El Zinemaldi de este año se fue y una vez reposado los amantes del cine, por lo menos, sentimos cierta nostalgia de propuestas diferentes y rompedoras. Pues bien, os planteo dos posibilidades para matar ese gusanillo durante el próximo mes entero a través del arte: dos estupendas exposiciones  en San Sebastián que no os dejarán indiferentes. 

Una computadora, una cámara y un gato en la Galería Cibrián

Se trata de una exposición colectiva en la que seis artistas utilizan el cine como herramienta para su creación a través del videoarte, fotografía, dibujo… Nada más entrar os encontraréis con Blow Jup (2019), dos vídeos monocanal (proyección continua) de tres minutos, emitidos al mismo tiempo. Es una obra en la que el fotógrafo catalán Joan Fontcuberta pone en duda la veracidad, la intención y la objetividad de la imagen fotográfica; una constante en su trayectoria. En esta ocasión utiliza una escena de la película Blow-up (1966) de Antonioni para descubrirnos la estrecha relación entre pornografía y fotografía, el papel del fotógrafo, el de la cámara…


En la misma estancia, podréis disfrutar de una foto de gran formato del artista norteamericano Stan Douglas Solitaire (2017), que pertenece a la serie Scenes from the Blackout especulando qué sucedería si se diera un apagón completo en Nueva York. Desde siempre ha explorado la historia de nuestro tiempo en películas, fotografías… por eso es muy habitual que su trabajo adquiera la forma de imágenes cinematográficas.

Seguimos por un pequeño pasillo y en la pared de la derecha descubriréis siete pequeñas fotos en blanco y negro de la artista y cineasta belga recientemente fallecida Agnès Varda. Precisamente, el título que da nombre a esta exposición parte de sus propias palabras cuando se le preguntaba sobre su baile entre hacer películas y hacer fotografías, respondiendo que lo único que hace falta en ambos casos es una computadora, una cámara y un gato. Volviendo a las imágenes de Varda, pertenecen a la serie Cuba series (1962-1963) que realizó cuando llegó a la Habana a finales del 62. Son imágenes que recogen lo que sucedía en las calles, el “movimiento” de sus gentes, su tempo. Su idea era partir de todas aquellas fotos fijas para después animarlas en un film. 

Justo en la pared de enfrente os espera el artista navarro Txuspo Poyo con las piezas Reward Miss Award y Terrorist’s jacket ambas pertenecientes al proyecto Celuloides (1993-1996) que realizó en su estancia en Nueva York, una confluencia entre la pintura, el collage, el cine… En estas dos obras utiliza el material cinematográfico que encontraba en la basura, en tiendas de segunda mano, como rollos de películas para hacer su propio trabajo de “montaje” artístico, “reciclando” ese material y dándole otro significado. 

Antes de dirigiros al piso de abajo, os recomiendo que al responsable de la galería le pidáis que os ponga la proyección del cortometraje de Barbara Hammer Superdyke (1975) desde el principio. Es una joyita de diecisiete minutos, llena de sensualidad lésbica, alegría, placer sexual, valentía que merece mucho la pena. Esta cineasta-artista-feminista-lesbiana (también fallecida este año), con una Super-8, un montaje poco delicado y una música emulando el cine mudo, elige el cine como fórmula para que las comunidades marginales, en este caso la lesbiana, tengan visibilidad y no se queden fuera de la historia.

Por último, al otro lado de la proyección, os encontraréis con un storyboard (guión gráfico) que ocupa más de una pared larga Octubre actualizado mientras vuelvo en sí (2016) del artista cubano Requer (Renier Quer Figueredo) instalado en tres actos. Importante que empecéis de derecha a izquierda, partiendo de la sinopsis, continuando por todo el desarrollo del guión lleno de dibujos de personajes adormilados, atontados, incapaces, desembocando en un último dibujo enmarcado del monumento al zar, buscando un “despertar”. Requer toma como referencia la película rusa Octubre (1927) de Einsestein eliminando todo asomo de mirada heróica e idílica del cine revolucionario, para dar paso a una mirada mundana con personajes inservibles y cobardes en una revolución. 

La exposición estará disfrutable hasta el 16 de noviembre y os recuerdo que es una galería de arte contemporáneo, que podéis entrar en cualquier momento gratuitamente y que los responsables de la galería estarán encantados de poder responder a cualquier duda que os surja. 

Malkovich, Malkovich, Malkovich: homenaje a los maestros de la fotografía, de Sandro Miller en San Telmo

 

En el 2011 sufriendo una grave enfermedad de la que no sabía si iba a poder salir, Sandro Miller mantuvo una gran reflexión consigo mismo dando un repaso a su vida, evaluando su carrera y en especial recordando cada gran maestro de la fotografía que había influido en su trabajo. Un dato a tener en cuenta  es que Miller se inició en la fotografía de manera autodidacta leyendo libros de todos esos maestros de retratos del mundo, llegando a ser uno de los mejores fotógrafos publicitarios estadounidenses. El caso es que se dijo a sí mismo que si conseguía acabar con la enfermedad, rendiría un homenaje a todos esos fotógrafos retratistas que le inspiraron. Dos años después es cuando surge la idea de esta exposición: seleccionar las imágenes más relevantes para él y reinterpretarlas junto a su gran amigo y actor John Malkovich que se involucró en el proyecto desde el primer momento.

Esta muestra de 35 retratos no es un trabajo únicamente fotográfico de Miller. Es una combinación entre dos artistas. Por un lado, la recreación de la composición y estilo de las fotos originales por parte de Sandro, carentes de tratamientos digitales, consiguiendo una luz, ubicaciones y decorados lo más similares posibles puesto que no habría una manipulación por ordenador posterior. Por otro lado, la captura del “alma” de los personajes retratados que interpreta Malkovich, ayudado por el impresionante trabajo de maquillaje con un resultado camaleónico pasando de hombres a mujeres, niños, ancianos… porque el nexo de unión entre todas las imágenes es el actor: él es todos ellos y todos ellos son Malkovich.  Existe una complicidad evidente en el resultado, un trabajo artístico conjunto.

Para terminar, os recomiendo al entrar en la sala que no os perdáis una proyección de un vídeo de unos seis minutos en los que podréis disfrutar del making-of de algunas de las fotos, explicando el proceso y la experiencia de ambos. El 17 de noviembre será el último día para pasearse por esta magnífica exposición que es de acceso totalmente gratuito.

Enjoy!

 

Lorea Castroviejo Grozin – dssart