‘Las vírgenes suicidas’, el arrollador debut de Sofia Coppola

El cine de Sopfia Coppola I

Aprovechando que el próximo 14 de febrero se estrena Priscilla, la última película de Sofia Coppola y que el cineclub Ozzinema ha programado un pequeño ciclo de películas de la directora, he querido aprovechar para hacer un repaso de la impecable filnografía de una de las directoras contemporáneas más importantes.

Sofia Coppola llegó al mundo del cine con la etiqueta de “hija de Francis Ford Coppola”. Tras varias pequeñas apariciones, desde que era bebé, en películas de su padre y pequeños papeles en títulos como Peggy Sue se casó, tuvo su primer papel importante en El Padrino III, donde quedó claro que la interpretación no era lo suyo -por lo menos tendría que haber aprendido a morir mejor- y muy pronto se inclinó hacia la dirección. Su primer cortometraje, Lick the Star (1998), es una pieza muy estilizada que explora las dinámicas sociales en una escuela secundaria desde una perspectiva femenina. Ya entonces mostraba su inclinación por temas de aislamiento y alienación, elementos que se convertirían en sellos distintivos de su estilo.

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Las vírgenes suicidas (1999)

Las Vírgenes Suicidas es el primer largometraje de Sofia Coppola. Una adaptación de la novela homónima de Jeffrey Eugenides que gira en torno a las hermanas Lisbon, cinco adolescentes que viven en un barrio residencial de Michigan en los años 70 y son deseadas por todos sus compañeros.

Por lo visto a Sofia Coppola le llegaron rumores de que alguien estaba adaptando la novela en una versión más oscura y ella pensó que eso sería estropear una novela que le encantaba. La propia directora declaró que «realmente no sabía que quería ser directora hasta que leí Las vírgenes suicidas y vi tan claramente cómo tenía que hacerse. Inmediatamente vi que la historia central trataba sobre lo que te hacen la distancia, el tiempo y la memoria, y sobre el extraordinario poder de lo insondable«. La película contiene muchos de los temas que Sofia Coppola continuaría explorando en sus trabajos posteriores.

Fue estrenada en 1999 en la Quincena de Realizadores de Cannes y desde entonces fue aplaudida como un fascinante estudio sobre la adolescencia, la represión y la alienación. Decir que fue un inicio prometedor para la carrera de Coppola como directora es quedarse corto. En realidad fue un auténtico despliegue de talento, mostrando su habilidad y voz propia para crear atmósferas envolventes y explorar temas complejos con sensibilidad y profundidad.

El estilo visual

El estilo visual de Las Vírgenes Suicidas es hoy inmediatamente reconocible y dejó claro, desde el principio, que estábamos ante una directora con estilo propio. Formada en fotografía en el Instituto de Artes de California, Sofia Coppola buscaba capturar los suburbios, un entorno exótico para ella que había crecido en un ambiente mucho más opulento, inspirándose en las obras de los fotografos Bill Owens y Takashi Homma. La colaboración con el director de fotografía Ed Lachman, habitual en los trabajos de Todd Haynes, fue clave. Juntos lograron un ambiente nostálgico y onírico a través de una paleta de colores pastel y una luz etérea, reflejando la idealización de la juventud y la belleza. La fotografía acentúa la sensación de irrealidad y aislamiento que rodea a las hermanas Lisbon, presentadas a menudo con una estética visual que recuerda a la publicidad de los años 70. En particular, Lux (interpretada por Kirsten Dunst) es mostrada desde la perspectiva de sus compañeros, con primeros planos de su cuerpo que emulan el estilo nebuloso y retroiluminado del softporn o la publicidad de la época, simbolizando cómo los chicos perciben a las hermanas Lisbon como a las chicas de los anuncios de champú o las fotos de Playboy.

Como curiosidad, durante el rodaje tomaban largas tomas de las chicas tumbadas en sus habitaciones, tan largas que solían quedarse sin película. Sofia Coppola cuenta que esas tomas empezaron a funcionar cuando las niñas empezaron a aburrirse de estar en el rodaje y empezaron a surgir los pequeños detalles que estaban buscando. Mientras, los productores se tiraban de los pelos pensando que no había suficiente metraje para la película.

La música

Las Vírgenes Suicidas desvela que tras la fachada de normalidad del típico suburbio residencial americano se esconde una profunda tristeza y desesperación. Estas emociones se intensifican gracias a la banda sonora de Air, un grupo francés cuya envolvente música establece el tono melancólico y soñador de la película. Aunque Air no es una banda de los años 70, su estilo contemporáneo evoca la nostalgia desde la perspectiva actual de los personajes que recuerdan aquellos años. Además, la cuidadosa selección de canciones pop y soft rock de los 70 que salpican la película en escenas clave son fundamentales para expresar las emociones de los personajes, añadiendo una capa adicional de significado y sentimiento a la narrativa.

Una de esas escenas clave es el “diálogo” telefónico a base de canciones entre las hermanas Lisbon, castigadas sin salir, y los chicos de la urbanización, que las desean con locura. El estilo musical y la dinámica del intercambio sugieren la posibilidad de una conexión romántica, aunque en el fondo no deja de ser otro fracaso en la comunicación con las hermanas. Ellas escogen canciones como Alone Again (Naturally) de Gilbert O’Sullivan y So Far Away de Carole King; ellos responden con Hello It’s Me de Todd Rundgren y Run to Me de The Bee Gees, incapaces de comunicarse con ellas directamente o ver más allá las figuras románticas y clichés del pop y el sentimentalismo de postal.

La complejidad y profundidad de los personajes

Además del uso de la música y las imágenes etéreas, el cine de Sofia Coppola se distingue por su forma de narrar y el ritmo que imprime a sus películas; pero sobre todo por la gran empatía que siente hacia sus personajes. Algo que ya está muy presente en su ópera prima. En Las vírgenes suicidas elige contar la historia de las hermanas Lisbon desde la perspectiva de un grupo de chicos adolescentes que las idealizan y las observan desde lejos; un punto de vista que añade una capa de misterio y deseo no correspondido a la trama, enfatizando la incomprensibilidad y la inaccesibilidad de las hermanas para aquellos que las rodean. La voz en off de uno de los chicos, que narra desde el futuro, aporta un tono de recuerdo melancólico y reflexión.

Están fascinados, pero no entienden nada…

Sofia Coppola profundiza en temas como la represión femenina y la resistencia contra las restricciones patriarcales. Las hermanas Lisbon, confinadas en un hogar y una sociedad opresivos, representan la lucha por la autonomía y la expresión personal, atrapadas en un hogar restrictivo y en una sociedad que no comprende sus necesidades y deseos, se convierten en figuras casi míticas. Sofia Coppola utiliza símbolos como la valla blanca de la casa Lisbon y las flores muertas, para evocar el aislamiento y la pérdida de inocencia. La jaula de pájaros destaca como una poderosa metáfora de la falta de libertad de las hermanas. La película aborda la manera en que la sociedad a menudo malinterpreta, simplifica y oprime a la juventud femenina. Y lo hace con una sensibilidad que evita el sensacionalismo, centrándose en la experiencia emocional interna de las hermanas, quienes emergen como personajes complejos y no meras víctimas. Sofia Coppola les otorga voz, incluso a través de la perspectiva distante de los chicos, desafiando al espectador a mirar más allá de la superficie y ofreciendo una perspectiva sobre la adolescencia femenina que resultó muy impactante en 1999