The Limiñanas en Intxaurrondo (San Sebastián)
La Casa de Cultura de Intxaurrondo acogió el pasado 5 de noviembre un concierto de los que no se olvidan fácilmente. The Limiñanas, el dúo francés formado por Marie (batería) y Lionel Limiñana (guitarra), presentaron su nuevo disco Faded (2025) ante una sala llena y entregada. Lo organizaron Dabadaba y Bloody Mary, dos nombres que, como casi siempre, están detrás de lo mejor que pasa en esta ciudad cuando hablamos de música en directo.
La banda se completaba con un grupo de acompañantes de lujo: Thomas Gorman (Kill The Young) a la voz, Clémence Lasme (Moodoïd, Lucie Antunes) al bajo, Alban Barate a los teclados y guitarras, y nada menos que Keith Streng, el legendario guitarrista de The Fleshtones, convertido en un torbellino de energía durante toda la noche.

Un viaje hipnótico y eléctrico
El concierto arrancó con Spirale, tema instrumental que también abre Faded, y desde ese momento quedó claro que no habría tregua. Las proyecciones psicodélicas del artista visual Smith creaban un sugerente telón de luces y sombras frente al que Marie, impertérrita tras su batería de configuración minimalista, en el centro del escenario, a lo Moe Tucker de la Velvet Underground, marcaba un ritmo contundente que sostenía el muro de sonido. Lionel, concentrado en su guitarra, dejaba que la música hablase por sí sola mientras las proyecciones y la música sumergían al público en una atmósfera retro y lisérgica. Un hipnótico viaje sensorial a lomos de loops repetitivos y guitarras fuzz.
Sin apenas pausas, la banda encadenó Prisoner of Beauty, Shout, J’adore le monde, Down Underground y Je ne suis pas très drogue, desplegando ese muro de sonido marca de la casa, mezcla de garage, kraut y pop francés. En directo suena más crudo, más físico, quizá menos elegante que en disco pero, por otro lado, incluso más emocionante.

La temperatura fue subiendo con Malamore, Salvation, Shadow People, The Gift, One Blood Circle, Istanbul Is Sleepy y una potente versión de TV Set de The Cramps porque de bien nacidos es ser agradecidos. Con Vadutz y Je rentrais par le bois… BB, para entonces el grupo había alcanzado un clímax casi hipnótico, esa sensación de trance que solo grandes bandas como The Limiñanas saben construir.
El bis comenzó con El Beach, instrumental de pulso repetitivo que golpea como un martillo pilón, seguido por Je m’en vais y un cierre con Rocket USA, de Suicide. Tres golpes certeros que dejaron la sala flotando entre el ruido, la psicodelia y la reverencia.

Mención a parte merece un Keith Streng completamente desatado. A lo largo de todo el concierto, el foco fue inevitablemente para el vetarano guitarrista que no dejó de bailar, saltar, y estrujar su guitarra como si tuviera veinte años menos. En cierto momento, tras tocar la guitarra por detrás de la cabeza, llegó a ceder su instrumento al público de las primeras filas. A su alrededor, Marie y Lionel mantenían la calma, imperturbables, como si el vendaval fuera su estado natural.
La gente que sostiene la escena
Más allá del espectáculo musical, la noche fue también un recordatorio de lo importante que es la labor de quienes lo hacen posible. Dabadaba y Bloody Mary llevan años sosteniendo la escena local, trayendo a San Sebastián propuestas internacionales de primer nivel y cuidando los espacios donde la música sigue teniendo algo de ritual. Gracias a ellos, Intxaurrondo vivió una de esas noches en las que el rock vuelve a ser lo que siempre debería ser: electricidad, comunidad y ruido del bueno.
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