Nuevo Hollywood en la era digital

Durante varios artículos nos hemos dedicado a mostrar el estado de la industria cinematográfica. Hemos hablado del poder de los grandes estudios, encabezados por Disney, y del oligopolio que ejercen; hemos repasado el auge del cine de terror como representación del florecimiento de nuevos talentos y de nuevas visiones, hemos señalado a nuevas productoras que están haciendo cosas distintas y con éxito; hemos hablado con Nacho Vigalondo en una jugosa e interesante entrevista sobre su visión, como autor, de la situación actual y también José Luis Rebordinos nos dio su visión, del estado actual de la industria.

Nosotros hemos mantenido desde el principio que la situación actual guarda muchos paralelismos con con un momento clave en la historia del cine, el nacimiento del nuevo Hollywood. También hay similitudes con otro momento de cambios fundamentales, el florecimiento del cine indie de los 90. Vamos a repasar por qué decimos esto.

¿Qué fue el Nuevo Hollywood?

Se llama Nuevo Hollywood al movimiento que se dio en el cine norteamericano a final de los 60 y que supuso la puntilla al sistema de estudios clásico. Estaba encabezado por cineastas como Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, William Friedkin, Bryan de PalmaSteven Spielberg o George Lucas. Se suele decir que comenzó comenzó con Bonnie & Clyde y Easy Rider; pero lo cierto es que esas películas son las que hicieron saltar la chispa que hizo prender una hoguera que llevaba mucho tiempo preparándose.

Se podría decir que el Nuevo Hollywood comienza a gestarse en 1948, cuando el Tribunal supremo estadounidense pone fin a una larga batalla legal contra los grandes estudios de Hollywood por prácticas de monopolio. Los grandes estudios en la época clásica obligaban a los cines a comprar sus películas en bloque (block boocking). Si un cine quería tener la película que todo el mundo estaba esperando los estudios le obligaban a comprar un paquete con más películas. Es decir, para tener una película buena tenías que comprar otras películas malas de ese mismo estudio. Como algunos cines comenzaron a quejarse y a sindicarse, los estudios decidieron comprarlos. En los años 40 los cines apenas tenían control sobre lo que exhibían y los grandes estudios producían películas como churros. Entre tanta producción se rodaron algunas joyas que son las que ahora recordamos, los grandes clásicos, pero se rodó muchísima morralla que los cines se vieron obligados a exhibir. Esa bajada de calidad hizo que las nuevas generaciones no engancharan con el cine como las anteriores. Con la sentencia de 1948 en el caso de el gobierno contra Paramount, se prohibió la práctica del block booking y los cines recuperaron parte del control sobre la elección. Los estudios, que habían bajado los estándares de calidad -total, hicieran lo que hicieran los cines estaban obligados a comprar- tuvieron que empezar a buscar que es lo que interesaba al público.

Por otro lado, al cine le salió un nuevo competidor: la televisión. La táctica de los estudios para luchar con eso fue tratar de mejorar la experiencia en salas a base de tecnología. Es el momento del nacimiento del technicolor, las pantallas widescreen, el Cinemascope y el sonido estéreo, ¡Incluso el 3D! Se rodaron espectaculares películas rebosantes de extras y épica, lujosos y exhuberantes musicales, cosas que no se veían igual en una pantalla de televisión (y menos en aquellas televisiones) pero que también encarecían muchísimo el coste de las producciones. Los estudios, cayeron muchas veces en el error de pensar que más dinero significaba más calidad lo que llevó a varios sonoros fracasos.

 

El siguiente paso importante ocurrió en 1952 cuando un tribunal dijo que censurar una película era atacar a la libertad de expresión. Esto es importante porque desde los años 30 los estudios se regían por El Código Hays, una serie de normas (delirantes) que decidían que era adecuado ver en pantalla o no. Aunque el código siguió vigente hasta 1968 desde 1952 fue perdiendo fuerza, tuvo que ser reescrito y se dejó aplicar poco a poco. Es decir, las películas volvieron a mostrar desnudos y violencia.

