de la moneda. Vive en una sociedad que mezcla homosexualidad con pedofilia, en la que ser gay significa perder el trabajo, ser señalado, rechazado por su familia y, lo que más le duele, dejar de ver a sus hijos que, además, sufren por tener un padre enfermo. Pero si está enfermo es que se puede curar y eso es lo que le ofrece su familia, una terapia cristiana de rehabilitación para homosexuales. “¿Pensaste que ser maricón es fácil? No estamos en Luxemburgo”, le dice Francisco, una persona de otro estrato social que no ha tenido las mismas facilidades que Pablo, quien ahora se enfrenta al dilema de traicionarse a si mismo para recuperar a sus hijos o ser fiel a si mismo y perderlos Reconocer lo que es y abandonar el entorno que conoce y que también le define, sentirse incompleto haga lo que haga. La misma decisión que tuvo que tomar la Carol de Todd Haynes.

Bustamante no se centra solo en Pablo para desarrollar la historia, su mirada se posa también en todos los integrantes de su entorno y lo que hacen para solucionar lo que ellos ven como el problema de Pablo. “Igual se ha vuelto homosexual porque no le practicabas suficiente sexo oral” le llegan a insinuar, desde la iglesia, a su mujer. Una iglesia que no solo hace sufrir y humilla a Pablo, también a toda su familia. El dolor de la hipocresía, los temblores de enfrentarse a la verdad.

Todo esto lo cuenta Bustamante apoyándose en un extraordinario trabajo actoral repleto de matices y en la fotografía a cargo de Luis Armando Arteaga que de una manera exquisita utiliza la luz para realzar la atmósfera de cada situación. Una película sutil que solo se vuelve grotesca cuando refleja las terapias de rehabilitación para homosexuales, una bizarra mezcla de lucha grecorromana y La naranja mecánica; pero ese aspecto grotesco, por desgracia, es demasiado real. No hay más que leer las noticias y mirar a cierta clase política. Eso si que es un auténtico temblor.

Temblores

Media Flipesci:
7.2
Título original:
Director:
Jayro Bustamante
Actores:
Juan Pablo Olyslager, Mauricio Armas Zebadúa, Diane Bathen, María Telón
Fecha de estreno:
04/09/2020