1999, hace exactamente 20 años, fue la mejor cosecha de cine de la historia. Es subjetivo, es cuestión de gustos. Lo que queráis. Yo lo afirmo alto y claro.

Estamos en 2019, a mediados de febrero y la cartelera no termina de arrancar a pesar de que el comienzo del año suele ser una época fértil. Ya hemos tenido el estreno de La casa de Jack, la excelente historia de psicópatas de Lars von Trier. También La favorita, un Lanthimos algo más calmado pero igual de incisivo. Nos han visitado ya los trols de Border. Y poco más. La selección de los Oscars, que quizá no sea signo de nada o quizá sí, fue penosa, tanto que para hablar de las mejores películas he tenido que tratar el apartado de animación. Y uno echa la mirada atrás, a hace 20 años -ahora que está muy de moda las efemérides de cartelera (hace x se estrenó tal película…), mala señal la de vivir más de nostalgia que del presente- y resulta asombroso ver las películas que coincidieron aquel año.

 


Vamos con el mejor: Paul Thomas Anderson es el gran cineasta de nuestros días, y aunque la mayoría de sus películas son de matrícula de honor, la mejor de ellas es de 1999: Magnolia. Las ranas, “respetar la polla”, la canción conjunta, la banda sonora de Aimee Mann, las casualidades, los juguetes rotos, la soledad y unos montajes secuencia que redescubrieron formas de perder el aliento -esa estructura tan intensa no le he vuelto a ver hasta Nolan. Y seguramente, Anderson fue el primero en ridiculizar a los gurús de la seducción científica.

 

Si Paul Thomas Anderson es el mejor del momento, David Fincher no se queda tampoco atrás. ¿Y cuál es la mejor película de Fincher? Como Anderson, tiene tantas buenas que podríamos elegir, pero seguro que no os extraña si os digo que mi favorita es El club de la Lucha. ¿Año? 1999. Brillante adaptación de la novela de Chuck Palahniuk. La lucha contra un sistema que nos mantiene anestesiados, un retrato pesimista del hombre-Ikea, una historia de una generación sin rumbo que ha desdibujado sus rasgos de identidad. Un guión sorprendente en cada giro, unos actores para la leyenda, una banda sonora rompedora, un estética con sello.

 


Pero si hablamos de anestesia social y rebelión, hay que hablar de
Matrix. No entiendo cómo en 1999 no salió toda la sociedad a enfrentarse al sistema después de esos dos hitos. Quizá porque estábamos en el cine disfrutando (porque lo de “dormíamos, despertamos” no lo empezamos a decir hasta 2011, pero seguro que todos habíamos visto la película). Los antes conocidos como hermanos Wachowski, ahora hermanas Wachowski, consiguieron aquí su obra maestra. Algo que, no es que no hayan vuelto a repetir, es que no han vuelto a hacer nada decente. Matrix es un clasicazo de ciencia ficción que se revaloriza cada año (hace poco tuve la ocasión de verla en cine y el comentario general fue lo bien que ha envejecido). Y es que más allá de sus móviles Nokia, es una película con temas filosóficos esenciales, como la la percepción de la realidad (la caverna de Platoon) o el libre albedrío. Temas de ciencia ficción como la evolución de la Inteligencia Artificial y los entornos de realidad virtual. Cuestiones puramente políticas como el control a través de la falsa idea de libertad, la anestesia social, la deshumanización neoliberal. En todo ello es paradigmática, pero además es una intensa historia de acción que innovó en estética y efectos especiales. Una de esas películas que cambia el ritmo de Hollywood.

 


Sigamos con los mejores directores, en este caso, Pedro Almodóvar y de nuevo, tenemos su mejor película,
Todo sobre mi madre. Esa especie de versión de Eva al desnudo pero con travestis y Un tranvía llamado deseo. Una película en la que Almodóvar está especialmente inspirado, que ya es decir. Unos actores geniales y oye, la oportunidad de recordar a Toni Cantó haciendo de travesti.

 


1999 fue el año en que conocimos a M. Night Shyamalan. Había hecho un par de películas desconocidas antes pero el exitazo fue
El sexto sentido. Nadie entendía cómo una película de fantasmas con un Bruce Willis ya en decadencia, había adquirido tanta relevancia. Nadie lo entendía hasta que la veía, claro. Era algo diferente. Quizá, vista en retrospectiva, no sea la mejor película del genial director, pues después ha conseguido calidades aún mayores, pero desde luego fue un verdadero impacto. Recuerdo perfectamente estar en una larga cola y que un amigo saliera del pase anterior impactado.

 


Mientras unos grandes cineastas empezaban, otros nos dejaban.
Eyes Wide Shut fue la última película de Kubrick, que murió ese mismo año. No fue mal testamento. Una película sobre el lado más oscuro de las relaciones. Una historia de misterio, de tensión psicológica. Una película que, como casi todas las del maestro, nos ha dejado más de una escena icónica para el recuerdo.

 


Milos Forman tiene unas cuantas películas excelentes, me sería difícil decidirme por una de ellas, pero por
Man of the Moon tengo especial debilidad. La historia de un humorista rompedor, Andy Kaufman, contada con un sentido del humor a juego y, sobre todo, con un Jim Carrey en el mejor papel de su carrera. Tanto que después ha dado lugar a un documental sobre su comportamiento obsesivo durante el rodaje.