A este caldo de cultivo hay que añadirle los cambios sociales de los años 60. Con una de las brechas generacionales más grandes que se recuerda. Unos años en los que una generación de hippies melenudos escandalizaron al status quo de la época oponiéndose al consumismo y a la homogeneización de la sociedad, defendiendo una revolución sexual, el pacifismo, el ecologismo y el consumo recreativo de drogas que, además, servía para llegar a elevados estados de conciencia y comunión con la naturaleza. Acusaban a la anterior generación de ser anticuados, cerrados de mente, violentos y estar destruyendo el mundo, no querían seguir sus reglas y soñaban con un mundo mejor mientras escuchaban a los Beatles o el rock progresivo. Por otro lado ellos eran tildados como vagos, ilusos, quejicas y degenerados… También fue la generación que se manifestó a favor de los derechos civiles y en contra de la guerra de Vietnam en Estados Unidos, se levantó en París en mayo del 68 o se alzó en la primavera de Praga. Evidentemente era una generación muy distinta a las anteriores que tenía nuevas ideas, nuevos gustos, nuevos ideales, nuevos sueños y nuevas frustraciones.

Este es el contexto en el que nace el Nuevo Hollywood, un movimiento liderado por unos cuantos jóvenes que habían estudiado cine, que habían tenido acceso por primera vez a las películas que se hacían en Europa, como las de la nouvelle vague -otro movimiento transgresor- o al cine oriental y que luchó contra las imposiciones del sistema de estudios y conectó con la gente de su generación mientras sus padres se escandalizaban por la violencia y el sexo de películas como Bonnie & Clide o Taxi Driver. Películas como El exorcista, El Padrino o Tiburón se convertían, sin que nadie hubiera podido preverlo en las más taquilleras de la historia. De repente triunfaban películas que se atrevían a mostrar violencia y actitudes inmorales o géneros como el terror o la ciencia ficción. Estas películas estaban protagonizadas por actores desconocidos y alejados de los cánones de belleza habituales –Al Pacino, Dustin Hoffman, Robert De Niro– que huían del típico arquetipo de héroe.

El cine indie de los años 90

Como suele ocurrir con todos estos movimientos el Nuevo Hollywood fue poco a poco perdiendo su esencia. Directores como George Lucas o Steven Spielberg, que habían contribuido a la caída del sistema de los grandes estudios, contribuyeron al nacimiento de un nuevo sistema parecido. Con películas como Star Wars los estudios se dieron cuenta de que se podía ganar tanto dinero con el merchandising como con la taquilla. También descubrieron que el product placement era una forma magnífica de financiar las películas. Poco a poco ese tipo de cuestiones se fueron imponiendo a las voces de los directores y mientras los presupuestos crecían las decisiones artísticas fueron quedando relegadas por las monetarias.

A la vez, al cine le surge un nuevo rival que es el vídeo doméstico. Un rival para las salas de cine, claro, pero también una nueva fuente de financiación para los estudios que tienen otra fuente de ingresos para sus películas. Para los espectadores supone el acceso a películas que de otra manera no habría podido ver, desde películas extranjeras a películas de géneros minoritarios.

Tarantino rodando «Reservoir Dogs»

Como todos los momentos de cambio, a finales de los 80 y primeros 90 también se produce un choque generacional. En esos años era la Generación X la que reprochaba a sus padres el mundo que les estaban dejando y les acusaban de haberse vendido y olvidado los valores que tenían cuando eran jóvenes, de haber dilapidado lo conseguido en aquel 68. No les gustaba el plan que la sociedad había trazado para ellos y trataban de buscar su propia identidad que les diferenciase del resto. Recibían críticas por ser vagos, inmaduros (la generación Peter Pan), nihilistas, quejicas y vivir alejados de la realidad. Es decir, lo que cada generación ha escuchado de la precedente.

Es el momento del florecimiento del Grunge y del Britpop en música. También del florecimiento de nuevas productoras de cine lideradas por Miramax que apuestan con gran éxito por nuevos directores como Soderbergh o Tarantino -ganadores ambos del Festival de Cannes- y por nuevas formas de promoción. Son los años en que el Festival de Sundance se hace famoso como plataforma de lanzamiento de nuevos talentos que dejan el circuito underground para triunfar en las taquillas de todo el mundo gracias a películas con un coste mucho más barato y menos arriesgado. Nombres como los citados Soderbergh o Tarantino, pero también Spike Lee, Richard Linklater o Gus Van Sant.

