Frankenstein inauguró el género de la ciencia ficción con una revisitación del mito de prometeo -el título completo era Frankenstein o el moderno prometeo– y desde entonces, los ejemplos son incontables. Es también el tema principal de Parque Jurásico. El peligroso poder de la ciencia en manos irresponsables. Ya lo dice el personaje de Jeff Goldblum, el pepito grillo matemático de la película: estaban tan ocupados pensando en cómo hacerlo que olvidaron pensar si debían hacerlo. No en vano, en el ordenador del informático aparece una fotografía de Oppenheimer, el ejemplo real más claro del siglo XX. La novela que da título a la película de Nolan se titula El prometeo americano.
Lo curioso es que yendo a lo concreto, las connotaciones de Parque Jurásico no nos hablan tanto de la clonación o los desastres biológicos como de algo que en principio no tendría demasiado con ver con la premisa: las amenazas de la incipiente era digital.
Vamos a situarnos en el tiempo. Parque Jurásico se estrenó en 1993, convirtiéndose en una absoluta revolución pop, reventando la taquilla. Aún a día de hoy, descontando la inflación está en el puesto 16 de las películas más taquilleras de la historia. Después de todo el avance de los ordenadores en los años 80, la informática entraba en otra fase en los 90, empezando a formar parte de lo cotidiano. La World Wide Web se hizo accesible al público en 1991, el hito más importante de la Era de la información, cambiándolo todo para siempre con Internet. Por otra parte, la ofimática ya era una realidad que cambiaba la manera de trabajar como ahora la hace la IA. En un anuncio de Microsoft de 1992 veíamos cómo un ejecutivo, de esos que trabajaban en lo alto de un rascacielos, aprovechaba el viaje en ascensor para hacer un informe en Excel desde un portátil, que sin esa herramienta le habría llevado horas, deslumbrando de paso a su compañero analógico.
Hay varias cuestiones que pueden verse en este anuncio. El trabajo ya no volvería a ser el mismo, como en otras revoluciones industriales, lo que antes era una elaboración costosa que quizá involucrase a un equipo, ahora gracias a la tecnología lo podía hacer una persona en minutos. Por otra parte, dividía a los trabajadores entre quienes dominaban las nuevas tecnologías y quienes se habían quedado desfasados. El nivel de ofimática ya es casi un cliché del curriculum.
Parque Jurásico
La presentación del héroe de Parque Jurásico, Alan Grant, interpretado por Sam Neil, lo define como una persona analógica que se lleva mal con las máquinas, hasta el punto que con solo tocarlas se estropean. La nueva tecnología de radar que están usando para localizar los huesos le es ajena. Cuando alguien comenta que dentro de poco ni siquiera habrá que cavar, él reacciona decepcionado preguntándose dónde estará entonces la gracia. En esta presentación vemos varios temas que hoy están de máxima actualidad. Un buen trabajador de vieja escuela que ve cómo su manera de entender el oficio está en peligro. Se llega a decir que los paleontólogos están en peligro de extinción. Además de que el trabajo de varias personas ahora lo podrá hacer una sola, con una máquina. La pérdida de empleos, tema central de la ficción de las revoluciones industriales, y la falta de motivación en el trabajo debida a la automatización, como la que mostraba Chaplin en Tiempos modernos.
Más adelante, el informático malvado explica que con su instalación automatizada, todo el parque se puede controlar de forma centralizada por unas pocas personas. A nivel laboral incluso hay un enfrentamiento acerca del sueldo, que después motivará la traición. Por supuesto, toda esta automatización será parte importante del problema y la manera de recuperar el sistema será mediante el procedimiento manual. Que los dinosaurios no nos impidan ver el bosque, Michael Crichton, el autor de la novela, ya había escrito y dirigido Almas de metal en 1973, sobre un parque de atracciones que se va de madre por la rebelión de sus robots. Después ha dado lugar a la serie Westworld, que se centra aún más en la IA. Aunque aquí haya una premisa de clonación, la idea es en esencia la misma y está hablando de tecnología automatizada descontrolada.
El informático, como no puede ser de otra manera, es entre tanto monstruo, el odioso villano. Ni siquiera se le concede la categoría de mad doctor, que en este caso recaería en el afable pero imprudente ricachón, que se deja llevar por su pasión. El informático solo es alguien que traiciona por dinero y que nos ofrece una solución barata y eficaz que no es comparable al factor humano. Curiosamente, la persona que tomará finalmente los mandos del ordenador es la niña, como representante de las nuevas generaciones que no deben desconocer la tecnología sino dominarla y usarla con responsabilidad. Una puerta abierta a la esperanza. Igual que en Ready Player One Spielberg busca un final en el que mediar entre lo nuevo y lo viejo.
