Reseña de Las letras de Jordi

Maider Fernández dirige Las letras de Jordi, un documental nacido de Ikusmira Berriak y que ha sido estrenado en la sección Nuev@s Director@s del Festival de San Sebastián. El documental, además, está producido Leire Apellaniz, de Señor y Señora, antigua responsable de técnica del Zinemaldia y a quien Maider conoció haciendo prácticas en el mismo. Es decir, es un proyecto que no podía tener mejor lugar de estreno que este, un ejemplo de que reunir en un mismo lugar a gente con talento e iniciativa solo puede dar como resultado cosas buenas.

Entrevista a Maider Fernández: «Me interesan las películas que se aproximan a la personas intentando romper la superficialidad de la imagen»

15/09/2019 - Sandra Rozas

  Entrevista a Maider Fernández, directora de Las letras de Jordi (Nuevos Directores).    La sección Nuevos Directores es la segunda sección a competición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, después de la Oficial, y engloba aquellos primeros y segundos trabajos inéditos de los autores que han sido seleccionados en la edición. Es […] Leer más

Las letras de Jordi es un documental modesto que gira en torno a las visitas que la propia Maider hace a Jordi, un hombre de 51 años con parálisis cerebral que se comunica arrastrando su tembloroso dedo por las letras escritas en un cartoncillo. Jordi le cuenta a Maider sus crisis de Fe, su deseos de volver a Lourdes para sentir a Dios, el miedo que siente ante el envejecimiento de sus padres y muchas otras cuestiones que hacen que el espectador también vaya conociendo y acercándose a Jordi y su historia. Sin embargo lo realmente interesante, lo realmente emotivo va sucediendo en los márgenes de estas conversaciones y es el esfuerzo y el deseo de comunicarse de Maider y Jordi y la relación que se va formando entre los dos.

Proyectos como Las letras de Jordi se sabe cómo empiezan, pero no cómo acaban, son películas con vida propia. Así, un esta película que nació como un documental observacional sobre Lourdes, tal y como nos contó la propia Maider, se transforma en una serie de diálogos con Jordi y termina convirtiéndose en la historia de dos personas que se encuentran y en el nacimiento de una amistad. Con la ayuda de Virginia del Pino en el montaje, también firma como coguionista, Maider consigue que su presencia no sea invasiva y vaya surgiendo de forma natural. Incluso su papel como directora y coguionista da pie a un interesante juego de capas y subcapas. Al principio, Maider es solo es una voz en off, pero poco a poco va adquiriendo su espacio, siempre junto a Jordi y la película va adquiriendo humanidad y matices, creciendo desde su propuesta inicial. La naturalidad con la que lo hace es la clave de la película y lo que permite que lo que vemos resulte honesto y sentido.

Maider, como ya había demostrado en sus cortos, posee el don de mirar a las cosas con cariño y lo sabe reflejar en la pantalla. Situaciones que con otro enfoque serían grotescas, ella las refleja con una ternura que provoca sonrisas de complicidad. Una complicidad como la que se crea entre ella y Jordi y que es la auténtica protagonista de este sencillo y emotivo documental.

Por cierto, si, Maider y Jordi siguen siendo amigos.