Entrevista a Maider Fernández, directora de Las letras de Jordi (Nuevos Directores).
La sección Nuevos Directores es la segunda sección a competición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, después de la Oficial, y engloba aquellos primeros y segundos trabajos inéditos de los autores que han sido seleccionados en la edición. Es una sección arriesgada y sugerente, que nos permite estar especialmente expectantes ante las obras y los autores desconocidos hasta el momento. Y es que precisamente muchos han sido los nombres propios y con posteriores carreras de prestigio los que han sido descubiertos en este primer foro. Además de que el simple hecho de ver la primera obra de un artista siempre tiene un extra de emoción, por la carga especialmente personal que suelen tener las óperas primas (todas las obras la tienen, pero la primera suele tener un extra de destape impúdico inocente), en muchas ocasiones sirven de punto de partida representativo de la forma de expresión artística del autor y como forma de contextualizar sus obras venideras.
Por todo ello, esta edición 67 del Zinemadia afrontamos esta sección, como lo hacemos año tras año, con mucha expectación y ganas de que nos sorprendan, y en especial nos fijamos en Maider Fernández. Donostiarra de nacimiento, en la actualidad tiene fijada su residencia en Barcelona a donde se trasladó por razones académicas. Pero mejor que nos lo cuente ella misma, y es por ello que nos citamos con ella en Tabakalera, proyecto que conoce personalmente, para hablar de su primer largometraje seleccionado este año por el Festival: Las letras de Jordi.
Has sido seleccionada por primera vez en la sección Nuevos Directores del Zinemaldia, por lo que, cuéntanos, ¿quién es Maider Fernández?
Soy Maider Fernández Iriarte, soy realizadora y educadora social, y me interesa todo aquello que relacione los dos ámbitos e intento ir entrelazándolos en mi vida, tanto personal como profesional.
¿Cómo conoces a Jordi? ¿Cómo surge el proyecto de ‘Las letras de Jordi’?
Yo vivía en Donostia y trabajaba aquí, en Tabakalera, y en ese momento decidí que quería cursar el máster de Documental Creativo de la Universidad Pompeu Fabra, y para inscribirme tenía que presentar un proyecto. En ese momento sucedieron varias cosas en mi entorno que me generaron cierto interés en el santuario de Lourdes, por lo que me decanté por presentar un proyecto sobre un documental observacional de Lourdes. Una vez que estaba en Barcelona descubrí que había personas que viajaban desde allí a Lourdes, y en uno de esos grupos conocí a Jordi. Y a partir de ahí comencé, de forma muy orgánica y natural, a dirigir mi atención más en él y no tanto en esa idea previa de mostrar Lourdes de manera observacional.
¿Qué te influye a la hora de trabajar? ¿Quiénes son tus referentes, de dentro y de fuera el ámbito del cine?
La verdad es que tengo la suerte de que he podido trabajar con personas que admiro, como es el caso de Virginia García del Pino. Me interesa mucho la forma sencilla y profunda con la que aborda ciertos temas. O el vídeo artista Javier Codesal.
El guión lo firmas junto con Virginia, quien también se encarga del montaje, ¿cómo es el proceso de escritura? ¿Se parece lo que rodaste a lo que teníais en mente previamente o se escribió desde el montaje?
Fue una mezcla de ambas formas de trabajar. Al principio, cuando iba yo sola a filmar a Jordi, ya comencé a ir reescribiendo el dosier y me ayuda a saber por dónde redirigir la película. Esa parte la hago yo sola, pensar cómo abordar la conversación con él. Virginia aparece en el guión porque la película sobre todo se construye en el montaje, en el que sobre todo se resaltan ciertos aspectos de la idea previa de guión . Considero que el montaje es una forma de trabajar el guión en el documental y por eso ella firma también el guión.
Cuando filmaba esos encuentros con Jordi tampoco sabía hacia dónde iba a dirigirme. La estructura sí que se ciñe a la que yo tenía en mente, pero, por ejemplo, al principio yo quería evitar mi presencia en la película, cosa que viendo el resultado no se puede entender. En ese sentido, el montaje me ayudó a sentirme cómoda con mi presencia.
Incluso se podría decir que se desplaza un poco el centro de la acción. La película comienza hablando de Jordi y su Fe, y acaba derivando en una película de la amistad de vosotros dos. ¿Has conseguido sentirte cómoda con eso?