 


Y de Andy Kaufman a Charlie Kaufman. Uno de los guionistas más geniales de nuestros tiempos, que con
Cómo ser John Malkovich dio el salto al cine. Así mismo fue la ópera prima de otro grande, el director Spike Jonze. Una locura de película que nos pilló desprevenidos. Tal fue su impacto que después ambos repetirían en una película que comenzaba explicando el éxito del guionista (Adaptation). Además de iniciar la carrera de Kaufman, dio el pistoletazo de salida al indie marciano, que nos ha dado algunas alegrías en este siglo y muchos disgustos.

 


Más comienzos. En este caso la ópera prima de Sofia Coppola,
Las vírgenes suicidas. Tengo la impresión de que entonces, cuando aún solo era la sospechosa hija de su padre, que había estropeado El padrino III (tampoco era para tanto) no se le dio el crédito que merecía. Creo que es una película excelente con la que Coppola ya afianzaba la que iba a ser una carrera de autora con sello muy personal (su última película, La seducción, no está tan lejos de aquella). La música de Air, la sensibilidad, delicadeza. Coppola nos abría las puertas de su mundo hace veinte años y desde entonces nos ha dado muchas alegrías.

 


Otro autor inconfundible es Jim Jarmusch y
Ghost Dog es una de sus mejores películas. Quizá mi favorita. Nos dejó descolocados en 1999, con ese samurai tan particular. Con un genial Forest Whitaker  y una estupenda banda sonora de RZA. Este año tenemos una de zombies con Bill Murray, a ver si nos vuelve a sorprender.

 


El proyecto de la bruja de Blair
no sé si hoy en día se puede ver pero lo que tengo claro es que con esta película empezó el siglo XXI. Pocos géneros han sido tan influyentes, especialmente en terror, como el del found footage. Que si bien no es realmente la primera vez que se hacía algo así, sí que fue la más exitosa. Claramente sentó las bases de un género que sigue funcionando veinte años después.

 


American Beauty
fue la ganadora del Oscar aquel año. El descubrimiento de otro de los cineastas interesantes de este siglo, Sam Mendes. Como en el caso de Shyamalan, quizá después ha tenido algunos títulos mejores, pero con su ópera prima entró con fuerza, haciéndose de inmediato un nombre en la industria. Una película con imágenes icónicas, como las fantasía de las rosas. Una historia sobre la crisis de los cuarenta del americano medio.

 


Otro de los grandes, David Cronenberg. En 1999 estrenó
eXistenZ. Vale, que Videodrome era mejor y mucho más adelantada a su tiempo, pero eXistenZ es una de las mejores películas sobre realidad virtual (curiosamente del mismo año que Matrix). La imposibilidad de la percepción de la realidad con el aderezo alucinógeno de Cronenberg. Una película extraña, orgánica, hipnótica.


Una historia verdadera
es la película de Lynch que gusta a los que odian a Lynch. Es como si el director hubiera querido demostrar que podía contar una historia sencilla (verdadera) sin sus habituales desconciertos narrativos y excesos formales, para emocionar al espectador de una manera, digamos, más convencional. El resultado, finalmente, es una película personal, delicada, reposada, con una banda sonora preciosa de Angelo Badalamenti. Para gustar a fans y a haters.

 


El insobornable Leos Carax intentaba recuperar su carrera con
Pola X y no le salió demasiado bien. Eso sí, la película vale mucho la pena. A su manera, a su ritmo, por su camino, pero cuando te quieres dar cuenta te ha llevado a su descenso a los infiernos, que están en algún lugar extraño entre los escenarios reales y la ficción más personal.

 

Y también hubo otras muchas que tampoco estaban nada mal y que repaso al vuelo.

En 1999 Lasse Hallström hizo su mejor película, Las normas de la casa de la sidra. Denzel Washington hizo un trabajo estupendo metiéndose en el papel de Huracán Carter de Norman Jewison. ¡Scorsese estrenó una película con Nicolas Cage! Al límite. Nicolas Cage también estaba descendiendo a los infiernos en Asesinato en 8mm. Alexander Payne fue afianzando su carrera con Election. Clint Eastwood nos regalaba uno de sus clásicos thrillers que puedes repetir tantas veces como quieras, Ejecución inminente. Wes Craven decidió que podía hacer un drama también, con Música del corazón. François Ozon ganaba en Sitges el mejor guión por Amantes criminales. En la España republicana, Fernangómez soltaba un discurso inolvidable en La lengua de las mariposas. Tim Burton no rodaba su mejor película con Sleepy Hollow pero aún estaba en forma. La comedia adolescente del momento fue American Pie. Aunque quizá era mejor comedia Bowfinger. Nadie se acuerda ya de Mumford de Lawrence Kasdan, excepto los que la disfrutamos en aquel Zinemaldi. Zhang Yimou estaba en un buen momento, El camino a casa. Bertrand Tavernier estrenó una de sus películas más conocidas, Hoy empieza todo. Takeshi Kitano dejó un poco los tiros y nos contó una pequeña historia, El verano de Kikujiro.

Y oye, lo voy a decir: por fin pudimos conocer al pequeño Anakin. No era una buena película pero sí era historia del cine: La amenaza fantasma.

¿Y vosotros qué pensáis? ¿Es el mejor año? ¿Hay otros mejores? ¿Me he dejado alguna buena de 1999? ¡Dejadlo en los comentarios!