Carlos ElorzaCerdita primero fue un cortometraje. También lo dirigió Carlota Pereda. También lo protagonizó Laura Galán. Su protagonista también era Sara. Y ganó el Goya al mejor corto de ficción de 2018.
Cuatro años más tarde Cerdita ha crecido. Ahora es un largo. Rabioso, violento y feroz. Ha pasado de los catorce minutos originales a los cien. Cerdita, el corto, está contenido en Cerdita, el largo. Carlota Pereda nos cuenta ahora lo que ocurrió antes y lo que ocurrirá después de lo que ya conocíamos. Tras su paso por la sección Midnight del Festival de Sundance, Cerdita se ha presentado en Zabaltegi – Tabakalera del Zinemaldi y llegará a las salas comerciales el 14 de octubre.
Cerdita es el apodo despectivo con el que el grupo de las chicas molonas de un pueblo de Extremadura insultan y acosan a Sara, una joven con sobrepeso que además es la hija de los carniceros locales a los que ayuda en los sofocantes días de verano. Incluso Clau, su antigua amiga, ha empezado a acosarla. Tampoco se cortan otro grupo de jóvenes del pueblo. Al fin y al cabo, Sara tiene sobrepeso y es hija de los carniceros. La combinación perfecta para echar a volar la poco original capacidad para el insulto de los muchachos. Desde la plaza del pueblo enfrente de la carnicería de los padres de Sara, desde las redes sociales o desde cualquier lugar o circunstancia que lo permita. De forma cruel y sin contemplaciones. Un día, con la esperanza de no encontrarse con nadie, Sara decide ir a la piscina del pueblo a bañarse. Por desgracia, ya están allí algunas de las chicas que buscan hacerle la vida imposible y tras casi ahogarla en el baño, le roban toda la ropa lo que la obligará a regresar al pueblo en bikini humillada. Sin embargo, un extraño ha sido testigo de todo lo que ha ocurrido, la ayudará y tomará parte por ella. Pero todo desde unos planteamientos muy particulares.
Pereda opta por rodar Cerdita en formato académico (el casi 4/3 tradicional) encerrando su contundencia física en el plano, lo que transmite la sensación de agobio y de encierro de la protagonista, atrapada en una vida que odia, en un pueblo que la menosprecia, en una familia que no la comprende y en una casa sin espacio suficiente para todos sus habitantes. Una desesperanza sin escapatoria hasta la llegada del extraño.
Cerdita es una película muy física. Pereda no se corta a la hora de mostrar el cuerpo de Sara con toda su contundencia. Con sus volúmenes y sus formas. Tampoco con el del resto del reparto. Es verano, es Extremadura, hace mucho calor y los cuerpos se muestran. El sudor se ve. El olor se nota. Y también la sangre, las vísceras y todo tipo de fluidos corporales.
Tras un arranque centrado en el acoso despiadado que sufre Sara en el que se agradecen sus abundantes toques cómicos, Cerdita se centra en el dilema moral de su protagonista. Entre el deseo de venganza y el sentido de la culpabilidad. Hasta qué punto debería decir lo que sabe, hasta qué punto podría ayudar a las acosadoras que no tuvieron ninguna compasión con ella, hasta qué punto debería ceder ante las presiones de los que cuando ella lo necesitó no hicieron nada por ayudarla. Pero la intensidad y la tensión dramática decaen.
Aunque a Pereda le queda la traca final. En el acto final Cerdita se convierte en un slasher. Un slasher a tres bandas en el que está mucho más claro quiénes son los malos que quiénes son los buenos. Un slasher que necesitaría conseguir ubicar de forma más clara al espectador en el espacio físico en el que transcurre para que la intensidad dramática subiera a los niveles que un arranque tan prometedor hacía esperar.