La mejor forma de resumir la sensación de lo que ocurrió aquellos días la tiene, como no, Quentin Tarantino: “En los años ochenta los estudios podían predecir qué funcionaba y qué no. Eso y no otra cosa fueron los ochenta, una película que ya habías visto tras otra. Pero de repente eso dejó de funcionar… Cuando el público está harto del rollo de siempre y pide a gritos algo nuevo , ahí es cuando empieza lo nuevo de Hollywood

Hoy en día

Seguramente al leer las cosas que estaban ocurriendo en los 60 y en los 90 muchas os han resultado curiosamente cercanas o familiares. Vamos a hacer un repaso de las cosas que hoy en día se están repitiendo.

Oligopolios

Estamos viviendo el mismo problema de oligopolios que se dio en los años 30 y 40. Lo ejemplificamos en este artículo sobre Disney y lo charlamos con Nacho Vigalondo. Empresas como Netflix, Disney o Amazon controlan la producción, distribución y exhibición. Hay voces que piden derogar la sentencia antimonopolio de 1948 y permitir a los estudios volver a poseer salas de cine. También surgen voces pidiendo endurecer las leyes antimonopolio lo que podría llevarnos a una situación como la de los años 50/60. Un debate interesante (no solo en cine) del que dependerá mucho el futuro de nuestra sociedad.

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Salto generacional

Es habitual tildar a los millenials como esa generación que solo escuchan trap y reggaetón, se quejan de todo sin aportar soluciones, no hacen nada útil con su vida, malgastan todo el día enganchados a los teléfonos y las redes sociales y viven en un mundo de piruleta lejos de la vida real. En realidad no es muy diferente lo que escucharon jóvenes de otras generaciones (sin darse cuenta de que hoy en día son ellos los que lo dicen). Si nos paramos a pensar también es cierto que en los últimos años hemos visto movimientos como el 15M, la Primavera árabe, el #MeToo, Juventud por el clima o Femen que o bien nacieron de estas nuevas generaciones o bien se sumaron a ellas con pasión.

Estamos viviendo, como en los 60, una de las mayores brechas generacionales que se recuerdan. Hay una música, una estética y una forma de entender la vida que la generación anterior no entiende (no entendemos).

Protestas sociales

Enlazado con el anterior punto. Como en los 60 el descontento de los jóvenes se plasma en protestas sociales. Entonces fueron la lucha de los derechos civiles, la oposición contra la guerra de Vietnam, el mayo del 68, la Primavera de Praga o el nacimiento del feminismo, ahora, como decíamos, hemos visto el 15M, la Primavera árabe, el #MeToo, el ecologismo, las movilizaciones del 8M, grupos como Femen, Occupy Wall Street… Estamos, como entonces, en un momento de altísimo descontento social y pérdida de fe en las instituciones.

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Relevo de estrellas

El salto generacional y el descontento suele llevar aparejado una pérdida de identificación del público con las estrellas relacionadas con lo antiguo, el stablishment. En los 70 estaban huérfanos de estrellas tras la muerte de varios grandes como Clark Gable y Humphrey Bogart o el declive de Marlon Brando y James Stewart, hasta que llegaron Robert De Niro, Al Pacino, Dustin Hoffman, Jack Nicholson o Harrison Ford para darles el relevo. En lon 90 y principios del S.XXI estrellas como Will Smith, Tom Cruise, Bruce Willis, Tom Hanks o Russell Crowe eran sinónimo de millones de espectadores a las pantallas, pero desde hace unos años no aseguran el éxito de ninguna película. En cambio ahora mismo tenemos una generación de estrellas de menos de treinta años con nombres como Tom Holland, Timothy Chamalet, Saorsie Ronan, Zendaya, Margaret Qualley, Tye Sheridan, Olivia Cooke, Lucas Hedges, Elle Fanning o Daniel Kaluuya, además de otros jóvenes veteranos como Robert Pattinson, Jennifer Lawrence o Emma Stone, que están llamados a ser las nuevas estrellas de Hollywood. Todos ellos se están atreviendo con producciones arriesgadas y proyectos muy alejados del típico blockbuster.

El relevo no solo se produce en los actores y actrices. Los directores, productores y guionistas son cada vez más mayores y al haber un salto generacional como el que comentábamos cada vez están más desconectados del público más joven. Lo mismo pasa con la prensa especializada y los críticos (y pasó en los años 60/70). Es probable que un joven de hoy en día maneje unos códigos totalmente distintos que los que escribimos en esta web y nuestra opinión no les interese nada. Es seguro que la opinión de alguien como Carlos Boyero, que ha servido, y aún sirve, de referencia para muchísima gente no les interese en absoluto. Si alguien les dice “he oído en la radio que Boyero decía que esa película es una mierda” seguramente piensen Ok boomer!

