Dos productoras que pueden cambiar el rumbo del cine americano

El cine americano está viviendo una falta alarmante de imaginación que, por supuesto, se extiende a las taquillas de todo el mundo. En 2016 de las once películas más taquilleras del mundo solo una, Zootropolis, no era una secuela, remake o pertenecía a una franquicia. En 2017 teníamos que ir al puesto once, Coco, para encontrar la única original entre las diecisiete primeras. El año pasado el honor le correspondió a Bohemian Rhapsody, que se coló en el sexto puesto entre una docena de películas franquicia. Estamos hablando de tan solo tres películas entre treinta y nueve que no pertenecen a una franquicia. Tres películas que, además, responden a fórmulas que podríamos llamar convencionales como son la animación infantil y el biopic. Me gustaría dejar claro que no estoy hablando de la calidad de las películas, sino de la originalidad. Cualquiera que haya leído mis reseñas sabrá que, por ejemplo, disfruto muchísimo de las películas Marvel. Las recientes declaraciones de Scorsese y Coppola diciendo que «las películas de Marvel no son cine» me parecen, sinceramente, una solemne tontería.

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De todas formas «cine americano» es una etiqueta amplísima que engloba a un país y una industria que produce una cantidad ingente de películas y, por supuesto, muchas de ellas súper originales y arriesgadas. Tan americana es Los Vengadores como El hilo invisible, o Star Wars como The Florida Project. Lo que ocurre es que la taquilla está cada vez más dominada por Disney y las grandes producciones, es decir, por millonarias apuestas que no dejan margen al riesgo. Eso es lo preocupante, la asfixia que las franquicias, los remakes y el cine de fórmula están provocando en las carteleras. Supongo que sobre eso quieren llamar la atención las voces críticas con Marvel y que por ahí se entienden las palabras de Scorsese o Coppola. Los monopolios no son buenos y los que está haciendo Marvel ya no solo con la taquilla sino con el estilo de las películas que otros estudios tratan de imitar se acerca bastante a serlo.

En ese panorama han surgido dos productoras que están abriendo un camino nuevo y muy interesante: A24 Blumhouse. Quién sabe si marcarán el rumbo de la industria de los próximos años como en los 90 logró hacerlo Miramax (más allá de la persona aborrecible que se encontraba al frente de aquel estudio). Dos productoras que tienen algunas cosas en común: las dos han nacido en el S.XXI, las dos han conseguido conectar con nuevos públicos y las dos se han atrevido a tratar los temas sociales alejándose de las fórmulas convencionales. Tres características que seguramente estén muy relacionadas entre si.

Una cosa que hay que tener en cuenta es que hoy en día es muy difícil que una productora como estas produzca en solitario una película de mediano presupuesto, por eso casi todas las películas mencionadas son coproducciones. Tampoco son las únicas empresas que apuestan por películas independientes o que se salen de la norma, otras como Fox Searchlights (habrá qué ver que pasa tras la compra de Disney), Focus o Plan B también tienen un catálogo muy notable; pero estas dos son las que se pueden considerar como líderes de una nueva generación.

A24

La más destacada de estas nuevas productoras es A24, una empresa que tan solo tiene siete años de vida. En 2012 se unieron Daniel Katz, David Fenkel y John Hodges Tres profesionales que habían trabajado bastante en el mundo del cine independiente de Nueva York. Daniel Katz estaba al frente del grupo de financiación de películas en Guggenheim Partners, que estaba detrás de títulos como La red social, Zombieland o Crepúsculo. David Fenkel era el presidente de distribuidora y productora neoyorkina, responsables de Tenemos que hablar de Kevin, The Messenger, Wendy & Lucy o Meek’s Cutoff. Por su parte John Hodges era jefe de Producción y Desarrollo en Big Beach Films, coproductores de Little Miss Sunshine, El mejor lugar del mundo o Our Idiot Brother.