Sí, porque realmente creo que es más interesante la forma en la que se muestra la relación entre los dos, nuestra comunicación, que puede generar que el espectador pueda sentir empatía por Jordi o por mi. Se genera una relación bidireccional. Para conseguir mostrarlo es cuando decidimos que yo tenía que aparecer en la película, para poder mostrar la importancia del esfuerzo de la comunicación entre nosotros. Por eso no me ha hecho sentirme incómoda en el fondo, porque creo que, por un lado, conseguimos mostrar algo que era muy importante para la película, y por otro, porque creo que mi presencia está muy bien trabajada desde el montaje. Hemos intentado que no resulte muy egolatra, y que sea lo más honesto y natural posible, intentando ser fiel a mi primera intención al acercarme a él.
¿Cuánto tiempo estuvisteis rodando?
Desde que empecé a escribir notas hasta concluir el proyecto ha sido año y medio, pero de forma bastante intermitente. Al principio me fui yo sola a Lourdes y rodé allí cosas, luego conocí a Jordi y filmé cosas con él, pero el material que principalmente forma parte de la película se filmó sobre todo en cinco meses. Nos encontrábamos Jordi y yo entre dos y cuatro veces al mes, y el acompañamiento a Lourdes lo filmamos en tres días.
¿Qué ha sido lo más difícil de todo el proceso?
Durante el proceso siempre hay momentos de dificultad. Recuerdo haber hecho un rodaje con equipo dentro de la residencia donde vive Jordi, en el que yo buscaba reflejar su cotidianeidad, las dificultades que él se encontraba a la hora de afrontar pequeñas cosas como lavarse los dientes. Recuerdo que me entró como una obsesión de que tenía que filmar eso y lo hicimos, pero las imágenes, aunque muy bonitas, no entran en la película porque no tienen nada que ver con lo que finalmente quiero contar. A veces en el camino te desvías, como te puede ocurrir si centras demasiado la atención en lo estético obviando el fondo. Finalmente la estética de la película es bastante amateur, y es que con ella pretendo transmitir intimidad. A veces creo que la dificultad puede ser eso, saber centrarse en qué es lo que quiero contar.
Otro momento que recuerdo como difícil es el montaje. La primera vez que le enseñé el material a Virginia. Ese momento es muy duro, porque te sientes muy vulnerable. Hacer ese ejercicio de volver a conectar con el material es duro.
¿Qué supone para ti Ikusmira Berriak?
Ikusmia Berriak selecciona el proyecto de Las letras de Jordi justo cuando termino el máster, y para mi es algo que certifica que estoy por el buen camino, que legitima el trabajo que he hecho hasta el momento.
A nivel más práctico, es un espacio y un tiempo que te conceden para seguir trabajando en tu proyecto, y es que no suele ser muy fácil conseguir mes y medio de concentración absoluta en él, y también recursos: Un espacio, un equipo técnico, asesores. Así como ese germen de interés para que otros puedan querer ver esa futura película. Creo que a esta película, que es pequeña, el hecho de estar en Ikusmia Berriak le ha ayudado a estar en Nuevos Directores del Zinemaldia.
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En ese sentido, ¿qué papel también ha tenido la productora Sr. Y Sra.?
Yo conocía a Leire Apellaniz, la productora, porque yo hice prácticas en el departamento de Técnica en el Festival de San Sebastián donde trabajaba entonces Leire, y aquel verano nos hicimos muy amigas. Y cuando tenía el dosier entre manos, acabé el máster y fui a presentar el corto que hice con María Elorza, Gure hormek, al Festival de Las Palmas y Leire estaba allí, por lo que le presenté mi nuevo proyecto. Lo leyó, le gustó y confió en mi. Después supimos lo de Ikusmira Berriak y entonces se confirmó la buena dirección del proyecto.
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¿Llegar a la sección Nuevos Directores del Zinemaldia qué supone para ti?
Me acuerdo que cuando me lo dijo Leire casi no sabía ni lo que suponía. Me considero muy principiante y empiezo a ser consciente de lo que supone ahora. Gracias a haber sido seleccionada la película se ha generado un interés en prensa, en distribuidoras a nivel nacional e internacional. Además, el Festival es el de mi ciudad, y al no vivir aquí tiene una carga sentimental extra.
¿Qué recuerdos tienes del Festival como espectadora?
