Este es el segundo largometraje de Natalia Meta, directora argentina. Se trata de un thriller psicológico con fuerte carga onírica donde no terminan de quedar claros los límites de la realidad, del sueño, de la alucinación, de la metáfora, del mundo interior del personaje. También es una historia de empoderamiento femenino. Y también es un estupendo giallo muy sensorial. Vamos por partes.
El prófugo es una película inquietante, con algunas ideas estéticas bastante potentes. El uso de drones últimamente está muy manido, pero el plano que sirve para mostrar el título de la película, ya avanzado el metraje, es imponente. La inquietud viene, muchas veces, de la fragilidad de la realidad, como es habitual en el género, y de no saber si lo que estamos viendo está en la mente de la protagonista o es real (y no saber tampoco cuál de las dos opciones es la peor). Los escenarios del auditorio juegan a ser lugares casi mágicos. La genial Cecilia Roth, sin exageraciones, interpreta a una madre asfixiante.
La película ha sido también catalogada de giallo, y razones no faltan. Tenemos casi un villano gótico fantasmagórico al son de un gran órgano, cual fantasma de la Ópera. Violencia. Expresividad en los colores, por ejemplo, en la hipnótica escena del médico. También recuerda bastante a Berberian Sound Studio de Peter Strickland, por su uso del sonido y porque, precisamente, utiliza el mismo recurso de estudio de grabación con sonidos de terror. Le sirve también para plasmar la ambigüedad entre realidad y enajenación, con ese cristal que refleja la película de terror que se está viendo y, al mismo tiempo, deja traslucir a las personas que aparecen sorpresivamente tras él, no quedando claro a qué mundo pertenece cada imagen.
El prófugo es una historia hacia dentro. Una batalla que se desarrolla en la mente de la protagonista. Es una historia de aceptación, de empoderamiento, de liberación. Durante toda la película el personaje de Erica Rivas hace lo que le dictan los hombres. Su pareja, su maestro (todas son mujeres pero el director es hombre), su compañero en el centro de doblaje. Resulta que hay una voz que quiere salir de su garganta y a los tres hombres les perjudica de alguna manera. No es que El prófugo sea una historia feminista muy explícita como las de venganzas contra el patriarcado. No, simplemente nos muestra un día a día sin excesos que contrapone una vida ordenada bajo el mando de algunos hombres, y la necesidad de tener su propia voz, a su manera, que quizá no es la que parte de la sociedad quiere de ella.