En su primer año financiaron dos películas tan interesantes como The Bling Ring de Sophia Coppola y, sobre todo, Spring Breakers de Harmony Korine, su segunda película y su primer éxito comercial. A partir de ahí parecen dotados de una varita mágica y se ha convertido habitual ver su logo en las películas más aclamadas por la crítica y el público en grandes festivales o en las protagonistas de la temporada de premios. Su capacidad de promoción -la campaña en Tinder para Ex-Machina o el Consider This Shit para el Oscar a Jess Franco por Spring Breakers- unido a su apuesta por el producto de calidad y los autores con voz propia les han convertido en lo más parecido a aquel glorioso Miramax de los 90. Ellos están detrás de la producción o distribución de: Under the Skin, Tusk, El año más violento, Ex-Machina, Amy, La Habitación, La Bruja, Langosta, American Honey, Moonlight, The Disaster Artist, A Ghost Story, The Florida Project, Lady Bird, Hereditary, El Reverendo, En los 90 o la serie televisiva Euphoria. También son distribuidores en Estados Unidos de películas europeas como Climax o High Life (algo que también solía hacer Miramax). Este binomio de calidad y buen gusto es justo lo que necesitaba Apple para entrar en el mundo del streaming y han llegado a un acuerdo con ellos para su nueva plataforma. A24 ha conseguido que el mero hecho de que una película esté producida por ellos genere cierto interés.

Blumhouse

A Jason Blum no lo conocía prácticamente nadie en la industria cuando fundó, a principios del S. XXI su propia productora, Blumhouse. Eso sí, después desde 2009, cuando pegó el pelotazo de taquilla con Paranormal Activity, su nombre no ha dejado de sonar. En un principio su fórmula era esa, películas de terror de bajo presupuesto en la que muchos autores trabajaban a porcentaje (algo habitual en los comienzos del Nuevo Hollywood de los 70). Así comenzó a encadenar éxitos y sagas como Paranormal Activity, Insidious o La Purga. También fue Blumhouse la que rescató del olvido en 2015 a un defenestrado M. Night Shyamalan y le produjo La visita. Un año antes Blumhouse salió del género de terror y el resultado no pudo ser mejor: Whiplash fue una de las sensaciones de la temporada y logró una nominación al Oscar a mejor película. Nominación que también consiguieron en 2018 con Déjame Salir, de un entonces desconocido Jordan Peele y en 2019 con BlacKKKlansman de Spike Lee. Casi se podría decir que cada vez que Blumhouse busca salirse de su fórmula y se acerca a algo más sofisticado o se aleja del terror consigue el reconocimiento de la crítica más generalista y los espectadores no aficionados al género. Si A24 se ha aliado con Apple, ellos se han aliado con Amazon, una alianza que como aquella también pega con su estilo -hacemos lo que el público quiere y a buen precio-. También han tocado la televisión con series tan interesantes como The Jinx, en HBO.

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Annapurna

Megan Hellison está detrás de esta pequeña y joven compañía que se ha convertido, en muy poco tiempo, en un sello de calidad. Antes de formar su compañía, Hellison ya había trabajado como productora ejecutiva en películas como Main St, Passion Play o, la más importante, Valor de Ley de los hermanos Coen. Poco después de esa película, en 2011, funda su propia compañía y tiene un debut sencillamente espectacular: La Noche más Oscura, Sin Ley, The Master y Mátalos Suavemente. Es decir siete nominaciones y un premio Oscar, además de dos presencias en la Sección a concurso de Cannes. Casi nada.

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Su romance con las nominaciones de la academia continuó en los siguiente años con Her, La Gran Estafa, Foxcatcher, o El Hilo Invisible.(ganadora también del Flipesci 2019). También están detrás de películas como Todos queremos algo, La Fiesta de las Salchichas, Detroit, La Balada de Buster Scruggs, El Blues de Beale Street, El Vicio del Poder, Los Hermanos Sisters o Superempollonas. Por cierto, Annapurna colaboró con A24 en Spring Breakers y en Euphoria. En 2019 sus películas ganaron dos Oscar y fueron nominadas para otros 12.

Annapurna no produce muchas películas al año y su catálogo tiene pocos puntos negros. Son películas de presupuesto medio, dirigidas por autores de prestigio y que normalmente obtienen los halagos de la crítica y el reconocimiento en la temporada de premios; pero que no consiguen ser rentables porque gustan más a la crítica que al público. La compañía se ha mostrado muy cerca de la bancarrota y solo ha evitado seguir el camino de Open Road (Dope, Nightcrawer, Spotlight) o Broad Green (Green Room, The Neon Demon), otras dos prometedoras productoras ya desaparecidas, porque el padre de Megan Hellison es Larry Ellison, cofundador de Oracle, quien ha inyectado mucho dinero para pagar y calmar a los acreedores.

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