Todos estos temas relacionados con el empleo y los cambios disruptivos en el trabajo siempre nos llevan a los primeros luditas. En la película se hace mención expresa a estos. En una de las muchas conversaciones filosóficas que se plantea entre los protagonistas, acerca de si lo que se está haciendo está bien o no, se acusa de ludita a unos de los personajes. Es interesante que aunque la palabra ludita se suele usar despectivamente, normalmente cuando en una película se acusa a alguien de ludita, este suele ser el que lleva razón. El monstruo no es el dinosaurio, el monstruo es la tecnología, y la representación visual de esta idea es el velociraptor iluminado por las líneas de código genético proyectadas por la pantalla, la imagen que encabeza este texto. En King Kong, influencia clara en Parque Jurásico (más obvia en la secuela), tiene una aparición estelar el Empire State, el edificio más alto del mundo construido dos años antes. El monstruo antiguo frente a lo más puntero. Aquí también está el dinosaurio de otra era unido a la última tecnología.
Lo que representa Parque Jurásico para la industria del cine
La clave más importante la encontramos no tanto dentro de la película sino en lo que significa la película en sí misma para la industria del cine. La propia obra es una revolución digital totalmente disruptiva. No es la primera película que usaba los efectos digitales, ni mucho menos. Tron inauguró el uso de imágenes generadas por ordenador en 1982. Y desde entonces se fue refinando con ejemplos como el de las vidrieras de El secreto de la pirámide en 1985 o el T-1000 de Terminator 2 en 1991. Pero Parque Jurásico fue la primera película que nos mostraba los CGI no como algo espectacular aunque artificial, sino con la pretensión de que parecieran reales y completamente integrados en la escena. Quienes hicimos la larga cola para verla en pantalla grande aquel año quedamos boquiabiertos con lo que ya se podía hacer. Los efectos especiales no volvieron a ser lo mismo.
Parque Jurásico fue la estocada definitiva para la vieja escuela de magos de los efectos especiales tradicionales, definiendo un futuro en la profesión que no tendría nada que ver. Como en el paso del mudo al sonoro, muchos no supieron adaptarse. Se volvieron dinosaurios. Se acababan los animatrónicos, los muñecos, las maquetas, los fondos. El trabajo de muchos artistas ahora pasaba a ser el trabajo de unos pocos delante de un ordenador. No hay más que ver cómo cambió la saga de Star Wars:
Y es que precisamente George Lucas fue el impulsor de todos estos cambios con su Industrial Light & Magic. Suyos fueron las vidrieras y el T-1000 y, por supuesto, suyos fueron los dinosaurios de Spielberg. No descarto que el ambicioso dueño del Parque, adorable pero imprudente, tuviera algo de su viejo amigo Lucas. Spielberg no llegó a tanto como Lucas. Aunque pudo usar mucho más los CGI, sabía que el resultado óptimo estaba en una combinación de efectos digitales con muñecos animatrónicos, que es lo que usa en muchos momentos de planos cercanos. Por eso los efectos de Parque Jurásico han envejecido mucho mejor que muchas otras películas de la época e incluso más recientes. De nuevo, como en el mensaje de la película, y como en Ready Player One, Spielberg sabía que en el equilibrio entre los avances tecnológicos y los conocimientos consolidados estaba el acierto.
Comentaba antes que se dice en la película que los paleontólogos se van a extinguir. «Creo que nos quedamos sin trabajo» dice Grant, a lo que Malcolm el matemático matiza: «¿No querrás decir extintos?». Se dice que la frase acabó en la película porque la dijo el famoso animador de criaturas Phil Tippett al ver en acción al T-Rex. «Creo que soy una especie extinguida». Pero aunque Spielberg ya estaba convencido de usar el digital después de ver los resultados espectaculares, mantuvo a Tippett como consultor del equipo de animadores. Tenía demasiada experiencia como para desperdiciarlo, aunque no supiera de ordenadores. Avances tecnológicos y los conocimientos de los veteranos. El equilibrio que defiende Spielberg dentro y fuera de sus obras. Spielberg sabía también que esos avances tecnológicos debían estar al servicio de los creadores y no únicamente de los empresarios.