Nuevas tecnologías

Si en los 60 hubo que luchar contra la televisión y en los 80 contra el vídeo, ahora es el turno de internet y el streaming. Como siempre la industria ha reaccionado inyectando más dinero. Más efectos especiales, más sonidos envolventes, imágenes más anchas, más 3D, salas con servicios VIP… Por el camino varios éxitos espectaculares (con un coste elevadísimo) y muchos batacazos. Exactamente el mismo patrón que ocurrió antes del Nuevo Hollywood y el Indie de los 90.

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Del mismo modo las nuevas tecnologías también están facilitando el proceso de rodaje. La llegada de cámaras mejores y más ligeras permitieron a los directores de finales de los 60 nuevos estilos de narración, podían abandonar los platós y rodar en exteriores, con un tono que a veces se acercaba al documental y estaba claramente influido por la nouvelle vague. Algo parecido está ocurriendo ahora. Rodar y montar es mucho más asequible que hace unos años. Las cámaras y el sonido han mejorado lo suficiente como para grabar en exteriores sin problemas y el tamaño de las cámaras permite grabar cámara en mano sin dificultad. También estamos viendo un auge del tono realista, del falso documental y del formato found footage.

Nuevas influencias

Directamente relacionado con el punto anterior de la tecnología está el de la influencias. Los directores del nuevo Hollywood, además de las películas comerciales americanas que habían visto, aprendieron de la nouvelle vague (como mencionábamos arriba) y de algunos cineastas orientales clásicos. Los de los 90 -con Tarantino como máximo ejemplo de ello- añadieron al cocktail filmografías sacadas de los estantes de los videoclubs, la serie B, el cine de género. Los directores de hoy en día manejan una amalgama de influencias absolutamente inabarcable e inimaginable hace unos años. Muchas de ellas con unos códigos que los jóvenes ya han asumido, pero las generaciones anteriores aún no.

Auge del cine de género

Si en los 70 películas de terror como El Exorcista o La semilla del diablo reventaban la taquilla, ahora estamos viviendo un auge del género que ya hemos analizado en artículos anteriores. No solo el terror, el Nuevo Hollywood reinventó también las reglas del western –The Wild Bunch, Pequeño Gran Hombre– o la ciencia ficción –Encuentros en la 3ª fase, Star Wars-, de una manera parecida a lo que estamos viendo ahora en el que el género está muy presente en premios y festivales –Mad Max, Los hermanos Sister-. El cine de género se ha convertido en un vehículo que hacer llegar propuestas más autorales al gran público.

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Se ha dado a conocer que Warner va a trabajar con Cinelytic para tomar decisiones tanto de producción -desde la luz verde hasta el casting- como de distribución. Esta noticia es relevante porque Warner es el primer gran estudio que apostará tan abiertamente por la IA pero Cinelytic lleva un tiempo haciendo ruido. ¿Qué es […] Leer más

Eso ocurrió con el cine antes del Nuevo Hollywood, produciendo toneladas de películas a granel sin ningún tipo de criterio, ocurrió en los 80, con el abuso y la explotación del high concept y está ocurriendo ahora mismo con uso y el abuso de la repetición, las franquicias y la nostalgia. Tanto es así que Warner ya ha dicho que se va a apoyar en inteligencia artificial para ayudar a tomar ciertas decisiones de producción y distribución. Cómo bien explica Iñaki, bien usada puede ser una herramienta que abra nuevas vías de negocio, pero hasta qué punto va a quitar el factor humano está por ver. Lo que ocurre es que cuando todo es igual, cuando todos los productos se parecen porque todas las decisiones se toman siguiendo los mismos criterios, la novedad siempre encuentra su camino y derriba a lo establecido. ¿Será en salas de cine? ¿Será en otro formato? Eso está por ver, pero seguro que la gente va a querer seguir siendo sorprendida por nuevos estilos.

Nosotros creemos que la situación es muy parecida a la que describía Tarantino en los 80, la situación social recuerda mucho a la de los años 60… y algo está pasando. Quizá dentro de unos años hablaremos de esta época recordando que fueron los años en que Moonlight ganó un Oscar siendo una producción independiente, en que Jordan Peele comenzaba su carrera o Joker tenía un éxito que ni siquiera Warner preveía, como anticipo de los cambios que están por venir.

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