Recuerdo haber ido al Zinemaldia hace mucho tiempo a ver ‘Los idiotas’ de Lars Von Trier y flipar. Creo que me marcó. Yo no he sido una cinéfila con interés en ver muchas películas durante el Festival, he llegado al cine desde otras vías. Pero sí que veo que esas películas que me han ido sorprendiendo desde mi adolescencia, yendo al Zinemaldia, de alguna manera han podido marcar el interés actual que tengo en el cine, y en mi manera ver y hacer cine.
Nos encontramos en Tabakalera, donde tienen sede tanto el Zinemaldia, como Filmoteca Vasca, la Elias Querejeta Zine Eskola o la propia unidad de cine de Tabakalera. Desde tu perspectiva de nueva creadora, ¿crees que pueden tener frutos las sinergias que se están empezando a crear entre ellos?
Si miramos para atrás, creo que ya había un germen previo que se llamada ‘Mapa’. Lo llevaban Victor Iriarte, Tamara Iglesias y Oñederra, y era una especie de muestra de cine raro, así lo llamaban. Una semana al año en Arteleku que propició encuentros semanales sucesivos, entre las que estaba Leire Apellaniz, Leire San Martin o María Elorza.
De aquello sí se generaron ciertas sinergias que ahora están dando frutos. Por ejemplo, yo conocí a Leire en Arteleku, luego trabajamos juntas en el Zinemaldia y ahora ha producido mi película. A María Elorza su último corto lo han producido desde Txintxua y allí también conocimos a Koldo Almandoz.
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Sin querer se generaron en aquella época ciertas relaciones que ahora sí están dando frutos evidentes en forma de películas. Cualquier encuentro entre gente que tiene un interés parecido pueden dar lugar a este tipo de sinergias, y entiendo que a la larga Tabakalera, con el Zinemaldia dentro, Filmoteca y la Escuela, seguramente generarán algo a medio plazo seguro.
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¿Qué recorrido crees que tiene ‘Las letras de Jordi’?
Sabemos que después del Zinemaldia se va al Festival de Cine Documental de Cádiz, y espero que al menos en España se vea, tanto en festivales como en algún momento en salas – Ya se ha hecho público el anuncio de que se va a proyectar en el Festival de Cine de Gijón-. Y a nivel internacional me haría ilusión que fuera a algún festival de documental, que creo que sería el lugar más idóneo para la película después de pasar por Donostia.
Entiendo que al ser una película que trabaja la idea de la comunicación, de cómo es necesaria la comunicación para establecer relaciones, así somo nuestra propia identidad, entiendo que existe una dificultad en que pueda ser entendida igual en el extranjero. Por eso tengo ganas de ver si en el extranjero se valora la película. Es muy distinto entender el idioma a tener que estar leyendo un subtítulo y ver el gesto de la mano a la vez. Ojalá la película tenga recorrido fuera y la gente la aprecie de la misma manera que aquí.
Participas en Zinema (H)abian, ¿cuál es tu experiencia en el proyecto?
Este año he participado en Cinema en Curs, en concreto en el proyecto se está realizando en Girona. Tiene diferentes talleres sobre cómo abordar el cine y en mi caso me he encargado de la realización de un documental con un grupo de niños y niñas de 5º y 6º de primaria. Es un proceso muy interesante ver cómo se hace el camino, mostrando referentes, fragmentos de películas, creando el interés en los chavales de crear con sus medios planos parecidos. De qué manera empiezan a prestar atención a su entorno.
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¿Tienes algún proyecto futuro en mente?
Tengo dos proyectos pero muy “verdes” todavía. En Lourdes existe un comité médico internacional que analiza los casos de curación dentro del santuario que no tienen explicación y tengo una idea de cortometraje en relación a esas reuniones a las que quise acceder. Tengo una idea de realizar una ‘performance’ en torno a ello. Y por otro lado tengo un tratamiento de guión de ficción que quiero desarrollar y que versa sobre algo que creo que representa a nuestra generación, sobre la precariedad de las relaciones, el trabajo, y buscar una reflexión en torno a cómo el trabajo afecta a tus relaciones personales. Me interesan los temas humanos y me interesan las películas que se aproximan a la personas intentando romper la superficialidad de la imagen, esa falsa belleza que puede haber en la imagen.
Por último, ¿sigues viendo a Jordi?
Sí, estuve con él hace dos semanas y le enseñé la película y le gustó. Me hizo mucha ilusión porque en principio tenía mucho miedo, pero todo salió muy bien.